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María Villar Galaz, en una foto subida a Facebook

México califica de «atípico» el asesinato de María Villar

Margallo confirma que la familia de la secuestrada llegó a pagar un rescate; «algo raro pasó en la negociación con los captores», dicen los expertos

CIUDAD DE MÉXICO Actualizado: Guardar
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La fiscalía mexicana –la Procuraduría General de la República (PGR)– ya está investigando el secuestro y asesinato de María Villar Galaz, sobrina del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, a través de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y en coordinación con la fiscalía de la Ciudad de México, donde María fue secuestrada, y la del Estado de México, donde apareció su cadáver.

Según detalla la PGR en un comunicado, la víctima fue vista por última vez el pasado martes 13 en el barrio financiero de Santa Fe, donde se encuentran las oficinas para las que trabaja, IBM. «Al día siguiente, quienes dijeron ser sus captores establecieron comunicación con sus familiares, con la exigencia de realizar un pago económico a cambio de su liberación», continúa el despacho de prensa.

«El 14 de septiembre la familia realizó un pago y también solicitó la asesoría de la Policía Federal, quien dio parte a la SEIDO el 15 de septiembre». Ese mismo día apareció un cadáver femenino sin identificar en el municipio de Santiago Tianguistenco, en el Estado de México. Era el de María, que no fue identificado hasta este martes, cuando lo encontraron en una morgue de Toluca su marido, Cristiano Apolinario, y su primo Gorka. El cuerpo apareció atado de pies y manos y con señales de asfixia en un riachuelo, dice la Procuraduría del Estado de México, pero no presentaba lesiones de arma de fuego ni señales de abuso sexual.

Las autoridades se comprometen a hacer todos los esfuerzos para resolver el caso, algo incierto en un país que se encuentra a la cabeza de la impunidad dentro de la OCDE. Si logran esclarecerlo, el homicidio de María Villar formará parte del afortunado dos por ciento que llega a resolverse en México, según cifras de la asociación México Evalúa.

La noticia se conoció este martes en España por el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, pero entre la comunidad española afincada en México se supo desde el principio que algo le había pasado a María. Los mensajes privados de alerta fueron y vinieron desde entonces. No se sabía nada de ella desde una llamada a su esposo a las nueve de la noche del pasado martes 13: se dirigía a su casa, en el barrio de Polanco. Esto es lo único que se puede decir con seguridad hasta ahora. Tanto las autoridades locales como los expertos en seguridad de empresas españolas trabajan, en primer lugar, en esclarecer qué pasó en los primeros cinco minutos del suceso y, después, en qué pudo ir mal durante las negociaciones con los captores.

Los responsables de seguridad de empresas españolas insisten en que el de María Villar es un caso «muy, muy aislado».

Pago de rescate

El ministro Margallo contó desde Nueva York a Onda Cero que la familia había pagado «una cantidad muy inferior» a la solicitada por los captores, pero las cifras de una y otra no se han detallado.

Dentro de la comunidad española, unos dicen que María salió de trabajar a las nueve de la noche y cogió un taxi, que después fue interceptado por los delincuentes. Otros dicen que fue a las dos de la mañana. Alguno más, que el taxi era de la calle –no de sitio seguro– y que iba hablando por teléfono de operaciones financieras. Es mucho decir: a esta hora, la sucesión de hechos no está clara.

Lo cierto es que la colonia de expatriados amaneció el martes conmocionada. «Cuando tu empresa te manda a México te recomienda unas medidas de seguridad mínimas», recuerda un ejecutivo español instalado aquí desde hace tres años que prefiere no dar su nombre. «Que no tomes taxis de la calle sino de sitio seguro, que mantengas un perfil bajo, que no alardees, que no vayas a lugares desconocidos especialmente de noche... Lo normal». Este ejecutivo dice que estaban siendo cada vez más habituales los casos de asaltos en el barrio de Santa Fe, pero que estos no pasaban a mayores.

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