Las medidas de Obama contra el cambio climático que Trump ha derogado

Revisará el Plan de Energía Limpia de su antecesor, levantará la moratoria para concesiones a nuevas empresas de minería, pero no se pronuncia, de momento, sobre el Acuerdo de París

MADRID Actualizado: Guardar
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Donald Trump avisó y lo ha cumplido. Aseguró que entre las decisiones que iba a tomar en sus primeros 100 días de gobierno se encontraba la de desmantelar el legado de su predecesor, Barack Obama, para luchar contra el cambio climático.

El presidente de EE.UU. sigue aplicando su agenda. A pesar de los fracasos que está cosechando en sus primeras medidas -el veto migratorio y el desemantelamiento del Obamacare- no pisa el freno. Ahora le ha tocado el turno a uno de los pilares de la segunda legislatura de Obama en la Casa Blanca, etapa en la que puso en marcha dos medidas con las que pretendía frenar el calentamiento global: la Directiva de 2013, que desembocó después en el Plan de Energía Limpia, firmado en 2015

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Directiva de 2013

Fue presentada en junio de 2013 por Barack Obama y estaba constituida por tres pilares fundamentales: la reducción de las emisiones del carbono en EE.UU., a través de la implementación de energías limpias; el desarrollo del sector del transporte del siglo XXI, la reducción del despilfarro de energía en hogares, negocias y fábricas; la reducción de otras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el liderazgo a nivel federal.

El segundo pilar consistía en la preparación ante los impactos del cambio climático. En este punto, la labor de la Administración central consistía en ayudar a los gobiernos estales y locales a proteger a las personas, los hogares y los negocios a través de la construcción de infraestructuras más fuertes y seguras, protección de la economía y de los recursos naturales, y el uso de la ciencia para gestionar los impactos climáticos.

Por último, la directiva de 2013 menciona la necesidad de liderar los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático y estar preparados para sus impactos.

Plan de Energía Limpia (2015)

Firmado en agosto de 2015, este ambicioso plan, que amplia el presentado por la Agencia para la Protección del Medio ambiente (EPA, en sus siglas en inglés), en 2013, buscaba reducir en un 32% las emisiones de gases de efecto invernadero de las centrales termoeléctricas para 2030, respecto a los niveles de 2005.

Este gesto era un guiño y una declaración de intenciones de cara a la Cumbre de París, que tendría lugar meses más tarde, y que finalmente rubricaría EE.UU.. Un documento en el que se compromete a reducir las emisiones de efecto invernadero entre un 26 y un 28% para 2025.

El Plan de Energía Limpia encontró una gran oposicion y fue bloqueado por el Supremo en febrero de 2016 por las alegaciones de 29 estados.

Según el plan, cada estado tenía que presentar una versión inicial para limitar la contaminación de cara al año 2016, así como las versiones finales de su plan para 2018. Especifica también que los estados que tomen medidas para reducir la contaminación en 2020 serán premiados con créditos de reducción de carbono. Algunos Estados podían negarse a presentar proyectos. En ese caso sería la administración central la encargada de dar a conocer las plantillas para imponer a cada Estado las medidas específicas de actuación.

Frente al texto original presentado por la EPA un año antes, que abogaba por acelerar la transición de plantas de carbón a plantas de gas natural, el plan hacía un énfasis especial en las fuentes de energía renovables que emite menos dióxido de carbono.

La orden ejecutiva de Trump

La orden ejecutiva de Trump ordena a la EPA, dirigida por Scott Pruitt, un negacionista del calentamiento global, la revocación y la sustitución del Plan de Energía Limpia. La intención es rebajar las exigencias sobre reducción de emisiones de efecto invernadero y el cierre de cientos de plantas térmicas que hacen posible esa reducción.

La orden también acaba con la prohibición de nuevas minas de carbón en tierras de titularidad federal -en claro apoyo al sector del carbón-, cambia las restricciones para el «fracking» y exige que se modifiquen a la baja los cálculos del «coste social del dióxido de carbón» en las decisiones legislativas. Además, se destierra una práctica establecida por Obama, por la que el impacto sobre el cambio climático debía ser un factor a tener en cuenta en cualquier decisión de la Administración federal relativa al medioambiente.

El Acuerdo de París

Si bien durante la campaña Trump había insistido en que sacaría a EE.UU. del Acuerdo de París sobre cambio climático, en su orden ejecutiva no hace ninguna mención a este aspecto. Según la prensa estadounidense, esto se debería a la división -una vez más- interna del partido republicano que no sabe qué hacer con este tema.

Lo cierto, es que tampoco sería tan sencillo llevar adelante esa decisión. Según recoge el texto del Acuerdo de cambio climático de París, EE.UU. no podría denunciar su participación antes del 5 de noviembre de 2019, cuando ya se habría cumplido la mitad del mandato de Trump. Y la decisión no surtiría efecto hasta un año después, prácticamente al final de su mandato legislativo en la Casa Blanca.

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