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Protestas contra el juicio político en el Congreso a la presidenta Dilma Rousseff en Sao Paulo - EFE
TERREMOTO POLÍTICO EN BRASIL

Una mayoría de senadores se inclina por destituir a Dilma Rousseff

El Gobierno brasileño recurre al Tribunal Supremo como último recurso para frenar el proceso

Corresponsal en Sao Paulo Actualizado: Guardar
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Ni siquiera internet es capaz de resistir la velocidad de las noticias en Brasil. El presidente interino del Congreso, Waldir Maranhao, anuló el lunes el proceso de juicio político en el Senado contra la presidenta Dilma Rousseff, pero este martes ya había revocado su decisión. Maranhao, investigado por corrupción, ya había prometido sorpresas al asumir el cargo en sustitución de Eduardo Cunha hace pocos días. Pero el presidente del Senado, Renan Calheiros, mantuvo la agenda y las posibilidades de que la presidenta sobreviva a la votación del pleno, fijada para este miércoles, siguen siendo mínimas.

Según el sondeo realizado por el diario «O Estado de Sao Paulo», al menos 50 de los 81 senadores se inclinan por la apertura del juicio político, lo que significa que Rousseff se retirará a la residencia presidencial de Alvorada durante 180 días y que el vicepresidente, Michel Temer, asumirá el cargo durante ese período hasta que se decida si la mandataria es culpable o no de maquillar las cuentas públicas y falsear el déficit presupuestario.

Dilma Rousseff ya perdió la votación en la Cámara de Diputados por 367 votos frente a 157 el pasado 17 de abril.

Varios movimientos sociales se manifestaron a favor de Rousseff en al menos diez ciudades, donde paralizaron el tráfico

Pero la presidenta resiste. Como último intento para frenar el «impeachment», su Gobierno presentó este martes un recurso en el Supremo por los «vicios» del proceso. El fiscal general, José Eduardo Cardozo, que lleva la defensa legal de Rousseff, preparó un documento en el que denuncia el «desvío de poder» de Cunha, quien comenzó el proceso cuando presidía la Cámara de Diputados.

«Cualquiera que sea el desenlace de esta crisis, seguiremos firmes. Ni la presidenta Dilma ni yo tiramos la toalla», advirtió el líder del Gobierno en el Senado, José Guimaraes, con un optimismo que ya nadie comparte, a pesar del susto del pasado lunes, cuando Rousseff y su equipo pensaron que la suspensión anunciada por Waldir Maranhao les daría un respiro.

La prensa brasileña apuntó este martes que Maranhao anuló el proceso influido por Cardozo. Pero el nuevo jefe de la Cámara Baja dio marcha atrás, según el mismo análisis, ante las amenazas de expulsión del Congreso e incluso de su grupo del Partido Progresista, un grupo irrelevante desde el punto de vista electoral pero que ha sido determinante en este juego político.

Tras el sobresalto, Calheiros calificó la decisión de Maranhao de «broma con la democracia» y enseguida el Senado y la Corte Suprema retomaron sus agendas. El vicepresidente Michel Temer siguió negociando y anunciando las novedades de su futuro gobierno, que espera que eche a andar la próxima semana. Su prevista reducción del número de ministerios, de 32 a 22, ya ha sido celebrada por varios analistas, aunque también ha desatado las críticas de algunos de los miembros elegidos para el Gabinete e investigados por corrupción.

Los derechos de Dilma

Con más tranquilidad, el Senado discutía este martes cuáles serán los derechos de Dilma Rousseff durante la suspensión de sus funciones. Al tratarse de un caso inédito en la historia del país, esas prerrogativas no están previstas en la ley. Una de las dudas es si puede seguir ocupando la residencia presidencial y utilizar aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea. El único derecho previsto es que mantendrá la mitad de su sueldo mientras dura el juicio.

Así las cosas, varios movimientos sociales se manifestaron este martes a favor de Rousseff en al menos diez ciudades, donde paralizaron el tráfico y provocaron atascos, sobre todo en Sao Paulo. El lunes por la noche estos mismos grupos, que critican el proceso en el Legislativo, celebraron la anulación temporal del juicio. El Partido de los Trabajadores (PT) y otros grupos de izquierda, con apoyo de organizaciones internacionales como la OEA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la ONU, califican la destitución como «un golpe».

Envueltos en corrupción

El proceso ha sido cuestionado porque buena parte de sus dirigentes están envueltos en casos de corrupción que superarían las acusaciones de Rousseff. El expresidente de la Cámara, Eduardo Cunha, líder del proceso de destitución, fue suspendido del cargo recientemente por estar investigado en el escándalo de Petrobras. Por otro lado, los cargos contra Rousseff, también pesarían contra Temer, que asumirá en su lugar. Lo único cierto por ahora, además de la salida de Rousseff es que Maranhão no debe mantener su cargo en el Congreso por muchos días.

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