Mauricio Macri: «Si España y Argentina encaran el futuro juntas, nos irá mucho mejor»

«Fascinado y emocionado» por su visita oficial de esta semana, el presidente de Argentina pide al empresariado español «confianza» y al Gobierno de Rajoy, caminar juntos frente al «desafío del mundo»

«Démosle tiempo a Trump», aconseja con la prudencia que ha devuelto a su país

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España mantiene una relación apasionada con Argentina desde siempre. Más allá de los tópicos y de los chistes fáciles, los españoles sintieron, y sienten, cierta debilidad afectiva hacia los argentinos. Por eso no se entendía demasiado bien la animadversión de Cristina Fernández de Kirchner, la anterior presidenta, hacia este país. Mauricio Macri (Tandil, 1959), su sucesor en la Casa Rosada, ha podido comprobar esta semana la enorme expectación, y simpatía, que ha despertado su viaje a Madrid. Lo ha constatado él, pero también su esposa, Juliana Awada, así como todo su séquito. Y no solo con palabras, también con hechos, a través de los múltiples actos que se han amontonado en sus agendas desde su llegada el martes, y en los que han querido participar numerosas personalidades de la vida política, económica y civil.

Será por la historia, por los lazos reales, por la terca realidad o porque España ha apostado tanto por aquel delicioso territorio del cono sur, que todos estamos deseando que la nueva etapa oficialmente inaugurada en las relaciones bilaterales se materialice pronto con éxitos. España se juega mucho en Argentina.

Termina hoy la primera visita de Estado del presidente Macri a nuestro país. Han sido cinco provechosas jornadas, en las que se entremezclaron el arte y el deporte, la política y la economía, el protocolo y la flexibilidad. En medio de todo ello, Mauricio Macri tiene claro que, en el momento actual de Argentina, «hay que alejarse de la nostalgia, dejar de pensar el gran país que fuimos, e intentar volver a ser lo antes posible una nueva sociedad, competitiva, insertada en este mundo global que nos ha tocado vivir».

Ingeniero civil por la Universidad Católica de Argentina, presidente del Atlético Boca Juniors entre 1995 y 2008 y jefe de Gobierno de Buenos Aires de 2007 a 2015, Macri recibió ayer a ABC en la residencia oficial del embajador de su país en España, Federico Ramón Puerta, quien nos acompañó durante la distendida conversación. Poco después, el presidente de Argentina mantuvo un encuentro con José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, la compañía española que más ha invertido en aquel país: más de 20.000 millones de dólares.

Macri quiere modernizar su nación, insertarla en el mundo, alejarla del aislamiento al que la había sometido el kirchnerismo y, sobre todo, desea que los españoles vuelvan a ver en este territorio una referencia segura. Otra Argentina es posible: está ya de vuelta, alejada de la nostalgia, instalada en la difícil realidad.

En ese nuevo contexto se enmarca la presencia de Macri en Madrid. Nada más iniciar su conversación con ABC, subraya lo satisfecho que se encuentra de su estancia. Resulta fácil reconocer en él un tono de amabilidad, y de hasta cierta humildad, muy alejado de determinados estereotipos y, sobre todo, de la hostilidad que su predecesora había adoptado con respecto a una nación como la española, tradicional e históricamente hermana.

-¿Se marcha usted satisfecho con el resultado de la visita?

-Usted ha visto el nivel de recepción. Estamos todos fascinados: afecto, calidez, hospitalidad... El Rey, el presidente, la comunidad del arte, la feria de Arco, el mundo empresarial, el mundo del deporte… Todos. El afecto se percibe. Cuando vas por la ciudad, la gente saluda. La verdad es que es una alegría. Estamos todos emocionados, también con la recepción en el Congreso: salvo dos o tres, todo el Parlamento aplaudió. Cuando terminé, la gente aplaudía y le pregunté a la presidenta… ¿Ustedes siempre aplauden tan largo? «No, nunca -respondió. Y fue increíble, sí, porque la última vez que fue el presidente a hablar ahí se nos insultó, se nos dijo de todo y usted nos trató bien, dijo algo razonable, entonces fue espontáneo». La verdad es que el afecto es tanto que, de golpe, recuperarlo, es maravilloso. Lo que yo he sentido en estos dos días es como si fuéramos dos novios de la infancia que de pronto se reencuentran. Fue esa sensación, y la verdad es que es muy lindo porque se ve algo natural en esta relación. Y recuperarla es muy importante, sobre todo frente al desafío del mundo, que encararlo juntos va a ser mucho mejor. Son países complementarios: yo tengo mucho por aprender de lo que ustedes han logrado en estos últimos veinte años. Tenemos ahí una agenda muy interesante.

-Precisamente en las relaciones España-Argentina, cobra muchísimo peso la parte empresarial. ¿En esta nueva etapa de la presencia de España en Latinoamérica, las compañías españolas pueden volver a confiar con visos de futuro, sin temer el regreso a la inseguridad jurídica?

-Es una gran pregunta. Yo le digo que sí pueden confiar porque este cambio no es producto de una creación de este presidente o de «Cambiemos». Es producto de una convicción de una mayoría de argentinos que, contra viento y marea, lograron producir el cambio. Porque nadie en el mundo daba dos mangos a que cambiaría el ciclo. Donde el populismo ha tenido tanto dinero para repartir, podían perderlo porque la crisis no se había manifestado en toda su dimensión. Pero, a pesar de eso, la gente quiso un cambio y esto es producto de una madurez, de un aprendizaje. Así que yo les digo que pueden confiar, que la Argentina va en el camino de la modernización, de la interacción con el mundo, de la transparencia; hay un compromiso absoluto con tener un gobierno transparente, con reglas del juego claras: lo que queremos es un sistema de competencias que termine beneficiando a los argentinos para recibir mejores servicios, a mejores precios y de mayor calidad.

-Habló de modernización, que fue una palabra mágica aquí, en España, durante la etapa de Felipe González. ¿Modernizar Argentina pasa por recuperar lo que fue su país en décadas tan brillantes como los años veinte o treinta del siglo pasado? ¿En qué consiste exactamente?

-Yo prefiero alejarme de la nostalgia. Es decir, tenemos que construir una Argentina nueva en base a la enorme capacidad de innovación que tiene el argentino. Tantas crisis han desarrollado y agudizado la capacidad de adaptación y, frente a este mundo que nos desafía, tenemos esas cualidades: ser parte de los nuevos empleos de nuestra sociedad de información, todo el mundo está renovándose. Hemos tenido más éxito en estos últimos catorce meses en la cantidad de empresas que han radicado oficinas para hacer, producir y brindar servicios de valor aliado para el mundo. Todas las principales compañías, tanto las que estaban como las que no, han ampliado dotaciones, han creado infraestructuras para, desde Buenos Aires, desde Argentina, prestar servicios de software, legales, de ingeniería, lo que se le ocurra… al mundo entero. Eso demuestra que hay un recurso humano valioso y a lo que queremos apuntar es a eso.

-¿En el caso concreto del conocimiento de la sociedad de la información, Argentina está en niveles homologables con los países desarrollados?

-Yo diría que ahora sí. En las infraestructuras de las tecnologías nos habíamos quedado atrás por la falta de reglas, por la falta de transparencia; las empresas dejaron de invertir. Parte de lo que estamos lanzando ahora son reglas de juego claras para que las operadoras de comunicación se entreguen en un proceso de inversión agresivo que nos conecte mejor dentro del país y con el mundo, sobre todo con las conexiones de banda ancha.

La Argentina tiene hoy igualmente varias casos de excelencia en todo ese mundo de la revolución tecnológica y de la sociedad de la información, pero podemos aumentar muchísimo el volumen. Argentina tiene que producir contenidos audiovisuales, tiene que generar más desarrollos en internet. Argentina tiene las empresas más importantes de habla hispana en internet, que son pocas justamente por la inestabilidad de la macroeconomía. Ahora, con una macroeconomía estable, reglas de juego claras, y un sistema transparente, con flujo de dinero, hemos de coger velocidad. Recordemos que, hasta hace catorce meses, en la Argentina, en pleno siglo XXI, no se podían comprar ni vender dólares.

-El populismo, precisamente que aquí en España ha aflorado y que ha acompañado a Latinoamérica en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, ¿sigue siendo el lastre del área? No sólo el lastre, sino el fantasma para toda la zona...

-Con el cambio que se produjo en la Argentina, en la región se respira otro aire. Creo que toda esa etapa, incluso donde queda algún resabio, se ha ido moderando precisamente porque también se acabó la década de los «commodities», precios altísimos, empezando por el petróleo. Y eso hace que los populismos no sean tan atractivos porque ya no tienen tanto que repartir.

-¿Cómo ve el caso de Venezuela?

-Soy el que más ha criticado y cuestionado públicamente a Maduro. He lanzado muchos reproches a Maduro, porque dice barbaridades.

-Maduro también le dice a Rajoy que le van a romper los dientes...

-La verdad es que la situación la veo mal, muy mal. No se respetan los derechos humanos, cada día hay más presos políticos, cada día la gente está peor; es realmente preocupante. Hay que hacer todo lo que se pueda para volver a acompañar un proceso democrático en el que la gente pueda elegir quién conduce el futuro de Venezuela. Ese es el desafío. Hablo con todos los que puedo, siempre estoy disponible, pero la situación cada vez está peor y es mentira que ya ha llegado al fondo. Siempre, como dice el refrán, hay un escalón más al infierno.

-¿Y la presencia de Donald Trump le inquieta, ya no solo por la cuestión de la inmigración?

-Yo soy de los que digo: démosle tiempo. Yo tuve dos conversaciones telefónicas con él, en las que me reafirmó que lo que comenzó con Obama, él lo quiere acelerar, profundizar, que quiere tener las mejores relaciones con Argentina. Piensa que eso va a ser importante para Estados Unidos. Yo creo que eso con el tiempo va a fluir bien. Estamos todos preocupados por lo mismo: cómo generar trabajo para nuestra gente. En nuestro caso, cómo reducir la pobreza. Nosotros tenemos pobreza extrema en Argentina, con lo cual es el primer desafío y por el cual espero ser evaluado como presidente.

-De cara al futuro, ¿qué retos se plantea usted que puedan servir de base sólida para asegurar un futuro estable en Argentina?

-Primero, quiero decirle que este momento que está recorriendo ahora Mariano Rajoy yo ya lo he experimentado: yo soy el primer presidente que en más de cien años en la Argentina no tiene mayoría en ninguna cámara, estoy en absoluta minoría. Todas las reformas que he hecho para que el mundo reconozca la vuelta de la Argentina al escenario global han sido con el apoyo de la oposición, con el apoyo del peronismo. Eso demuestra un cambio en la diligencia.

Segundo, he nombrado dos miembros independientes, que yo ni conocía, para la Corte, que es el órgano más importante en términos de estabilidad de las reglas del juego, la Corte Suprema de la nación. Y estoy trabajando no solo en modernizar la Justicia, en dar transparencia el Gobierno y fijar marcos reglamentarios claros, organismos de control independientes: hoy tenemos un banco central independiente, la oficina de estadística es independiente. Ya no hay más manejos. Todo eso crea equilibrios.

Yo voy a trabajar hasta el último día de mi Gobierno para generar equilibrios y que las cosas perduren más allá del presidente de turno. Ese es mi compromiso, y ahí están las más de trescientas empresas españolas entusiasmadas, que le pueden decir cómo viven el cambio y que quiero que profundicen su inversión. Y espero que este viaje a España, que ha sido muy exitoso, lleve una ola de pequeñas y medianas empresas. Hacer joint-venture con empresas argentinas nos ha agregado valor porque España aprendió mucho de la crisis, España se transformó de un país cerrado como es el nuestro, a un país abierto, y salieron las empresas españolas a conquistar mercados, a exportar. Y lo hizo exitosamente y queremos lo mismo en Argentina, y naturalmente España tiene que ser un socio muy importante en esta nueva etapa.

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