Varios asistentes a la multitudinaria manifestación se agolpan para escuchar al presidente Erdogan hoy en Estambul
Varios asistentes a la multitudinaria manifestación se agolpan para escuchar al presidente Erdogan hoy en Estambul - EFE

Erdogan restaurará la pena de muerte si consigue la aprobación del Parlamento

Más de un millón de personas han asistido a la manifestación convocada por el presidente de Turquía en Estambul

CORRESPONSAL EN ESTAMBUL Actualizado: Guardar
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Un enorme retrato del presidente Recep Tayyip Erdogan presidía ayer el escenario al que millones de turcos acudieron para mostrar su rechazo al levantamiento militar de la ya histórica noche del 15 de julio. Solo una enorme bandera turca separaba su rostro del de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la actual República y figura venerada en todos los centros públicos del país. El culto a la personalidad en Turquía ha encontrado nuevo protagonista.

El sangriento y fallido golpe de Estado ha cargado de legitimidad a Erdogan, que en los últimos meses acumulaba críticas por su creciente autoritarismo. Ayer, en cambio, el presidente se dio un baño de masas en Estambul, y lo hizo en nombre de la unidad política, respaldado por los líderes políticos de tres de los cuatro partidos con representación parlamentaria.

Una cita histórica se vivió en el céntrico distrito de Yenikapi ya que se reunieron en un mismo mitin el laico y socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), el ultraderechista Partido de Acción Nacionalista (MHP) y el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que lleva 14 años en el poder. A los prokurdos del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), no obstante, nadie les llamó para asistir.

La singularidad del acto de ayer también se representó por el hecho de que un uniformado, el Jefe del Estado Mayor, Hulusi Akar, también subiera al escenario en nombre de la democracia y el Estado de Derecho.

Pero no hay duda de que el discurso estrella era el del presidente Erdogan, el gran triunfador de la resistencia al golpe. Y entre otras cosas el líder turco lo aprovechó para decir que está a favor de reintroducir la pena de muerte si el Parlamento así lo aprueba. “Si la nación toma esta decisión, creo que los partidos políticos obedecerán esta decisión”. Y una de las razones que esgrimió es que esta existe “en la mayor parte del mundo”.

“Idam istiyoruz”, ‘queremos la pena de muerte’, en turco, se podía leer en numerosas pancartas de los manifestantes. Por ejemplo, uno de ellos montó con dos maderas y una cuerda una pequeña horca en la que pedía que Fethullah Gülen, el clérigo residente en Estados Unidos al que Ankara acusa de estar detrás de la asonada, fuera castigado con la pena capital.

Erdogan, además, se refirió a las críticas recibidas desde Occidente por las masivas purgas y aseguró que el Estado turco se va a “limpiar” de seguidores de Gülen “según la ley”. No obstante, ha dejado claro que estos “pagaran por lo que han hecho”.

El Gobierno esperaba que se concentraran hasta 3,5 millones de personas. Un portavoz oficial elevó la cifra de asistentes hasta los cinco millones. No obstante, el recinto habilitado para los mítines en el que se convocó ayer puede concentrar a cerca de un millón de personas, a los que hay que sumar al menos otro millón de personas que se tuvieron que conformar con quedarse en las calles aledañas.

La concentración de ayer fue tan masiva que ni los más viejos del lugar recordaban una manifestación política con tanta afluencia. Además, cerca de 13.000 personas, sin contar los agentes de policía, trabajaron para poner todo a punto. 165 arcos detectores de metal, helicópteros, ambulancias y más de 700 miembros de equipos médicos se desplegaron para asegurar la seguridad de todos los que allí se concentraron.

Y no solo en Estambul. En decenas de ciudades turcas se organizaron ayer concentraciones similares. De hecho, en Pensilvania, el estado norteamericano donde vive Gülen, también se reunieron cientos de personas para pedir la extradición del clérigo.

Desde el 15 de julio, miles de personas se han movilizado cada noche hasta diferentes plazas del país, como la simbólica Taksim, de Estambul, para sumarse a las bautizadas por el Gobierno como “guardias por la democracia”. Ayer Erdogan dijo que estas terminarían el próximo miércoles, justo cuando se cumplen dos años de las elecciones que le convirtieron en presidente de la República de Turquía.

Pero no solo él habló ante los millones de turcos en Yenikapi. Kemal Kiliçdaroglu, el líder de la oposición y máximo representante del CHP, aseguró que tras el golpe “hay una nueva Turquía”. Kiliçdaroglu rechazó en un primer momento la invitación a asistir a este mitin, pero tras la insistencia de gran parte de los comentaristas políticos y de la llamada del primer ministro Binali Yildirim acabó aceptando.

Con numerosas referencias al sistema parlamentario que Erdogan quiere cambiar por uno presidencial que le daría más poder, Kiliçdaroglu señaló la importancia del orden democrático. Y añadió: “la política se tendría que mantener lejos de las mezquitas, los cuarteles y los juzgados”.

Y es que el golpe ha descolocado a muchos políticos. “Yo creo que todo el mundo está actuando de manera muy cautelosa y todo depende de Erdogan y de si apuesta por llevar a cabo sus proyectos preferidos como la presidencia ejecutiva”, señala a ABC el comentarista político Semih Idiz sobre la postura de la oposición turca tras el golpe de Estado.

Turquía ahora muestra una imagen de unidad que habría sido imposible sin un sangriento intento de golpe de Estado. Pero la unidad tiene grietas.

Los prokurdos del HDP no fueron invitados al acto de ayer y organizaron su propia marcha “por la democracia” en la ciudad de Batman, en el este del país. Erdogan dijo que si los invitara no podría explicárselo a las “familias de los mártires y los veteranos”. Al mismo tiempo es difícil imaginar a Selahattin Demirtas, colíder del HDP, aceptando una invitación así mientras en el sudeste del país continúa la violencia entre los guerrilleros y las fuerzas de seguridad.

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