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Vídeo: Las imágenes del atentado - THE SUN

Atentado MánchesterSalman Abedi había entrenado en un campamento terrorista en Libia

Los investigadores creen que carecía de preparación para preparar una bomba como la que empleó. Por eso todos los desvelos policiales se dirigen a encontrar al terrorista que la fabricó. Ya hay cuatro detenidos en relación a la masacre

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Salman Abedi, el británico hijo del refugiados libios que en la noche del lunes se suicidó con una bomba y mató a 22 personas en un concierto en Mánchester, la mayoría jóvenes y niños, había sido entrenado en un campamento terrorista en Libia. Tras el derrocamiento de Gadafi y la pésima gestión de la posguerra por parte de Europa y EE. UU., Libia es hoy un estado fallido, donde cooperan los terroristas de Al Qaida y Daesh que combaten a un frágil Gobierno. Por el momento, cinco hombres, uno de ellos el hermano del agresor, han sido detenidos en el sur de la ciudad británica por su relación con la masacre.

Según el testimonio de un conocido de Abedi al que ha accedido «The Times», Abedi «se marchó a Libia hace dos semanas y había vuelto hace unos días».

El terrorista, de 22 años, se había vuelto extremadamente religioso hace dos. Hace uno se dejó la barba y comenzó a vestir al modo islámico tradicional. Frecuentaba el Centro Islámico de Mánchester y la mezquita de Dibsbury, donde también oraban sus padres y sus tres hermanos. Abedi había comenzado a estudiar un grado de Empresariales en la Universidad de Salford, pero lo dejó.

El terrorista dejó una maleta en el vestíbulo de salida del Mánchester Arena, donde 21.000 personas habían acudido al concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande, y la hizo estallar, provocando una terrible matanza, en la que murieron varios niños, entre ellos una de solo ocho años, Soffie Rose Roussos.

Abedi era conocido por la policía y los servicios de inteligencia del MI5 y comienzan a deslizarse las primeras críticas de por qué no fue debidamente controlado, o «monotorizado», como se dice en la jerga policial. Los investigadores creen que carecía de preparación para preparar una bomba como la que empleó, que aunque casera era bastante sofisticada y terriblemente letal. Por eso todos los desvelos policiales se dirigen ahora a encontrar al terrorista que fabricó la bomba, pues es quien tiene la capacidad técnica de provocar una masacre. De hecho, la ministra británica de Interior, Amber Rudd, ha reconocido hoy que «parece probable» que Salman Abedi actuara solo.

El hecho de que todo indica que contó con la ayuda de una célula terrorista es lo que llevó al Gobierno a elevar el nivel de alerta de «severa» a «crítica», lo que significa que un nuevo ataque terrorista puede ser inminente. Los niveles de alerta se crearon en agosto de 2006, al descubrirse una trama para intentar derribar aviones trasatlánticos. El rango máximo no se alcanzaba desde julio de 2007, cuando los atentados de Al Qaeda en el metro y un autobús de Londres dejaron 56 muertos. Durante los diez años siguientes no se registró ningún ataque con bomba en suelo británico, hasta la masacre del lunes.

El nivel crítico de alerta conlleva el despliegue desde esta mañana de hasta cinco mil policías, que patrullarán sobre todo en nudos de transporte y zonas especialmente concurridas. Las tropas no salían a la calle desde los atentados de Bruselas del año pasado, aunque entonces efectuaron más bien tareas de apoyo. La Policía del Gran Mánchester ha saludado positivamente la medida «que ayudará a nuestra investigación en curso».

El fin de semana coincide la celebración de varios acontecimientos deportivos multitudinarios, que ahora supondrán una prueba de fuego para los servicios de seguridad. En el estadio de Wembley, en Londres, se disputa la final de la Copa inglesa, la FA CUP; en Twickenham, la gran sede londinense del rugby, la final de la Premiership; y en Hampten, en Escocia, la Copa escocesa.

La situación es paradójica: el país vive unos días de cielo azul y calor casi veraniego, pero es indudable que la tristeza y la preocupación imperan en el ambiente, sobre todo en Mánchester, el punto crítico. La ciudad es el objetivo más probable del ataque que se teme, pues Abedi era nacido y vecino de uno de sus barrios del Sur. En las calles de Mánchester se han desplegado efectivos de los SAS, las fuerzas especiales de élite del Ejército. La campaña electoral continúa suspendida y Theresa May reúne de nuevo al gabinete COBRA de emergencias.

En las últimas horas se ha suscitado también un debate por la temprana filtración a medios estadounidenses del nombre de Salman Abedi a primeras horas de la tarde del lunes, cuando las fuerzas de seguridad británicas lo mantenían en la reserva para no perjudicar la investigación. Se cree que pudo ser una filtración de los servicios estadounidenses, con los que los británicos compartieron la información.

Mientras tanto continúan conociéndose nombres de más víctimas, que van emergiendo tras penosas tareas de identificación de los cadáveres destrozados por la bomba. Las identidades van destapando el terrible horror de un crimen que dejó 22 muerto y 59 heridos, 16 de ellos muy graves, porque se ve que la mayoría de las víctimas son jóvenes, mujeres y niños. Entre los fallecidos hay también varios padres que se habían acercado al Mánchester Arena a recoger a sus hijos adolescentes a la salida. Aguardaban en el vestíbulo que enlaza con la vecina estación de tren de Victoria y allí los sorprendió un ataque cruel, salvaje e indiscriminado.

Esta mañana se ha confirmado que entre los muertos está Olivia Campbell, de 15 años, cuya historia había conmovido al país después de que en la mañana del martes su madre, Charlotte, contase en BBC Radio sus intentos desesperados e infructuosos por dar con ella: «La llamo al teléfono pero está muerta». Había sido objeto de una búsqueda masiva por parte de amigos y familiares y a través de las redes sociales. Hoy su madre la despide con gran emoción en Twitter, bajo una hermosa foto de su hija, escribe: «RIP. Mi querida y preciosa niña hermosa, que se la llevaron lejos demasiado pronto, para cantar con los ángeles y continuar sonriendo. Mamá te quiere tanto».

Alison Howe y Lisa Lees son dos madres que murieron aguardando a sus hijas de 15 años, que resultaron ilesas. Giorgina Callander, de 18 años, estudiante de Salud, fue la primera víctima conocida, era una gran admiradora de Ariana Grande, que esperaba con ilusión el concierto. También se han facilitado los nombres de Kelly Bewster, de 32 años y John Atkinson, de 28. La embajada de Polonia ha confirmado que han muerto dos de sus nacionales, un matrimonio polaco que esperaba en el vestíbulo a sus hijas adolescentes. Una tragedia que supera fronteras, creencias y razas.

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