Los libaneses se unen para pedir el regreso de su primer ministro desde Arabia Saudí

Los distintos partidos del gobierno de Beirut se unen para exigir el retorno de Hariri

Saad Hariri, el pasado 3 de noviembre en un acto en Beirut Efe
Mikel Ayestaran

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La dimisión del primer ministro libanés Saad Hariri , por televisión y desde Riad, ha conseguido un efecto contrario al que se podía esperar y, en lugar de una crisis de gobierno, una semana después, las fuerzas políticas que forman el Ejecutivo de unidad nacional no reconocen su renuncia y le piden que regrese. Desde sus compañeros del Movimiento Futuro hasta Hizbolá exigen el retorno del dirigente suní, que sigue en Riad.

El último peso pesado de la política libanesa que abordó el caso Hariri fue el secretario general de Hizbolá, Hasán Nasralá , quien en un discurso televisado señaló que «el jefe de gobierno libanés está detenido en Arabia Saudí y por el momento no se le permite volver. Lo han puesto en arresto domiciliario» y, pese a las diferencias con Futuro, condenó «la humillación a la que han sometido a Hariri, es nuestro adversario político, pero es también nuestro primer ministro». El líder del Partido de Dios advirtió, además, que «lo más peligroso es que se está incitando a Israel a atacar a Líbano» y auguró que «los saudíes perderán aquí, como han perdido en otros frentes».

La polémica dimisión a distancia del primer ministro libanés se enmarca dentro de la «Guerra Fría» regional entre saudíes e iraníes, que se disputan la hegemonía en Oriente Medio y ya mantienen pulsos indirectos en Siria o Yemen. Hariri sería el hombre de Riad en Beirut y con su dimisión el reino wahabí buscaría «echar a los lobos a los ministros de Hizbolá» (partido chií vinculado a Irán), según escribió Robert Fisk en «The Independent», pero «han logrado lo contrario y la nación libanesa se ha despertado contra ellos. Ahora vemos en las calles carteles que rezan “Kul na Saad” (todos somos Saad), incluso los suníes están muy molestos con sus aliados saudíes», señaló en su último artículo el decano de la prensa Occidental en la región.

El presidente francés, Emmanuel Macron , viajó por sorpresa a Riad en medio de la confusión por Hariri y en plena escalada de tensión con Irán. Macron se reunió con el príncipe heredero y ministro de Defensa, Mohamed Bin Salman , con quien, entre otros asuntos, habló de Hariri. El dirigente galo expresó la importancia de mantener «la estabilidad, seguridad, soberanía e integridad del Líbano».

Al heredero al trono saudí, de 32 años, se le acumulan los frentes y, además del caso Hariri, mantiene los embargos a Qatar y Yemen y ha encerrado a más de 200 príncipes y ministros bajo la acusación de corrupción.

EE.UU. pide respetar la soberanía del Líbano

El gobierno estadounidense empleó palabras similares a las de Macron y urgió a respetar la «soberanía e independencia» libanesas. Rex Tillerson , secretario de Estado, subrayó en un comunicado que «EE.UU. advierte a cualquier parte, dentro o fuera del Líbano, en contra de usar el país como un lugar para conflictos entre terceros o en cualquier manera contribuir a la inestabilidad en ese país».

Un mensaje válido para Hizbolá, pero también para el gran aliado árabe de Donald Trump en la región, Arabia Saudí.

Bin Salman acusó hace una semana a Irán y Hizbolá de cometer un «acto de guerra» tras el lanzamiento de un cohete por los rebeldes hutíes de Yemen contra Riad. Nasrala, líder de Hizbolá, respondió con las mismas palabras y aseguró que «Arabia Saudí ha declarado la guerra al Líbano». De momento, el enfrentamiento es verbal, aunque Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein han pedido a sus ciudadanos que abandonen Líbano.

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