Las legislativas de Bulgaria alejan al país de la órbita rusa

En las elecciones legislativas anticipadas celebradas hoy, el claro vencedor fue el centroderechista partido GERB (32,8%), que lidera el ex primer ministro Boiko Borisov, quien a finales del año pasado presentó su dimisión tras el descalabro electoral en las presidenciales. Borisov se toma así la revancha en unos comicios en los que estaba en juego la influencia de Rusia sobre el país. La izquierda se mostraba más proclive hacia el Kremlin, pero la victoria de Borisov impide por ahora un mayor acercamiento a Moscú.

Cinco partidos y coaliciones integrarán el nuevo legislativo, donde además del GERB y el Partido Socialista, que ha obtenido el 28% de los votos, estará el Movimiento de Derechos y Libertades, de la minoría turca, los ultranacionalistas Patriotas Unidos y la reciente formación Volia (Voluntad), liderada por un polémico empresario, propietario de una cadena de gasolineras y de farmacias.

Durante la campaña, los socialistas lanzaron promesas que ni los más optimistas podían creer. Su líder, Kornelia Ninova, proclamaba que aumentaría los sueldos y las pensiones, que darían tierras a los campesinos desposeídos, garantizarían asistencia médica y medicamentos gratuitos, y otras promesas imposibles de cumplir.

Un fenómeno insólito de estos comicios es el llamado «turismo electoral». Cientos de autocares con residentes en Turquía, personas de la minoría étnica turca con doble nacionalidad, cruzaban la frontera para incrementar el número de papeletas de determinados candidatos. Hace pocos días, dirigentes de la coalición Patriotas Unidos (9%), integrada por tres partidos ultranacionalistas, decidieron cerrar el paso a esos autocares, bloqueando la frontera, lo que provocó grandes enfrentamientos. Otro grave problema ha sido la compra y venta de votos.

Con esta victoria, el nuevo primer ministro, si logra formar gobierno recurriendo a difíciles coaliciones, deberá demostrar que cumplirá sus promesas electorales. Y tendrá que esforzarse para que, de una vez por todas, el país se libre de la etiqueta que desde hace años se le adjudica de ser el más pobre y el más corrupto de la UE.