El líder laborista, Jeremy Corbyn, en un acto de campaña en Escocia ante el lema «Juntos somos más fuertes»
El líder laborista, Jeremy Corbyn, en un acto de campaña en Escocia ante el lema «Juntos somos más fuertes» - Afp

Los laboristas garantizan los derechos de los comunitarios en Gran Bretaña

Advierten, sin embargo, de que la libre circulación debe acabar tras el Brexit y descartan un segundo referéndum

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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La cuestión europea es el talón de Aquiles del Partido Laborista, que al optar por una tibia tercera vía entre el «brexiterismo» de los conservadores y el europeísmo de los liberales se ha quedado en tierra de nadie. Corbyn, euroescéptico de corazón, apoyó nominalmente la permanencia en la UE, pero sin fe y de manera displicente. Posteriormente, en la tramitación de la Ley del Brexit en el Parlamento los laboristas se plegaron a los dictados de May y fueron incapaces de hacer prosperar una sola enmienda frente a la versión dura de la salida propugnada por la premier.

El Brexit constituye un problema electoral para Corbyn. En el referéndum dos tercios de quienes habían votado laborista en las generales se inclinaron por la permanencia.

Pero si el estudio se hace por circunscripciones electorales, resulta que el resultado es justamente el contrario: en dos tercios de las demarcaciones donde ganó un diputado laborista se votó Brexit.

Esa paradoja obliga al partido a hilar fino cuando emerge la cuestión europea, poniendo una vela a cada santo y tratando de centrar la campaña en la vida doméstica de los británicos y no en Europa. La permanencia, aunque perdió, sumó 16,1 millones de votos en la consulta del pasado junio. Son muchísimos votantes europeístas que hay que cuidar.

Pero al tiempo los tories han lanzado una campaña que tiene como objetivo claro hacerse con escaños laboristas que están en circunscripciones brexiteras, así que Corbyn se cuida de no enojar a los pro Brexit con un europeísmo marcado.

Keir Starmer, el melifluo portavoz para el Brexit de la ejecutiva de Corbyn, ha explicado este martes las directrices del programa electoral laborista en el tema europeo y de nuevo ha jugado a un equilibrio que a la postre se queda en una postura indefinida, que no atrae la atención del público.

El Partido Laborista promete que si Corbyn se convierte en primer ministro, algo que ahora mismo no creen ni sus propios votantes, su primera medida, «a las nueve de la mañana de su primer día en el cargo», será garantizar los derechos de los tres millones de ciudadanos comunitarios que se calcula que viven en el Reino Unido. May hasta ahora se ha negado a hacerlo, a pesar de sus buenas palabras en ese sentido, porque quiere utilizarlos como baza en su negociación con Bruselas.

Descarta un segundo referéndum

Pero tras ese gesto europeísta, el laborismo da la de arena y descarta un segundo referéndum sobre la cuestión europea y advierte que una vez que se complete el Brexit se acabará la libre circulación de comunitarios (dentro del jaleo interno que tiene el partido, en este punto Keith Starmer contradice a Corbyn, que en su día había abogado porque continuase ese libre acceso desde los 27).

Además, el Partido Laborista aboga por que se mantenga el máximo acceso posible al mercado único de la UE, aunque admite que no podrá seguir existiendo la apertura total actual. Por último, se opone a que el Reino Unido pueda dejar la UE sin un acuerdo con sus antiguos socios, hipótesis que atrae a los brexiteros tories más ardorosos y patrioteros. Los laboristas quieren que el Parlamento tenga la potestad de poder enviar de vuelta a May a Bruselas para buscar un acuerdo mejor si el alcanzado no resulta satisfactorio para la mayoría de los Comunes.

A la vista de su confuso programa europeo, han recibido una crítica unánime: no tienen un programa claro sobre el Brexit. Tony Blair, que está embarcado en una campaña europeísta con la que intenta volver a la luz del sol de la política, achaca al equipo de Corbyn «falta de claridad» en la cuestión europea, lo mismo que han dicho también los conservadores. Además, Blair acusa a Corbyn de haberse embarcado en unas «elecciones partidistas», en plan lucha de clases.

El europeísta Tim Farron, el líder de los liberal-demócratas, recuerda que a la hora de la verdad el Partido Laborista «votó por el Brexit duro en el Parlamento» y han elegido «no ser carne ni pescado en el tema europeo, el mayor que ha afrontado el país en una generación».

Open Europe es un lobby pro europeísta dirigido por gente de la órbita del Partido Liberal Demócrata, pero que cuenta con el apoyo de Blair del que fuera su mano derecha, Mandelson. Algunos tories pro UE se habían sumado a la plataforma, pero se han marchado dando un portazo después de que Open Europe, que cuenta con 600.000 simpatizantes registrados, presentase un plan para derrotar a 20 diputados que mantienen posiciones de Brexit duro. De esa veintena, resultó que 18 son conservadores. Además, de los candidatos que Open Europa propone para desbancar a esos duros del Brexit solo uno es tory.

Ante esa situación, cinco importantes conservadores que apoyaban a Open Europe se han dado de baja en la plataforma, entre ellos Nicky Morgan, que fuera ministra de Educación con Cameron, y Dominic Grieve, antiguo fiscal general.

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