Miguel Ángel Ballesteros: «Kim Jong-un no quiere negociar. Sabe que su supervivencia está en mantener la tensión»

El general cree que la solución para evitar el conflicto militar con Corea del Norte pasa por un acuerdo previo entre China y EE.UU.

El general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos JAIME GARCÍA
Susana Gaviña

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Casi una semana después de que comenzará el cruce de amenazas entre el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, y el de EE.UU., Donald Trump, la escalada de tensión entre ambos países se ha situado en cotas que los situán al borde del conflicto militar. La ligereza con que el mandatario estadounidense utiliza su cuenta personal de Twitter , le ha dado alas a su homólogo norcoreano para subir la apuesta, llegando a amenazar con lanzar cuatro misiles contra las aguas de la isla de Guam , territorio estadounidense. Un plan que el régimen anunció presentaría a mediados de este mes, y para el que Washington ya ha previsto una contundente respuesta.

¿Es posible detener el conflicto? ¿Hay todavía espacio para la diplomacia? El general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) , reflexiona para ABC, durante una conversaación telefónica, sobre por qué se ha llegado a este punto del conflicto, entre EE.UU. y Corea del Norte, y dónde residiría la solución.

En primer lugar, ¿cuál es la capacidad nuclear real de Corea del Norte? Algunas fuentes la sitúan en 10 ojivas, y EE.UU., entre 30 y 60.

La Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. calcula 60 cabezas nucleares. Muy probablemente de pequeña potencia: entre un máximo de 30 kilotones, y para hacerse una idea puedo decirle que la de Hiroshima y Nagasaki era de 20 kilotones. Además lo que Pyongyang está desarrollando últimante son dos aspectos: la miniaturización de la cabeza nuclear para que sea capaz de caber en la ojiva de un misil (el régimen de Pyongyang no tiene bombardeos para lanzar la bomba desde un avión, como se hizo en Hiroshima y Nagasaki). También está desarrollando ahora misiles de largo alcance, intercontinentales, que llegarían, por ejemplo, a la isla de Guam, situada a 3.500 kilómetros.

En comparación con el arsenal militar de EE.UU. (6.8000 cabezas nucleares), este parece un conflicto entre David y Goliat...

Corea del Norte lleva desde 2006 realizando ensayos nucleares. Desde entonces ha efectuado cinco. De los tres primeros sacó un rendimiento: para que no siguieran haciendo ensayos nucleares, la comunidad internacional –concretamente EE.UU., Corea del Sur y Japón– cedió y aceptó parte de sus exigencias, entre ellas, ayudas económicas. No le fue tan mal en esa lucha de David contra Goliat... Y al final, lo que pretende por encima de todo el régimen de Kim Jong-un, que es hereditario –estamos ya en la tercera generación–, por encima de todo es la supervivencia. Y eso es algo muy difícil si tenemos en cuenta que a un lado y a otro del paralelo 38 [el que dividide a las dos Coreas] la diferencia de nivel de vida es abismal, como no la hay en ninguna otra parte del mundo. En el Sur la renta per capita es de 30.000 dólares. La del Norte no se sabe, pero desde luego es muy pequeña. Es un pueblo que sin la ayuda de China pasaría hambre.

Desde el primer ensayo, en 2006, la tensión entre EE.UU. y Corea del Sur se ha mantenido sin llegar a cotas tan peligrosas como la actual, que coincide con la baja popularidad de Trump en su país... ¿Qué factores han influido para esta escalada de tensión, que raya ya en el conflicto bélico?

El problema que tiene Trump es que tiene un instrumento en su mano, que es Twitter, que hace que lance mensajes sin mucha meditación. Obama era un presidente de EE.UU. al uso, que hablaba después de haber consultado y evaluado por parte de sus asesores y toda la Administración qué estrategia se iba a seguir y qué se iba a decir. En el caso de Trump, parece que eso no funciona así. Funciona de una forma muy impulsiva. Eso ha llevado a una dialéctica que está provocando una escalada. No por culpa del presidente Trump, sino porque la forma de hacer comunicados del presidente de EE.UU. coincide enfrente con una Administración, la de Corea del Norte, que es una irresponsable total. Pyongyang sabe precisamente que en el mantenimiento de la tensión es donde está la supervivencia del régimen de Kim Jong-un.

Usted otorga un papel fundamental a China para acabar con esta crisis...

China quiere que nadie le dispute el liderazgo regional. Ella es el principal apoyo y aliado de Corea del Norte, y aunque no está de acuerdo con que Pyongyang se comporte como lo está haciendo, en que disponga de armas nucleares, de misiles que pueda colocar esas cabezas nucleares en cualquier parte, tampoco quiere que EE.UU. sea el líder de toda la península de Corea. En esa disyuntiva es en la que se está moviendo ahora China. Por eso el pasado sábado firmó la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que imponía sanciones al régimen de Corea del Norte. Para un país que tiene un tercio de la población que pasa privaciones, son sanciones muy fuertes. Y China le ha dicho a Corea del Norte que tiene que cumplir con las resoluciones de la ONU, esto es, cumplir la resolución que le prohíbe hacer ensayos nucleares y la que le prohíbe ensayos de misiles balísticos intercontinentales. Algo que está incumpliendo. EE.UU. no se ha saltado nada. En este conflicto no hay una responsabilidad simétrica. Washington está buscando disuadir al régimen de Kim Jong-un. La pregunta es si la dialéctica, el Twitter, es capaz de controlar y desescalar el conflicto y resolver el problema, o por el contrario, ese sistema tiene el riesgo de continuar con la escalada dialéctica, y al final estas escaladas conducen a los hechos.

¿Dónde cree usted que está la solución?

Creo que China y EE.UU. tienen que sentarse a hablar. Esto es una conversación en una mesa, en la que los protagonistas son Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, China, EE.UU., Rusia y Naciones Unidas. El paso previo para un acuerdo, es una negociación entre China y EE.UU.

Rusia ve un alto riesgo de enfrentamiento militar y le ha pedido a EE.UU. que dé el primer paso para rebajar la tensión...

EE.UU. está siendo coherente en sus acciones. Le está diciendo a Corea del Norte que tiene un escudo capaz de derribar los cuatro misiles que está dispuesto a mandar, y que haría el ridículo. Y es algo que ha estado probando estos días. Cada vez que Corea del Norte hacía un ensayo de un misil, la respuesta de EE.UU. ha sido hacer un ensayo del sistema antimisiles Thaad. Un sistema que tiene lanzadores en Alaska, en la isla de Guam y también en Corea del Sur, donde hay seis. Washington le está mandado un mensaje a Pyongyang diciéndole que su escudo antimisiles funciona y que va a hacer el ridículo, y además se va a exponer a una respuesta contudente. Las acciones de EE.UU., en mi opinión, son impecables. Otra cosa es si la dialéctica, las frases en Twitter o en las redes sociales ayudan a encontrar la paz por vía diplomática o la complican. Hay que ser consciente de quién está enfrente, Kim Jong-un, que no lucha por su pueblo sino por su propio régimen, y eso es muy peligroso, porque puede llegar a cometer cualquier disparate. De todas maneras, también es cierto que Corea del Norte no quiere negociar, lo que quiere es mantener la tensión porque es el sistema que ha encontrado para que el régimen sobreviva. Si llega a un acuerdo será temporal, como todos los anteriores que ha acabado rompiendo para volver a la tensión, que le permite seguir al frente de un pueblo que cree estar al borde de una invasión. ¿Qué se le puede dar a Corea del Norte para llegar a un acuerdo? Lo que ellos quieren es mantener la tensión, para mantener el régimen. Esa es la forma que tienen de que el pueblo norcoreano forme una piña en torno a su líder.

¿Hasta cuándo se va a mantener esta dinámica?

Esto ha venido ocurriendo desde 2006. ¿Quién puede resolver esto? China. Creo que sería bueno que Trump y el presidente chino, Xi Jinping, mantuvieran una buena relación. Sería fundamental para la estabilidad en Asia.

Entre los países afectados por esta crisis está Japón, que ha asegurado que destruirá los misiles que sobrevuelen su territorio, algo que los expertos cuestionan sea capaz de hacer...

Japón no tiene en este momento, por sí mismo, un escudo capaz de parar misiles intercontinentales. Lo que esta pidiendo el ministro de Defensa, Itsunori Onodera, al primer ministro, Shinzo Abe, es rearmarse para poder hacer frente a cualquier amenaza de Corea del Norte. Pero la historia de Japón es la de un país que inició un ataque contra EE.UU., salió muy mal, y desde entonces tiene internamente una contestación enorme al rearme. Eso es un problema en Japón, que se enfrenta a un gran riesgo por parte de Corea del Norte.

¿Qué papel juega Europa en esta crisis?

Lamentablemente Europa no tiene una única voz. La que se ha oído estos días es la de la canciller alemana, Angela Merkel, reclamando una solución diplomática, indicando que no puede haber una solución militar. Y creo que tiene toda la razón. Pero ella habla como representante de Alemania. Una vez más, Europa está geográficamente lejos del conflicto, pero debería de tener un cierto protagonismo, y lamentablemente no es así. Europa debe de hacer un esfuerzo por tener una única voz en política exterior y de seguridad si quiere ser relevante en el mundo. De otra manera, Europa se verá abocada a lo que otros decidan por ella.

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