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El líder reacciona al anuncio de su victoria en Liverpool, este sábado - REUTERS

Corbyn promete unificar el laborismo tras arrasar en las primarias

El veterano dirigente obtiene el 61,8% de los votos y derrota al moderado Owen Smith por 23,6 puntos

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Tal y como se esperaba, Jeremy Corbyn ha derrotado este sábado a los moderados sublevados contra su liderazgo, que lo ven incapaz de llegar algún día a primer ministro. Según se ha anunciado este mediodía en la conferencia del Partido Laborista en Liverpool, el veterano dirigente, de 67 años, ha vencido al moderado Owen Smith, con un 61,8% de los votos frente a un 38,2%. Corbyn logra una holgada victoria por 23,6 puntos, en la línea de lo que auguraban las encuestas. La participación ha sido muy alta, del 77,6%, y el ganador ha obtenido 313.209 votos de los 506.438 emitidos.

Corbyn ha superado su ya contundente victoria en las primarias de hace un año, cuando llegó al liderazgo con el 59,5% de los votos.

Ahora, justo cuando más cuestionado está dentro del aparato del partido, las bases lo refuerzan con un respaldo del 61,8%. La revuelta contra Corbyn, que perdió una moción de confianza en su bancada parlamentaria, fue auspiciada por los diputados laboristas críticos, que son mayoría, y tomó forma en la candidatura alternativa del galés Owen Smith, de 46 años, que no ha podido con Corbyn, un izquierdista clásico, socialista y pacifista, que ha escorado al partido al radicalismo y está a once puntos de los conservadores en las encuestas electorales.

Corbyn y Smith, vestidos con trajes elegantes, se saludaron con afabilidad, pese a su bronca campaña. El ganador, que es normalmente un hombre de expresión parca, no podía ocultar su dicha y su discurso fue una llamada a la unidad. Ataviado con su corbata roja habitual, arrancó felicitando a Owen y sus voluntarios por su campaña y destacó que «acabo de recibir el segundo mandato en un año para dirigir al partido», en claro aviso a los críticos. La última frase de su discurso fue en la misma línea: «Mi deber ahora es reunir al partido, tenemos que trabajar juntos y respetar la decisión democrática».

El cisma en el laborismo es tal que se ha llegado a hablar hasta de una posible escisión del sector moderado. Corbyn quiere evitarla desde ya: «Tenemos mucho más en común de lo que nos separa». Reconoció que la campaña con Smith fue «muy apasionada», pero le quitó hierro: «Estamos orgullosos de discutir abiertamente y poder estar en desacuerdo». Por vez primera condenó expresamente los momentos de acoso a los moderados que se han registrado, aunque sin reconocer que partieron de sus filas, sobre todo de la plataforma Momentum que lo apoya, donde incluso hay un sector troskista. «Hay que acabar con los abusos contra las personas. Ese no es mi estilo ni el del laborismo, ni nunca lo será».

Corbyn se jactó de que su formación tiene medio millón de afiliados, «la mayor base de un partido en toda Europa occidental». Como siempre, incidió en sus temas habituales de justicia social: «Aquí en el Reino Unido, la sexta economía del mundo, hay cuatro millones de niños pobres». Anunció que la próxima semana el Partido Laborista lanzará una campaña contra el plan de Theresa May de relanzar las escuelas selectivas, prohibidas en 1998 por Blair. Calificó la reforma de May de «segregación escolar».

Una vez más, pasó por alto sobre el tema más importante de la política británica hoy, el Brexit. Corbyn es euroescéptico y nunca estuvo cómodo haciendo campaña por el Remain. De hecho, muchos achacan parte del triunfo del Leave a su abulia. Owen Smith reclamaba un segundo referéndum, pero el líder sostiene que hay que respetar el mandato del pueblo británico y buscar un buen acuerdo con Europa.

En su discurso replicó también a la mayor crítica que se le hace, la de que no da el perfil de primer ministro y jamás ganará unas elecciones: «No dudo que este partido podrá ganar las siguientes elecciones».

Los conservadores han respondido a su elección afirmando que «la victoria de Corbyn deja a su partido dividido, distraído y demasiado incompetente como para construir un país que funcione para todos los británicos».

Chuka Umunna, uno de los diputados críticos destacados, ha reconocido que «el problema del liderazgo queda zanjado y ahora debemos mirar adelante». Será muy difícil continuar cuestionando al peculiar Corbyn tras el doble respaldo que ha recibido de las bases en menos de un año. La paradoja es que sus éxitos ante la militancia pueden convertirse en fiascos cuando se enfrente al electorado del país, mucho más moderado que los afiliados laboristas, infiltrados cada vez más por grupos de extrema izquierda. Si es cierto el aserto que sostiene que las elecciones se ganan desde el centro, y la experiencia apunta que así es, Corbyn lo tendrá muy difícil para llegar al Número 10.

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