Hungría advierte de que no dejará que se castigue a Varsovia

El presidente polaco desafía a la UE y promulga las leyes cuestionadas

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, hoy en Bruselas EFE
Rosalía Sánchez

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Si el gobierno de Polonia recibía sin gran preocupación el anuncio de la Comisión Europea sobre la activación del «botón nuclear» que permite castigar con la retirada del derecho de voto a países que atentan de forma grave y persistente contra los valores europeos, es porque se guardaba en la manga el apoyo de Hungría. «De ninguna manera el Ejecutivo húngaro aceptará», la propuesta de la Comisión, adelantó hoy el vicepresidente húngaro, Zsolt Semjén , sobre una medida que, en última instancia, ha de ser tomada por unanimidad. Hungría reducía así el margen de maniobra de las autoridades europeas frente a la insumisión polaca. «Se trata de una manifestación política sin capacidad de efectos reales», zanjó triunfal, desde Varsovia, Beta Mazurek, del partido en el gobierno Ley y Justicia (PiS).

Aunque la presión sobre Varsovia será constante, aunque al final no se le llegue a retirar el voto. El pulso abre además un nuevo foco de crisis en la UE y agrava la división entre los países del Este y del Oeste. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, también en el punto de mira de Bruselas por poner en riesgo el Estado de derecho, dejaba claro que votará solidariamente con Polonia apenas unos minutos después de que el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans, declarase que «hemos decidido iniciar el artículo 7, pero los hechos no nos dejan otra opción». «Hacemos esto por Polonia, por los ciudadanos polacos. Creo que todos los ciudadanos de un país de la UE tienen derecho a una justicia independiente», justificaba. Pero apenas Timmermans pronunciaba estas palabras, cuando el presidente polaco, Andrzej Duda , promulgaba las dos leyes de reforma del sistema judicial, en abierto desafío a la UE.

Frente nacionalista

El frente este de gobiernos nacionalistas y hostiles a las autoridades europeas, que acaba de verse reforzado con la entrada en el gobierno de Austria del ultra FPÖ como socio menor de coalición, demuestra que cuenta con poder institucional suficiente como para plantar cara a Bruselas. Gracias al apoyo húngaro, las reformas judiciales aprobadas por el Gobierno euroescéptico polaco quedarán sin castigo efectivo. «En Bruselas no contaban con que los países del Este hiciesen valer sus preferencias por democracias no liberales», explica el experto Jacques Schuster, para quien estos países están experimentando un «final de ciclo liberal, en el sentido del concepto de Jacques Rupnik, que quizá podamos ver pronto también en otros países europeos».

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