Guerra del hambre en Siria: las otras «Madayas» del conflicto

Más de 400.000 personas viven en zonas bajo el asedio, atrapadas entre las fuerzas del Gobierno de Bashar al Assad y de la oposición, de los terroristas del Daesh o de la rama siria de Al Qaida

Madrid Actualizado: Guardar
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En los albores de la «revolución», tras la mecha encendida en Túnez hace ya cinco años, hileras de manifestantes cantaban y clamaban contra el tiránico régimen de Bashar al Assad. «No queremos pan ni petróleo, queremos libertad», muestran las imágenes del devastador documental « Silvered Water, Syria Self-Portrait», autorretrato por Wiam Bedirxan y Ossama Mohammed de un país donde «los youtubers filman y mueren todos los días. Mientras tanto, los otros matan y filman». Se consideraba a Siria como país de clases medias. Residentes en Madaya, adultos y niños, esqueléticos, contrastan ahora con los anhelos de los inicios de las revueltas. Ni libertad y ni mucho menos pan; Naciones Unidas ha podido constatar esta semana tras la entrada de los camiones con ayuda humanitaria la inanición de la población civil de esta localidad siria a tan solo 20 kilómetros de la capital, Damasco, causada por el asedio de las fuerzas del Gobierno sirio. Pero aunque su caso posiblemente sea el más extremo, hay otra decena de « Madayas», aisladas y a punto de sucumbir al hambre.

Primero fueron las revueltas, los bombardeos y los tiros de kalashnikovs. De ahí se pasó a grupos paramilitares, atentados y al uso de gas sarín. Al laboratorio del horror de la guerra se le sumaron las decapitaciones y otras muertas de barbarie. La última arma de batalla es el hambre. Más de 400.000 personas en Siria viven bajo asedio de fuerzas del Gobierno y opositoras, entre las que están el propio Estado Islámico y la rama siria de Al Qaida, Frente al Nusra, según ha denunciado la directora del Comité Internacional de Cruz Roja en Siria, Marianne Gasser. Pide una acción urgente además de los convoyes de comida, medicina y ropa de abrigo operados por esta organización, Naciones Unidas y Media Luna Roja Árabe Siria. La ayuda en Madaya había sido entregada el pasado octubre pero se agotó hace semanas.

Madaya

En septiembre de 2015 se llegó a un alto el fuego aparentemente para garantizar el acceso sin trabas a la ayuda humanitaria y evacuar a los civiles heridos, pero no llegaron los resultados esperados. Llevan sufriendo 180 días de asedio. «Las familias no tienen los suministros de alimentos básicos. Algunos todavía se entregan a través del propio asedio, pero son enormemente caros. Las familias han recurrido a la búsqueda de alimentos en los bosques de los alrededores, donde corren el riesgo de ser fusilados por francotiradores o volados por minas». Estas líneas fueron publicadas en un comunicado de Amnistía Internacional el pasado 8 de enero, acompañadas de testimonios de residentes como Mohamed: «Todos los días nada más despertarme empiezo a buscar alimentos. He perdido tanto peso, que hoy no soy más que un esqueleto cubierto sólo por la piel. Todos los días siento que me voy a desmayar y no voy a poder despertar de nuevo... Tengo una esposa y tres hijos. Comemos una vez cada dos días».

Al menos 35 personas han muerto por falta de alimentos, aunque esa cifra podría ser mayor. Pese a estar a tan solo 24 km de Damasco, donde la harina cuesta 79 centavos el kilo, en Madaya su coste asciende a 120 dólares. Debido al apagón informativo de Siria, además de las organizaciones ya mencionadas, solo activistas locales como Raqqa está siendo masacrada en silencio o el Observatorio Sirio de Derechos Humanos informan con rigor entre bombas y combates soterrados. También entre el hambre y la asfixia.

Zabadani

«En la revolución soñaba con democracia, con libertad», dijo un residente sirio de la vecina Zabadani a « The NY Times» en una entrevista vía Skype con claros síntomas de agotamiento. «Hoy solo sueño con comida. Quiero comer. No quiero morir de hambre». Los residentes de Zabadani dicen que el bloqueo del gobierno sirio continúa y los suministros están disminuyendo. El personal médico está luchando por ayudar a los enfermos, que cada vez sufren más la guerra del hambre. Como informó «Al Yazira», después de meses de privación de alimentos, la rabia de sus habitantes es igual o mayor a sus necesidades básicas.

Los residentes de al menos 13 ciudades sirias y pueblos en estado de sitio por el régimen de Assad y sus aliados se enfrentan ahora el fantasma del hambre, según fuentes locales citadas por la agencia de noticias turca «Anadolu». «Déjenme ser claro: el uso del hambre como arma de guerra es un crimen de guerra», dijo Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, en una rueda de prensa de este viernes.

Fuah y Kafarya

Otras dos ciudades han centrado las voces de denuncia de las organizaciones defensoras de derechos humanos. Fuah y Kafarya, localidades de la región de Idlib, están ambas controladas por alianzas rebeldes y cercadas desde hace meses por el Frente al Nusra. Cerca de 20.000 personas se encuentran atrapadas desde marzo y su situación es comparable a la de Madaya. Veinte camiones con alimentos y medicinas han comenzado a acceder a estas ciudades. Desde el inicio de los bombardeos rusos en septiembre 16 centros médicos han sido destruidos.

Deir Ezzor

Aunque el hambre en Siria ha golpeado mediáticamente a Occidente por Madaya, bajo asedio de las fuerzas de Assad, los bárbaros del Daesh también recurren a este arma de guerra. Más de 200.000 personas se encuentran cercadas por los yihadistas del califato desde hace meses en la región de Deir Ezzor al este del país. El acoso comenzó mediante el bloqueo de entrada de alimentos y ayuda médica en los barrios de Al Jora, Al Qosour, Harabish y Al Baghila, controlados por el régimen sirio e inundados de miseria, lo que hizo subir los precios de los alimentos y los suplementos alimenticios. Los costosos servicios sanitarios son inasumibles para la mayoría de la población.

«Deir Ezzor sólo tiene actualmente un hospital improvisado con cuatro médicos que trabajan allí», dijo el coordinador de Médicos Sin Fronteras, Patrick Wieland, al regresar de Siria.

Una bolsa de pan puede llegar a costar hasta 12 euros al cambio (3.000 libras sirias), 1 litro de aceite o 1 kg de mantequilla árabes, 24 euros (6000 libras sirias), y azúcar y harina 11.60 euros (2800 libras sirias), según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Además varias oenegés en el terreno y Naciones Unidas han informado de graves problemas de salud vinculados a infecciones respiratorias agudas en la mayoría de su población.

El Producto Interior Bruto de Siria en 2015 se redujo un 60% en comparación con el año 2010, según un estudio del think tank británico Chatham House. «Los sectores más afectados son el turismo y la industria, este último con una reducción de hasta el 80%», dijo el economista sirio Jihad Yazigi a «Al-Monitor».

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