Un narco colombiano muestra cocaína pura en el departamento del Chocó
Un narco colombiano muestra cocaína pura en el departamento del Chocó - ÁLVARO YBARRA ZAVALA

El futuro de la droga en Colombia

La firma de la paz no garantiza que se acabe con el narcotráfico en los espacios que dominan la FARC; existe el riego de que las unidades disidentes de la guerrilla entren en el negocio de las drogas por sí mismas

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En lo profundo del Cauca, departamento fuertemente afectado por el conflicto armado colombiano, los lugareños debaten sobre el futuro cercano de los cultivos de drogas ilícitas, más allá de los acuerdos alcanzados en la Habana entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano. La gente considera que mucho de lo que se ha dicho sobre ese tema, es letra muerta porque la realidad del campo es otra.

Los acuerdos alcanzados contemplan atender estos temas, que incluyen plan de desarrollo agrario y solución a los graves problemas sociales, económicos y ambientales que se generan de la producción y el mercado de estos cultivos y que requiere una solución real a partir de una revisión de la actual guerra contra el narcotráfico.

En el marco de las negociaciones el Gobierno colombiano y las FARC iniciaron un proyecto piloto de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos en el municipio de Briceño, en el departamento de Antioquia. El plan de sustitución constituye el inicio de la implementación de los acuerdos que se están logrando en La Habana y que en este caso llegan a las zonas rurales, los territorios donde más afecta el conflicto.

«Acá ninguna autoridad llega para ayudarnos con los cultivos tradicionales. La guerrilla es la que pone el orden. Aquí seguiremos sembrado coca y marihuana», dijo un campesino que cultiva marihuana en la localidad de Jambaló mientras se tomaba un café en una estación de gasolina.

De acuerdo con el último informe Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), 74.500 hogares colombianos están involucrados en la siembra de coca, un 11% más que en 2014. En el departamento del Cauca, además de las plantaciones de marihuana en el valle, se hallan alrededor de 3326 hectáreas de coca y se estima que en estas montañas se encuentran los cultivos más grandes de esta planta en Colombia.

En las poblaciones se denuncia que tanto el Ejército como los grupos armados irregulares cobran impuesto a la coca, por lo que los cultivos ilícitos son cada vez mayores y a la vista de las autoridades.

Incidencia de las FARC en las drogas ilícitas

Durante muchos años, las FARC han sido calificadas como una guerrilla «narcoterroristas» por el Gobierno de Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea, pero los guerrilleros niegan ser narcotraficantes e insisten en que sólo cobran el «gramaje», es decir, un impuesto a quienes manejan el negocio: los que mueven el clorhidrato de cocaína y los que tienen laboratorios de producción de clorhidrato, no a los campesinos ni los que producen base de coca. Es toda una cadena de pagos por la droga que se mueve y produce dentro de sus territorios que según informes oficiales pueden dejarle una ganancia promedio por kilo de 450 $ que multiplicados. Se estima que de la producción total de cocaína colombiana, las FARC controlan dos tercios. Aunque en sus inicios se oponían al cultivo de coca, lo aceptaron, así que la cocaína se convirtió en una de sus fuentes de autofinanciación más importantes.

La Fiscalía colombiana ha dicho que tiene evidencias de que desde 1982 las FARC se incursionaron en el narcotráfico.

La firma de la paz no garantiza que se acabe con el narcotráfico que circula en los espacios que dominan la FARC. Existe el riego y una gran posibilidad de que las unidades disidentes de la guerrilla entren en el negocio de las drogas por sí mismas y trabajen al lado de las bandas criminales o que otros grupos guerrilleros de izquierda asuman el control de todos los territorios.

La Agencia Antidrogas estadounidense DEA no duda en señalar la vinculación entre varios frentes de las FARC y organizaciones criminales mexicanas. En el informe se incluyen redes con los Zetas, el cartel de los hermanos Beltrán Leyva, el cartel Jalisco Nueva Generación, así como el de Sinaloa, cuyo principal líder es Joaquín «Chapo» Guzmán.

Al igual que las FARC, la DEA señala que las bandas criminales colombianas también han incrementado sus negocios con carteles mexicanos con la misma dinámica, pues se apoyan en las redes de los mexicanos para la distribución de droga en Estados Unidos

Algunos analistas consideran que si en Colombia las FARC no estuvieran dedicadas al narcotráfico, no tendrían los recursos ni la estructura que los mantiene.

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