El presidente galo, François Hollande, este lunes durante el homenaje a las víctimas del terrorismo en Francia
El presidente galo, François Hollande, este lunes durante el homenaje a las víctimas del terrorismo en Francia - REUTERS

Francia y el terrorismo: entre homenajes y desunión nacional

Una ceremonia para homenajear a las vícitimas del terrorismo en Francia de los últimos treinta años ha vuelto a poner de manifiesto la «ineficacia» de la política anti yihadista de Hollande

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François Hollande ha presidido este lunes una ceremonia excepcional de recuerdo y homenaje a todas las víctimas del terrorismo, desde hace treinta años. Mientras, agrias polémicas resquebrajan la unidad nacional.

El jefe del Estado había elegido personalmente la fecha del 19 de septiembre, para recordar el vigésimo séptimo aniversario del atentado contra el DC-10 de la compañía UTA, que costó a la vida a 170 personas entre las que se encontraban 54 franceses, durante un vuelo entre Brazzaville y París. Tras aquel atentado, siguió una larga y dramática serie de ataques, que culminaron en 2015 y 2016, con la matanza de Charlie-Hebdo, los atentados del noviembre pasado y la matanza del Niza, el verano pasado: 220 muertos en poco más de un año.

La ceremonia oficial comenzó poco después de las 9 de la mañana del lunes, en un patio interior del Hospital de los Inválidos, monumento nacional, frente a una estatua de Nicolas Alquin, convertida en memorial: «Palabra debida a las víctimas del terrorismo». El presidente Hollande recordó los grandes principios: unidad nacional, homenaje a todas las víctimas, y, gran novedad, una revisión en profundidad de las indemnizaciones del Estado a las víctimas. Estaba acompañado de miembros de su gobierno como Manuel Valls, primer ministro, y numerosas personalidades de la oposición, comenzando por el expresidente Nicolas Sarkozy.

La unidad simbólica apenas duró los diez minutos cortos del breve discurso del jefe del Estado. Antes y después, las declaraciones de numerosos familiares de víctimas del terrorismo dejaron al descubierto heridas profundas; de carácter moral, social y político.

«Mi sobrino fue asesinado el 13 de noviembre en la sala de conciertos Bataclan. Recibimos vía SMS, mensaje de texto telefónico, una invitación para participar en una ceremonia: nadie había comprobado que nosotros estábamos enterrando a nuestra víctima», ha declarado el tío de una víctima que prefiere no ser identificado. «Mi hermano no estuvo en Afganistán… ¿Por qué condecorarlo como a las víctimas?», ha pregunta otro familiar, indignado. «Le Figaro» resume la nueva crisis francesa con este titular: «Terrorismo, homenaje y tensiones».

Los portavoces gubernamentales intentan disculparse de los constantes fallos en materia de homenajes, afirmando que, en verdad, son las asociaciones de víctimas del terrorismo las que «gestionan» las relaciones entre las familias y el gobierno. Sin embargo, no es un secreto, que las asociaciones sostienen una guerra sorda que tiene muchos flecos penosos en materia de desunión nacional. En el terreno estrictamente político, Nicolas Sarkozy denuncia con insistencia la «ineficacia» de la política anti terrorista de Hollande, reinstalando el terrorismo en campo de batalla electoral.

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