Francia condena a «Teodorín» Obiang a tres años que no tendrá que cumplir

La corte también decretó que Obiang Mangue deberá indemnizar con 10.000 euros a Transparencia Internacional, que estuvo en el origen del proceso en su contra al denunciarlo ante la justicia francesa

Teodorín Obiang, saliendo de uno de sus coches ABC

JUAN PEDRO QUIÑONERO

El Tribunal Correccional de París ha condenado a tres años de cárcel y 30 millones de euros de multa, con exención de pena, a Teodoro Nguema Obiang Mangue, “Teodorín” , vicepresidente de Guinea Ecuatorial, culpable de numerosos delitos de corrupción, blanqueo, desvío de fondos públicos y abuso de confianza, en su su patria y en Francia, donde acumuló un importante capital mobiliario e inmobiliario gracias a tales prácticas.

La exención/suspensión de pena no ha evitado que sean confiscados todos los bienes comprados en Francia por “Teodorín”, valorados en más de 100 millones de euros, y entre los que se encuentra el suntuoso edificio de la embajada de Guinea Ecuatorial en París.

A juicio de la presidenta del Tribunal, Bénédicte de Perthuis , “hay pocas dudas” del origen crapuloso de los capitales manejados por “Teodorín”, no solo en Francia: corrupción y malversación de fondos públicos guineanos. En términos menos elípticos, el “niño” se estuvo lucrando en la “finca” nacional/familiar.

Como ministro de Agricultura y Recursos forestales , durante durante una larga década, hacia el 2000 y años más tarde, los ingresos oficiales de “Teodorín” (unos 80.000 dólares) no permitían “justificar” los “flujos” de decenas de millones de dólares, entre sus cuentas bancarias guineanas y francesas.

“Teodorín” deberá pagar 10.000 euros a la organización Transparencia Internacional , que estuvo en el origen último del proceso, denunciando un comportamiento crapuloso que la policía y la justicia francesas habían preferido ignorar durante muchos años.

La exención/suspensión de pena, por el contrario, permitirá al hijo del dictador guineano librarse de la cárcel, sin pagar los 30 millones de euros de multa de la condena, tampoco, beneficiándose de la bizantina sentencia con la que pudiera terminar un nuevo caso de tiranuelos africanos y árabes afincados en París, contando con el silencio ¿culpable? del funcionamiento policial y judicial aparentemente incapaz de poner coto de manera radical a la vida y milagros de estos personajes. Sin Transparencia Internacional, “Teodorín” hubiese podido beneficiarse indefinidamente de la ignorancia voluntaria de la policía y la justicia francesas.

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