Fracaso de la segunda jornada de protestas en Francia contra la reforma laboral de Hollande

Los sindicatos y asociaciones de estudiantes son víctimas de su división y objetivos enfrentados

El miércoles los sindicatos rupturistas consiguieron movilizar a entre 200.000 y 500.000 manifestantes en todo el país

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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La segunda jornada de manifestaciones y protestas, este sábado en toda Francia, contra la reforma laboral de François Hollande y Manuel Valls fue un fracaso para los sindicatos y asociaciones de estudiantes, víctimas de su división y objetivos enfrentados. [ Análisis en vídeo de Alberto Sotillo, redactor jefe de Internacional]

El pasado miércoles, los sindicatos rupturistas (CGT, FO, Sud) y la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF, primer sindicato estudiantil) consiguieron movilizar entre 200.000 y 500.000 manifestantes en toda Francia. Fue el principio de una inconclusa prueba de fuerza para exigir la retirada pura y simple de una reforma laboral aplazada.

Este sábado, los sindicatos reformistas (CFDT, CFTC, CFE-CGC, UNSA, FAGE) solo consiguieron movilizar a varias decenas de miles de manifestantes en toda Francia, dejando al descubierto una patética incapacidad de movilización.

Tras el anuncio de una «gran jornada de lucha», el fracaso aparente de la jornada del sábado parece sugerir que la división sindical puede ser fatal a la contestación, ofreciendo a la pareja Hollande-Valls un balón de oxígeno inesperado.

Laurent Berger, líder de la CFDT, el primer sindicato reformista (en otro tiempo autogestionario), negaba el viernes por la noche el fracaso aparente de su sindicato: «El Gobierno está jugando con fuego. Nosotros hemos intentado evitar el choque de trenes. Somos responsables. Pero si no nos escuchan vamos a endurecer las protestas. Estamos dispuestos a recurrir a todos los medios necesarios para obligar al Gobierno a modificar su proyecto de reforma laboral. Somos responsables, pero estamos hartos de palabras. Hacen falta gestos».

Véronique Descacq, secretaria general adjunta de la CFDT, insistía en el mismo tono, entre irritado y conciliador: «Estamos satisfechos. Solo se trataba de una advertencia. Si el Gobierno no tiene en cuenta nuestras exigencias, volveremos a la calle. Hemos hecho unas proposiciones. Si Valls y Hollande no nos escuchan adoptaremos una línea más dura».

Los sindicatos CGT, FO y Sud piden la retirada pura y simple del proyecto de reforma laboral. La CFDT pide «reformar y cambiar el proyecto de reforma». Los rupturistas consiguieron entre 200.000 y 500.000 manifestantes. Los reformistas esperaban «mejorar» esa movilización. Quizá han fracaso en su primer intento.

Carole Couvert, presidenta del sindicato CFE - CGC, reaccionó con meláncolica prudencia al fracaso aparente de las movilizaciones del sábado: «El proyecto de reforma del Gobierno es sencillamente incoherente. Hay reequilibrar ese texto, demasiado favorable a la patronal. Si el Gobierno no nos escucha, volveremos a la calle, para sumarnos a la gran jornada unitaria del 31 de marzo, convocada por los sindicatos rupturistas».

La terminología «responsable» de los sindicatos reformistas fue víctima este sábado de una patética ducha fría. En la plaza de la República -bastión histórico de todas las grandes manifestaciones populares- los manifestantes fueron mucho menos numerosos que el miércoles. Hubo manifestaciones y sentadas en más de medio centenar de ciudades grandes y pequeñas. Pero se trató de manifestaciones más o menos simbólicas, de decenas o centenas de manifestantes enarbolando banderas de colores, gritando frases hostiles al Gobierno ante la indiferencia pública.

Reunión con Valls

El primer ministro francés, Manuel Valls, ha convocado a los sindicatos y asociaciones de estudiantes el próximo lunes a primera hora de la tarde, con el fin de anunciarles los «retoques», «revisiones» y «concesiones» que el Gobierno está dispuesto a asumir. Si esas proposiciones consiguen ahondar la división sindical, la reforma pudiera seguir su imprevisible curso parlamentario. A la luz de la escasa movilización del sábado, los sindicatos franceses -entre los menos representativos de Europa- quizá se encuentren en una encrucijada o un callejón sin salida.

Los sindicatos rupturistas, CGT, FO, Sud, anuncian nuevas huelgas y jornadas de protesta. Los reformistas, la CFDT y la CGC, dicen esperar una respuesta del Gobierno, antes de frenar o extender la lucha. Unidos, los sindicatos tendrían una fuerza temible. Divididos, corren el riesgo de caminar con rumbo desconocido.

Inquieto, temiendo la protesta sindical, Hollande ordenó a Valls retirar el proyecto de Ley de reforma laboral para retocarla y modificarla tras el diálogo con los sindicatos. Dos semanas después, los sindicatos mayoritarios han tomado el camino de la ruptura. Los sindicatos minoritarios dicen esperar una respuesta del Gobierno, que continúa barajando sus cartas, que solo descubrirá el lunes a primera hora de la tarde, esperando tranquilizar a los reformistas.

A quince meses de la próxima elección presidencial, ese campo de batalla sindical y política tiene un perfume ácido de fin de reino. La última de las grandes reformas del presidente Hollande, concebida para luchar contra el incremento inexorable del paro, ha desembocado en una confusa prueba de fuerza.

Duro debate parlamentario

Si las concesiones gubernamentales consiguen agravar la división sindical, la reforma laboral podrá seguir adelante. Pero nadie sabe a qué precio. En el mejor de los casos, se tratará de una reforma de cortos vuelos, que todavía tendrá que sufrir un duro debate parlamentario. La izquierda socialista, los ecologistas, el PCF y el Frente de Izquierda también son hostiles a la reforma contestada por los sindicatos.

Si las concesiones gubernamentales son insuficientes para contentar a los sindicatos reformistas, la contestación pudiera agravarse de manera amenazante para el presidente Hollande.

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