La excepción marroquí frente a Daesh

Pese a que el «yihadismo marroquí» ha protagonizado los atentados de Barcelona y Cambrils y ha supuesto una grave amenaza en otros países como Francia o Bélgica, el reino alauí ha logrado hasta el momento repeler en su territorio los ataques del autodenominado Estado Islámico

El Rey Felipe VI de España y el Rey marroquí Mohammed VI hablan durante un encuentro en el Palacio Real de Rabat REUTERS
F.J. Calero

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España ha gozado desde el 11-M del aplauso y la admiración de sus países vecinos por su lucha antiterrorista. En los últimos 13 años, la Policía ha arrestado a más de 700 sospechosos de pertenecer a grupos yihadistas según el Ministerio de Interior, y para ello ha contado con la colaboración fundamental de Marruecos en el control y contención del terrorismo yihadista como vía de entrada a Europa desde el Magreb. Pero la «excepción española» acabó el pasado jueves con los atentados de Barcelona y Cambrils cometidos por una célula compuesta por jóvenes marroquíes o de origen marroquí. Pese a que el «yihadismo marroquí» también ha supuesto una grave amenaza en otros países como Francia o Bélgica, tan solo horas después otro joven del país magrebí apuñaló a varias personas en la localidad finlandesa de Turku, el reino alauí en cambio ha logrado hasta el momento repeler los ataques de Daesh.

Marruecos ha sido una de las principales fuentes magrebíes de combatientes extranjeros para el Estado Islámico y otros grupos yihadistas en la región con entre 1.200 y 1.500 combatientes en Siria e Irak , según un estudio de la empresa estadounidense especializada en servicios de inteligencia Stratfor, aunque en general los marroquíes no han asumido altos cargos en la organización como yihadistas de otras nacionalidades. Este no es un fenómeno nuevo. Los marroquíes han dejado su país para luchar contra la yihad en conflictos tan diversos como las guerras en Afganistán, Bosnia, Chechenia e Irak. A principios de los años noventa, los combatientes que regresaron de Afganistán fundaron una milicia yihadista llamada el Grupo Combatiente Islámico Marroquí, que pretendía establecer un gobierno islámico en Marruecos. Pero el número de marroquíes que fueron a luchar en Siria entre 2011 y 2016 supera el total de combatientes salidos del reino alauí en las dos décadas precedentes desde que tuviera lugar la primera oleada yihadista por la guerra en Afganistán frente a la invasión soviética en los años ochenta, subraya un estudio del pasado julio del think tank International Crisis Group.

Instituto para formar imanes

El pasado domingo, la Policía marroquí detuvo en Uxda, a unos 15 kilómetros de la frontera argelina, a un individuo que podría ser el enlace de Moussa Oukabir, abatido en Cambrils y de quien se cree que cuatro días antes de los atentados viajó a Marruecos. El reino alauí sufrió su particular 11-M en 2003, cuando cinco atentados suicidas golpearon de forma simultánea lugares frecuentados por europeos en Casablanca matando a 41 personas. Desde entonces, solo el atentado en Marrakech en 2011, que causó la muerte de 17 personas, ha sorteado la estrategia antiterrorista del reino alauí, en la que las fuerzas de seguridad marroquíes han resultado clave en la contención del yihadismo en su territorio. Para ello, la agencia de inteligencia del país, la Policía nacional, la Policía paramilitar y la Oficina Central de Investigaciones Judiciales han trabajado estrechamente con sus homólogos estadounidenses y europeos, incide el informe de Stratfor. «Marruecos es un socio clave en nuestros esfuerzos por garantizar la seguridad y combatir el terrorismo», dijo el ex ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, durante una conferencia de prensa en el país magrebí en febrero de 2015.

Para mejorar su eficiencia en la lucha antiterrorista, Marruecos lanzó en 2015 su propia versión del FBI, la Oficina Central de Investigación Judicial (BCJI) , y desde su creación ha desarticulado 40 células terroristas y arrestado a casi 600 personas . La estrategia antiterrorista marroquí se apoya en unos ubicuos y reforzados servicios secretos y Policía. «La estrategia multidimensional se basa en aumentar nuestra seguridad a través del refuerzo de los contingentes en la lucha contra el terror y la adopción de una ley especial antiterrorista», declaró a finales de 2016 el director del BCIJ, Abdelhak el Jiyam, en una entrevista a «The Arab Weekly». La agencia monitorea la red para interceptar grupúsculos que emplean las redes sociales para el reclutamiento de nuevos terroristas y sigue «muy de cerca» las trayectorias de los retornados mientras controla sus fronteras. En los últimos quince años, se han producido más de 2.500 arrestos de presuntos terroristas. Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado violaciones de los derechos humanos en algunas de las detenciones.

Con una tasa de población joven del 30%, cada vez más vulnerables a la pobreza, el desarraigo y la ideología radical de grupos como Daesh o Al Qaida propagada por la red, la monarquía marroquí se ha enfocado también en la prevención religiosa. En 2015, el reino alauí inauguró en Rabat el Instituto Mohammed VI para la formación de Imanes y Predicadores , como parte de una estrategia dirigida a contener el extremismo islámico. Predicadores organizados por el gobierno visitan a miles de presos condenados por lazos yihadistas, en un intento de facilitar su reinserción en la sociedad.

La Ley marroquí de Lucha contra el Terror se reforzó en 2011, y en 2015 prohibió por ley que ciudadanos del país intentaran viajar a Siria o Irak para unirse al autodenominado Estado Islámico. En la Túnez posrevolucionaria, el Gobierno tunecino de la Troika liderado por los islamistas de Ennahda toleró el reclutamiento de Ansar al Sharia, grupo que posteriormente fue clasificado como terrorista. Cerca de 5.000 tunecinos se habrían unido a Daesh y otros grupos yihadistas, según Naciones Unidas.

Indulto a terroristas del atentado en Casablanca

En los últimos años ha habido varias redes yihadistas desmanteladas en España. Un informe del Real Instituto Elcano del pasado año, en el que elaboraba una radiografía del yihadismo en nuestro país, arrojaba datos como que hasta cuatro de cada diez yihadistas (41,1%) tienen nacionalidad marroquí , solo superados por los que cuentan con la nacionalidad española. Ayoub el Khazzani, de origen marroquí pero residente de Algeciras y que trató de atentar en el tren Thalys en verano de 2015, estaba ya fichado por la Policía española como traficante de drogas y yihadista. El contraterrorismo español depende en gran medida de la cooperación con sus homólogos marroquíes, que se han infiltrado con éxito en las comunidades inmigrantes de toda Europa a través de una importante red de informantes y además ha ejercido de gendarme en los últimos años ante la inmigración subsahariana, con unos métodos denunciados por grupos de Derechos Humanos. «Lo sorprendente es que no se haya producido un ataque como este en Marruecos», dijo un analista de International Crisis Group a « The New York Times ».

La propaganda yihadista ha situado también a Marruecos en su punto de mira. Encabezada por Adnan Abu Walid Sahraoui, la filial de Daesh en el Sahel emitió en mayo de 2016 un mensaje de audio pidiendo ataques allí contra la misión de las Naciones Unidas en el Sáhara Occidental y turistas occidentales en Marruecos, según «Al Jazeera». En un reportaje del portal magrebí «Le Desk», un especialista iraquí sobre Daesh alerta de la presencia de células durmientes en el país que podrían estar esperando su oportunidad. En Marruecos, según este mismo artículo, estas células que han funcionado de forma autónoma estos años trabajando para facilitar viajes de entrada al país de yihadistas del extranjero mediante pasaportes falsos. Así y todo, estas amenazas no han sido obstáculo para que el rey Mohamed VI quien, con motivo del 64º aniversario de la llamada Revolución del Rey y del Pueblo el pasado domingo, indultó a 13 condenados por terrorismo -de un total de 415 de presos agraciados por esta medida-, entre los que se encontraban, según la prensa local, varios yihadistas acusados de participar en los ataques de Casablanca.

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