El primer ministro francés, Manuel Valls, durante un encuentro del Comité Interministerial por la Discapacidad, este viernes en Nancy
El primer ministro francés, Manuel Valls, durante un encuentro del Comité Interministerial por la Discapacidad, este viernes en Nancy - EFE

La eventual candidatura de Valls enfrenta a las dos almas de la izquierda francesa

El actual primer ministro y el líder del ala socialista más radical, Arnaud Montebourg, son los dos candidatos mejor posicionados para dirigir el PS

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Manuel Valls, primer ministro de Francia, anunciará próximamente su decisión de participar en las elecciones primarias de toda la izquierda socialista, como candidato socialdemócrata dispuesto a defender la herencia de François Hollande, presentándose como «unificador» de las distintas corrientes socialistas, animado por personalidades que lo odian políticamente desde hace años.

Hace apenas cinco años, Manuel Valls anunció su candidatura a las elecciones primarias del Partido Socialista (PS) que eligieron a Hollande candidato a la presidencia de la República, de este modo: «El Partido Socialista corre peligro de muerte, encerrado en una arcaica visión del mundo. Hace tiempo que propuse cambiar el nombre del Partido Socialista… ya que ese nombre no responde a la realidad de nuestro tiempo.

Tras dos elecciones presidenciales fallidas, el PS está en una encrucijada: debe cambiar de nombre, renovarse o morir. Yo soy candidato a liderar el socialismo para cambiarlo y acabar con sus arcaísmos».

Esa declaración de principios causó estragos dentro y fuera del PS. Valls se ganó automáticamente numerosos enemigos políticos personales. Y apenas consiguió el 5,63 % de los votos de aquella elección, muy por detrás de Hollande (39,17 % de los votos), Martine Aubry (30,42 % votos), Arnaud de Montebourg (17,19 % votos) y Ségolène Royal (6,95 % votos). Cinco años después, fuera de juego Hollande, Aubry, y Ségolène, Valls volverá a enfrentarse con Montebourg, en una nueva primaria. Valls es relativamente popular entre el electorado moderado y conservador. Pero Montebourg es mucho más popular entre las izquierdas.

Montebourg es un rival temible, de una grandilocuencia patriotera que roza el populismo con glamour

Ex ministro de Economía de Hollande, viejo rival de la pareja Hollande-Valls, Montebourg se dirige a un electorado de izquierda auténtica, pero realista. «Nacional socialista», en el sentido etimológico, estricto, Montebourg es un rival temible, de una grandilocuencia patriotera que roza el populismo con glamour.

Hay otros rivales, más o menos correosos. Emmanuel Macron, exministro de Hollande, aspira a conquistar al electorado de centro izquierda. No tiene partido. Mientras cohabitaron en el mismo gobierno de Hollande, Valls y Macron ya chocaron en muchas ocasiones, por razones de fondo, estratégicas: ambos se dirigen a un electorado potencial más o menos similar, presentándose como «salvadores» entre la derecha y la extrema derecha.

Otro exministro de Hollande, Benoît Hamon, aspira a representar a la izquierda tradicional. No tiene carisma, pero es un apparatchik temible, que puede contar con el apoyo de los socialistas críticos que llevan meses y años batallando contra la política de la pareja Hollande-Valls. Hará cualquier cosa para impedir una candidatura de Valls.

Otra exministra socialista, Marie-Noëlle Lienemann, partidaria de la «unión de izquierdas», lleva años diciendo horrores contra la política de la pareja en el poder. Dice aspirar a servir de puente entre las diversas izquierdas. Es una manera elegante de clavar una estaca en la cerviz política de Valls.

La gran ambición de Mélenchon es crear una fuerza semejante a Podemos, capaz de «robar» al PS el liderazgo de las izquierdas

La gran revelación política de las próximas elecciones presidenciales, sea cual sea el candidato del PS, pudiera ser Jean-Luc Mélenchon, candidato del PCF y la izquierda rupturista. Exministro socialista, exlíder del Frente de Izquierdas, Mélenchon es un tribuno populista de izquierdas con muchas aspiraciones. Lleva años en campaña contra la pareja Hollande-Valls y sueña con un futuro político semejante al de Pablo Iglesias, en España.

La gran ambición de Mélenchon es crear una fuerza política francesa semejante a Podemos. Una izquierda de la izquierda, entre populista y bonapartista, capaz de «robar» al PS el liderazgo de las izquierdas, relegándolo a un humillante tercer o cuarto puesto nacional.

Un programa más o menos semejante tienen otros dos candidatos de extrema izquierda.

Philippe Poutou, izquierda rupturista, candidato del Nuevo Partido Anticapitalista, es un personaje que tiene mucho color rupturista. Pequeña vedette de la radio y la TV, cuando está en campaña, con un sentido vitriólico de las formulas, dirigidas esencialmente contra Hollande y Valls.

En la misma línea, pero mucho más lúgubre, Nathalie Arthaud, candidata de Lucha Obrera, el partido trotskista oficial. Defiende los principios del trotskismo clásico, ante PS y anti PCF. Suele comparar los programas conservadores y socialistas, metiéndolos en el mismo paquete ultra liberal.

En la periferia de todas las izquierdas, Yannick Jadot es el candidato ecologista, un europeista tendencia Daniel Cohn-Bendit, más o menos «social libertario». Aspira a federar los distintos ecologismos no rupturistas sin venderse al Partido Socialista francés.

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