La canciller alemana, Angela Merkel (izq), conversa con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz (c), y con la primera ministra británica, Theresa May
La canciller alemana, Angela Merkel (izq), conversa con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz (c), y con la primera ministra británica, Theresa May - EFE

Europa pide una evacuación segura de Alepo y la protección de sus habitantes

Para castigar a Putin, los socios prorrogaron las sanciones económicas a Rusia

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El llamamiento del alcalde de los barrios orientales de Alepo a los líderes europeos para que «salven su ciudad» trajo este jueves la guerra de Siria al corazón mismo de la UE, al sacrosanto edificio Justus Lipsius de Bruselas. La dramática situación de los habitantes de esta ciudad centró la reunión del Consejo Europeo, en conexión con los esfuerzos del Consejo de Seguridad de la ONU promovidos por Francia y España y con los que se anuncian a través de la OTAN, que volverá a contactar formalmente con Rusia el mismo lunes, también con el conflicto de Siria encima de la mesa.

Brita Hagi Hassan, el responsable de los barrios rebeldes de la segunda ciudad de Siria fue invitado a hablar ante los máximos dirigentes de los países europeos a los que advirtió de que «los 50.000 habitantes de la zona este de Alepo ya no esperan más que la muerte, después del fracaso de la comunidad internacional» y de que la historia será rigurosa con los que abandonen a los inocentes.

«Necesitamos urgentemente una alianza internacional para forzar al régimen y a las milicias iraníes a que respeten el alto el fuego para que se pueda organizar la evacuación en paz de los civiles. La historia señalará el silencio de la comunidad internacional ante los crímenes contra la humanidad que se cometen en Siria».

Evacuación segura

Además de las menciones de rigor en el documento de conclusiones, los europeos asumieron por unanimidad una declaración promovida inicialmente por Francia y Alemania en la que piden una evacuación «segura y digna» de los habitantes de Alepo este, una asistencia y protección incondicionales de esas personas, de acuerdo con las leyes humanitarias y una protección efectiva del personal médico y los hospitales en todo el país.

Los dirigentes de los (todavía) Veintiocho acordaron abordar primero los demás asuntos del programa de la cumbre y dejar la cuestión siria para el final. Así pasaron rápidamente por el capítulo dedicado a la inmigración y la crisis de los refugiados, en el que nuevamente decidieron que no estaban de acuerdo en el reparto de la tarea de acogida y que por tanto se daban más tiempo para llegar a un consenso «durante la presidencia maltesa», es decir que tardarán seis meses más. También tuvieron ocasión de agradecer al presidente de Níger sus buenos oficios para contener la avalancha de migrantes africanos, que han bajado de 70.000 al mes en mayo a apenas 1.500 en noviembre.

Acuerdos de Minsk

También ventilaron sin grandes discusiones la renovación de las sanciones a Rusia, que teóricamente no están relacionadas con la situación en Siria, pero sí en el marco de las difíciles relaciones en general con el presidente Putin. En realidad se trataba de marcar el reconocimiento de que el acuerdo de Minsk sobre Ucrania no se cumple y la única discusión fue si se extiende por seis meses, como finalmente se acordó, o por doce. En cuanto a Ucrania, los jefes de Gobierno aprobaron también -no sin algunas reticencias- el documento legalmente vinculante que se añadiría al tratado de asociación con este país, para que el Gobierno holandés pueda justificar su ratificación a pesar de que hubo un referéndum de iniciativa ciudadana que pedía lo contrario. Ese documento clarifica que el tratado en cuestión no significa que Ucrania vaya a ser miembro de la UE, ni a recibir más ayuda económica, ni que sus ciudadanos vayan a poder entrar en la UE sin visado. Se entiende que en este contexto varios países, Polonia entre ellos, hayan dicho que la declaración desvirtúa el tratado de asociación y es un compendio de la voluntad de Rusia.

En todo caso, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que el lunes se celebrará la primera reunión del Consejo OTAN-Rusia desde la elección de Donald Trump. Y aunque la discrepancia entre Moscú y Occidente empezó con Ucrania, la guerra de Siria es ahora el mayor punto de tensión, dado que tanto EE.UU. como la UE acusan a Moscú de ayudar al régimen sirio a cometer crímenes contra la humanidad. A no ser que Trump prefiera cambiar el guión.

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