El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem - REUTERS

El Eurogrupo busca ya un sustituto para Jeroen Dijsselbloem

Las críticas a sus declaraciones llegan al área económica de la Comisión Europea

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Lejos de amainar, las críticas contra el presidente del Eurogrupo por sus declaraciones sobre los países del sur de Europa arrecian y muy probablemente le acabarán forzando a dimitir. En los pasillos de las instituciones europeas los dirigentes políticos, tanto del grupo popular como del socialista al que este pertenece, dan por hecho que hay que empezar a buscar un sustituto para Jeroen Dijsselbloem.

El síntoma más revelador de que el holandés ha cavado su propia tumba al decir que los países del sur se habían gastado las ayudas de la solidaridad de los del norte en «copas y mujeres» se produjo ayer cuando el vicepresidente de la Comisión Europea para el Euro, Valdis Dombrovskis, se unió a los que han censurado públicamente esas declaraciones.

«Todos los países merecen ser tratados con respeto», dijo. El diario que publicó las declaraciones, el Frankfurter Allegemeine, intentó echar un capote al todavía ministro de Economía holandés, pero todo parece indicar que es demasiado tarde. Dos gobiernos de países de la zona euro, Portugal e Italia, ambos además socialistas, han pedido formalmente su dimisión.

En medios políticos europeos se pueden escuchar tanto las versiones que consideran que la caída en desgracia de Dijsselbloem ha sido favorecida por sus propios correligionarios, que le culpan de haber sido una de las causas del descalabro electoral del Partido Laborista en las elecciones legislativas holandesas, como las que se lo atribuyen a su propia arrogancia al negarse a pedir disculpas en su comparecencia el martes ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, cuando el eurodiputado español, Ernest Urtasun (Iniciativa per Catalunya), le pidió explicaciones.

Falta de flexibilidad

El portavoz de los verdes europeos, el belga Philip Lambert, considera que «si en ese momento hubiera sido lo bastante flexible para reconocer que se había equivocado, tal vez hubiera podido detener la hemorragia, pero ahora es tarde. Creo que ha cavado su propia tumba».

La cuestión ahora es la búsqueda de un sustituto para el holandés, que hubiera terminado su mandato de forma natural en diciembre con opciones de haber intentado salir beneficiado de la creación del puesto permanente de presidente del consejo de ministros de economía de la zona euro. Nadie cree que pueda ser el ministro español Luis de Guindos, porque después del gran debate sobre el reparto político de los puestos europeos –los tres más importantes fueron para el grupo popular– los socialistas no aceptarían que este no se quedase en su familia política y, naturalmente, ha de ser alguien que cuente con la confianza de Alemania, el país más importante en estos casos.

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