En el este de Alepo solo quedan 30 médicos para 250.000 personas

«Los pacientes son colocados en el suelo» y «los equipos médicos trabajan al límite de la resistencia humana» en los ocho hospitales que quedan en pie en la ciudad siria

CORRESPONSAL EN JERUSALEN Actualizado: Guardar
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Alepo se desangra bajo los bombardeos diarios que castigan los distritos opositores del este de la ciudad, cercados desde hace dos meses y donde sobreviven unas 250.000 personas. El jueves el Ejército sirio anunció el inicio de la ofensiva para recuperar el control del sector oriental y desde entonces al menos 280 civiles han muerto, según el pediatra sirio Abd Arrahman, representante de la Asociación Médica Siria, organismo que cuenta con el respaldo de la Sociedad Médica Sirio-Americana y de la ONG Médicos para los Derechos Humanos. Los bombardeos han dejado también cientos de heridos, pero apenas funcionan ocho hospitales en los que atenderles, que carecen de material ortopédico y quirúrgico o sangre para transfusiones, y «solo hay 30 médicos vivos», según las declaraciones del médico activista para quien «el objetivo claro en Alepo es destruir todo el sistema sanitario».

Médicos para los Derechos Humanos asegura que más de 382 hospitales y establecimientos médicos han sido bombardeados en Siria durante la guerra y el 90 por ciento de los ataques fueron cometidos por las fuerzas gubernamentales y la aviación rusa.

La ONG Save The Children también denunció la grave situación del sistema hospitalario en el este de la segunda ciudad de Siria donde «los pacientes son colocados en el suelo» y «los equipos médicos trabajan al límite de la resistencia humana», denunció el doctor Abu Rajab, que subrayó que «cerca de la mitad de los pacientes son niños».

Lejos de atender a los llamamientos de Naciones Unidas para detener las hostilidades y recuperar la tregua, Estados Unidos y Rusia mantienen una guerra dialéctica que aleja cualquier opción de alto el fuego. Su entendimiento hizo posible el cese de las hostilidades del 12 de septiembre, pero solo duró una semana y ahora ambos se acusan de ser los responsables de la actual espiral de violencia.

El Ejército sirio, que cuenta con el apoyo ruso en el aire, y de la milicia libanesa de Hizbolá y las milicias chiíes de la Guardia Revolucionaria de Irán en tierra, volvió a pedir a los civiles que se alejen de las posiciones y concentraciones de «grupos terroristas» en la zona y anunció la apertura de centros de recepción especiales para aquellos que deseen abandonar los distritos orientales, según un comunicado difundido por la agencia oficial Sana. Es la misma estrategia empleada en lugares como Homs, donde se ha logrado acabar con la presencia de grupos armados en diferentes barrios de la ciudad a base de cercos y bombardeos hasta llevar al límite al enemigo y obligarle a negociar una salida. Una estrategia que países como Reino Unido calificaron de «crimen de guerra» por el impacto que está teniendo sobre los civiles en ciudades como Alepo.

Rusia se defiende

Ante las acusaciones lanzadas desde Occidente, los rusos se mostraron «profundamente preocupados» por la situación en Siria ante la posibilidad de que los «terroristas», forma de referirse a los grupos de la oposición armada, hayan aprovechado el alto el fuego para reagrupar sus fuerzas y lanzar nuevas ofensivas contra las zonas gubernamentales, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Las palabras pronunciadas la víspera por la embajadora de EEUU ante la ONU, Samantha Power, acusando a Rusia de «barbarie» en Siria no pasaron desapercibidas para un Peskov quien aseguró que «esta retórica puede causar un serio daño al proceso de paz y a nuestras relaciones bilaterales. Por el bien de una solución, preferimos evitar respuestas en caliente».

Con las terribles imágenes que llegan de Alepo y en medio del cruce de declaraciones cada vez más subido de tono entre estadounidenses y rusos, el canciller sirio, Walid Al Muallem, sorprendió al declarar que «el pacto entre EEUU y Rusia no ha muerto, todavía siguen los contactos entre Lavrov y Kerry». El veterano diplomático, en la línea marcada por su aliado ruso, lamentó que Washington sea «incapaz» de desvincular al Frente al Nusra (actual Frente Fatah Al Sham y antigua filial local de Al Qaida) de otros grupos armados, porque, a su juicio, esta organización constituye «su espina dorsal».

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