Alexander Litvinenko (a la derecha), durante la rueda de prensa de 1998 , en la que junto a otros agentes del FSB acusaron a Putin de haberles ordenado matar a magnates, como Berezovsky
Alexander Litvinenko (a la derecha), durante la rueda de prensa de 1998 , en la que junto a otros agentes del FSB acusaron a Putin de haberles ordenado matar a magnates, como Berezovsky

El espía ruso que opositó a la muerte

Litvinenko delató a mafiosos, acusó a Putin de terrorismo, crimen organizado y pederastia y aseguró que Prodi era agente del KGB, denuncias de alto riesgo que le costaron la vida

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Su epopeya contra todo y contra todos acabó en 2006 bajo una lápida del monumental cementerio de Highgate, en el Norte más bonito de Londres, en la que solo pone «Sasha», el diminutivo de sus afectos. Por una de esas piruetas socarronas del destino, el exagente del KGB soviético comparte camposanto con Carlos Marx. Para unos Alexander «Sasha» Litvinenko fue solo un espía demasiado locuaz y fantasioso. Para otros se trató de un hombre íntegro y valiente, que se jugó su vida y la perdió a los 44 años intentando sacar a la luz lo más oscuro de las cañerías del poder ruso.

A sus 71 años, al juez Sir Robert Owen lo adorna una aureola de prestigio. Fue magistrado de la Corte Suprema y es miembro del Consejo de la Reina.

Tira a conservador y a ratos hace gala de un humor muy tenue y muy agudo. Ya jubilado, el pasado jueves presentó la obra de su vida, el resultado de su investigación sobre la muerte de Litvinenko, que el Gobierno británico trató de frenar cuando la exigió su viuda Marina y que se puso en marcha por orden de los tribunales. La conclusión de Sir Robert ha dado la vuelta al mundo: considera que el FSB, la agencia sucesora de la KGB, estuvo tras el envenenamiento con polonio del espía en noviembre de 2006 y que Putin «probablemente» aprobó el asesinato.

El magistrado da por probado que dos viejos camaradas del espionaje ruso de «Sasha», Andrey Lugovoy –probable autor material– y Dimitry Kovtun, viajaron a Londres y lo envenenaron en el Hotel Millennium de Mayfair, un establecimiento de lujo. El isótopo radiactivo se mezcló con el té verde de Litvinenko en una tetera blanca. El 1 de noviembre de 2006 comenzó a vomitar en su casa del norte de Londres y 22 días después fallecía en un hospital de la ciudad. Un espectro devorado por la radiación, irreconocible, acusó a Putin en su lecho de muerte. Fue una agonía lenta y atroz. Todo un aviso.

El informe de Sir Richard Owen, a disposición en la red ( https://www. gov.uk/...data/.../The-Litvinenko-Inquiry- H-C-695-web.pdf), es una pieza de la mejor relojería jurídica, conciso, claro, ponderado y al tiempo elocuente. Sus 300 páginas se leen con la fruición de quien devora la mejor de las novelas policíacas, con el añadido que ese mundo de intrigas, crimen y venganzas esta vez es real. El relato del juez muestra que Litvinenko fue un espía que opositó a la muerte, porque la variedad y audacia de sus denuncias lo colocó en el alambre, hasta que finalmente uno de sus múltiples enemigos le dio el empujón.

Estos son los principales riesgos que asumió en sus últimos años de vida según el informe Owen:

El día en que todo cambió

La insólita rueda de prensa de 1998 contra el FSB

Litvinenko fue militar y luego espía, primero en la KGB y tras la implosión de la Unión Soviética en su sucesor, el FSB. Para completar su sueldo trabajaba en la seguridad del magnate Boris Berezovsky, hombre fuerte en la era de Yeltsin y valedor al principio de Putin, hasta que rompieron y el multimillonario huyó a Londres. Berezovsky murió misteriosamente en 2013 en su mansión inglesa y los principales amigos de su círculo han ido sucumbiendo también en enigmáticos suicidios.

En 1998, Putin fue nombrado director del FSB. Litvinenko, que ya llevaba un tiempo quejándose de la corrupción interna del servicio, se plantó en su despacho con sus denuncias. Putin las desdeño. En noviembre de 1998, Litvinenko y cuatro agentes más del FSB ofrecieron una rueda de prensa denunciando que habían recibido órdenes de sus superiores de matar a Berezovsky y a otros magnates. Aquel día cambió el destino de «Sasha». Fue detenido y juzgado. Por fin en octubre del año 2000 logró huir con su familia a Turquía, su segunda mujer, Marina, y el hijo de ambos, Anatoy. De allí volaron a Heathrow, donde pidieron asilo político. Comenzaba su nueva vida: confidente del MI6 británico y estruendoso disidente contra la autocracia de Putin. Faltan solo seis años para su muerte.

Al servicio de su majestad

Trabajando para los servicios del MI6 por 2.000 libras al mes

En Londres, Litvinenko hizo piña con el millonario Berezovsky, otrora factótum absoluto en Rusia y magnate televisivo y ahora un exiliado enfrentado con encono con Putin. Durante mucho tiempo, Berezovksy mantuvo al espía y a su familia. Al final se fue saturando y le pidió que se buscase un trabajo. «Sasha» se hizo consultor de vidriosas empresas de seguridad y colaborador del MI6, el espionaje británico, que se dice le pagaba 2.000 libras al mes. Los ingleses consideraban que sus conocimientos se habían quedado obsoletos y eran ya de poco valor. Pero el hecho de haber sido agente del FSB y pasarse luego al MI6 fue otro dato que quedó anotado en su balance de deudas con Moscú.

Los libros denuncia

Acusó al Gobierno ruso de estar tras las bombas del terrorismo checheno

Litvinenko publicó dos libros, sufragados por Berezovsky (que en 2013 apareció muerto en el baño de su mansión con una cuerda al cuello, sin que se haya aclarado nunca si fue un suicidio o un asesinato). El primer libro, «Golpe en Rusia», de 2001, hacía una durísima acusación: aseguraba que la campaña de bombas en pisos que sacudió a Rusia en 1999, dejando casi 300 muertos, había sido en realidad obra del FSB, con el objetivo de enojar a la población y ganarse así su apoyo para la segunda guerra de Chechenia. Putin era el primer ministro y Litvinenko lo estaba acusando del más brutal terrorismo de Estado. Además, de nuevo con capital de Berezovsky, rodó un documental remachando esa tesis.

Pisando callos en Italia

Acusó a Prodi de ser agente de la KGB

En 1992, Vasili Mitrokhin, archivero de la KGB, desertó al Reino Unido con copiosa documentación, que también salpicaba a Italia. En 2002 se celebró en el Parlamento de Roma la Comisión Mitrokhin. Litvinenko colabora y asegura que Romano Prodi, por entonces ni más ni menos que el presidente de la Comisión Europea, había sido agente de la KGB. «Es la información más importante que tengo en mis manos», llega a decir. Litvinenko facilita su información a la comisión a través del consultor de seguridad italiano Mario Scaramella. En una conversación grabada le habla de Semion Mogilevich, hoy de 69 años, teórico capo de varios grupos mafiosos rusos y una leyenda mundial del crimen, y asegura que vende armas para Al Qaida siendo al tiempo agente del FSB ruso. También comenta que «Mogilevich está en buenos términos con Putin y los mayores dirigentes de la Federación Rusa». Otra acusación de altísimo riesgo.

El trabajo español

Colaboró con España en dos redadas contra la mafia rusa

Litvinenko también se jugó la vida contra la mafia rusa y vertió acusaciones graves contra el multimillonario Roman Abramovich, el dueño del Chelsea e íntimo de Putin, afincando también en la capital inglesa. Tras su muerte por envenenamiento con polonio, la Policía Metropolitana interrogó en Londres a Boris Berezovsky, el viejo amigo y patrocinador del espía. El magnate contó que Litvinenko le dijo que había cobrado dinero del Estado español por servicios contra la mafia rusa y que había ayudado a capturar al criminal Shakuro.

Berezvoksy también cita a una de sus personales bestias negras, Abramovich. «‘Sasha’ me dijo que estaba trabajando en asuntos de inteligencia relativos a Abramovich y que era posible que lo detuviesen en España por lavado de dinero y compra ilegítima de terrenos y que el tema también implicaba a Putin». Según Berezovsky, el espía le anunció que «un día daré mi testimonio ante la justicia española de los vínculos de Putin con la mafia».

Un cable de la diplomacia estadounidense filtrado por Wikileaks, datado en 2009, afirma que Litvinenko colaboró con la justicia española en las operaciones «Avispa» y «Troika» de 2005 y 2006. Marina, su viuda, cuenta que el 10 de noviembre de 2006 su marido tenía previsto otro viaje a España. La tesis que repetía Litvinenko a la fiscalía española era que la mafia rusa estaba en realidad controlada por el FSB, la agencia del espionaje. Según los estadounidenses, el fiscal español al final empezó a creerle.

El clímax anti-putin

Acusó al presidene ruso de pederastia cuatro meses antes de morir

Su constante campaña política contra Putin tuvo en julio de 2006, en lo que la investigación judicial británica llama «su clímax». Fue una acusación de pedofilia a través de un artículo que publicó con su nombre en la web Chechen Press, dirigida en Londres por nacionalistas chechenos contrarios a Rusia. «Hace unos días –narró– el presidente se paró a hablar con unos turistas y preguntó su nombre a un niño de cuatro o cinco años. Le dijo que se llamaba Nikita, le levantó la camiseta y le besó la barriga, dejando alucinados a los que lo veían».

A continuación, abundaba el tema, asegurando que cuando se formó para la KGB en el Instituto Andropov, los oficiales relegaron a Putin a un puesto de oficina en Leningrado, en lugar de enviarlo al extranjero, «porque sus jefes descubrieron tras su graduación que era un pedófilo». Años después, siendo responsable del FSB, Litvinenko afirma que Putin destruyó vídeos comprometedores, donde mantenía relaciones con menores en un piso de la calle Polyanka. Fue la misma vivienda en la que el fiscal general de Rusia fue rodado con dos prostitutas para chantajearlo y obligarlo a dimitir. Según el espía, ese chantaje fue obra de Putin siguiendo órdenes de Abramovich.

Litvinenko acusó también al Estado ruso y a Putin de estar tras el asesinato a tiros en la puerta de su casa de l a periodista crítica Anna Politkovskaya, el 7 de octubre de 2006, solo un mes antes del asesinato del propio «Sasha».

Un portavoz del Gobierno ruso manifestó el jueves que el informe del juez Owen es «ridículo», está basado en «motivaciones políticas» y parece «un chiste, u n ejemplo del famoso humor inglés». El Gobierno de Cameron ha reaccionado con cautela para evitar un conflicto diplomático serio con Rusia, con quien mantiene ya unas relaciones frías y que es un actor clave para solucionar la crisis siria.

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