Puesto montado por Greenpeace al lado de la Puerta de Brandenburgo para dar a leer el documento filtrado
Puesto montado por Greenpeace al lado de la Puerta de Brandenburgo para dar a leer el documento filtrado - REUTERS

EE.UU. califica de «engaño» la filtración de Greenpeace sobre el Tratado de Librecomercio

La UE también critica las acusaciones de la ONG y afirma que no reducirá su control de calidad en las importaciones

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El intento de Greenpeace Alemania de hacer saltar por los aires las negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EE.UU. (TTIP) podrían terminar en un gran ridículo. La filtración de 16 documentos, unas 240 páginas, con las que la organización pretendía demostrar que Washington está ejerciendo «una gran presión sobre Europa», fue calificada desde Washington como «en el mejor de los casos desorientada, en el peor un puro engaño».

El negociador estadounidense, Michael Froman, aclaró que se trataba de una filtración «incompleta», que «llama a engaño», y tranquilizó sobre el futuro de las negociaciones afirmando que «esperamos un debate sobre hechos ciertos, sobre lo que queremos o no lograr con el TTIP».

Bruselas dejó entrever cierto bochorno.

«Los americanos habían dejado muy claro desde el principio que esperaban que la confidencialidad de estos documentos quedase protegida», lamentaba el negociador jefe de la UE, Ignacio García Bercero, quien por otra parte subrayó que la pretendida revelación de «enfoques irreconciliables» entre las partes registrados hasta ahora en ciertos puntos de la negociación es algo reconocido reiteradamente por los negociadores. Merkel declaró que sigue apoyando el proyecto y fuentes de la gran coalición apuntaban que la filtración puede tener un efecto contraproducente porque «ahora hay más prisa por firmar».

Jürgen Knirsch, experto en comercio de Greenpeace, explicó que los documentos publicados demuestran que corre peligro el principio preventivo vigente hasta ahora en Europa, por el que sólo se permiten productos que se pueda demostrar que no son dañinos para las personas ni el medio ambiente. Pero lo cierto es que en esos documentos no se menciona explícitamente, por ejemplo, el polémico «pollo clorado».

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