La deportación de los caribeños de la generación Windrush que avergüenza a Reino Unido

Llegaron a Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial procedentes de Jamaica, Barbardos y Trinidad y Tobago, entre otros países, para ayudar a la reconstrucción de un país que había sido bombardeado por los nazis

Andrew Holness, primer ministro de Jamaica y otros líderes y representantes de la comunidad caribeña se van después de una reunión con la primera ministra británica Theresa May REUTERS

IVÁN ALONSO

Llegaron a Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial procedentes de varios países del Caribe, entre ellos Jamaica, Barbardos o Trinidad y Tobago, para ayudar a la reconstrucción de un país que había sido bombardeado y, que con necesidad de mucha mano de obra, tenía centenares de viviendas en ruinas por los ataques de la Alemania nazi. Muchos de ellos además llegaron siendo niños y nunca regresaron a sus lugares de origen. Son conocidos como la generación Windrush . Ahora, centenares de aquellos inmigrantes que ayudaron a volver a poner en pie a Gran Bretaña temen ser deportados por la férrea política migratoria del Gobierno, impulsada precisamente por la primera ministra Theresa May cuando era ministra del interior.

Por eso la propia May ha pedido perdón a 12 líderes caribeños durante la cumbre de la Commonwealth, que se celebra estos días en Londres, por el trato dado a ciudadanos de aquellos países, antiguas colonias británicas, y que les han colocado en riesgo de ser deportados.

El escándalo surgió cuando decenas de miembros de esta generación Windrush comenzaron a recibir cartas o a ser rechazados en trabajos por, según el Ejecutivo, residir de forma ilegal en el país. Denunciado por los medios de comunicación británicos, el meollo del asunto estaba en que la documentación oficial de muchos de ellos es inexistente. Al haber llegado hace al menos 50 años siendo niños y con el pasaporte de sus padres, los propios afectados pensaban que no necesitaban tramitar sus papeles después de que en 1971 haberse aprobado una ley que autorizaba la permanencia de los ciudadanos de países de la Mancomunidad de Naciones que ya vivían en reino Unido.

El Gobierno no conservó ningún registro de esas personas que recibieron la autorización y el problema ahora es que para ellos es casi imposible demostrar que se encuentran en el país de forma legal.

La ministra del interior, Amber Rudd , que también pidió disculpas a los afectados, muchos de ellos han tenido que ser ayudados estos últimos meses por ONG´s al no poder acceder al mercado laboral, ya ha anunciado que se solucionarán los problemas burocráticos y se expedirán los papeles necesarios para que ninguno tenga que ser deportado.

Este escándalo migratorio ha vuelto a poner en guardia a Bruselas. Las duras leyes que ha impulsado su Ejecutivo en los últimos años han aumentado la preocupación en la UE ante el brexit y la situación de los millones de ciudadanos europeos que residen actualmente en Reino Unido.

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