Crece la tensión entre el Gobierno de Hollande y los sindicatos en una nueva semana de huelgas

Mientras que el 46 % de los franceses quiere que Hollande retire su polémica reforma laboral, los transportes públicos se limitarán al servicio mínimo obligatorio

PARÍS Actualizado: Guardar
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Nueva semana de huelgas, manifestaciones y profunda división nacional ante la crisis social y política precipitada por la reforma laboral del presidente François Hollande. Su aprobación con un decretazo ha abierto un abismo de incomprensión.

Este martes, a la caída de la tarde, se producirá una huelga de ferrocarriles. Quizás los sindicato no logren paralizar Francia, pero provocarán trastornos durante 24 horas.

Para el jueves se ha convocado una huelga ilimitada en los transportes públicos de París y de otras grandes ciudades francesas. El servicio mínimo obligatorio impedirá la parálisis de la capital, pero los usuarios del metro y los trenes de cercanías deberán sufrir los retrasos de los transportes.

El mismo jueves, el personal de los puertos de Francia anuncia movimientos de protesta, que afectarán esencialmente al tráfico marítimo comercial.

Las huelgas de pilotos y personal de tierra en los aeropuertos, entre el viernes y el domingo próximos, provocarán trastornos de alcance imprevisible: nadie sabe cuántos vuelos nacionales e internacionales pueden anularse.

El rosario de huelgas está siempre acompañado del fantasma de la penuria de combustibles.

Entre 600 y 1.000 de las 11.000 gasolineras nacionales siguen sufriendo problemas de abastecimiento, mientras que algunos terminales petrolíferos, como el del puerto del Havre, siguen sufriendo el problema de fondo que constituyen estas huelgas. En las refinerías nacionales se trabaja a un imprevisible ralentí.

El Gobierno contra los sindicatos

La opinión pública sufre, asimismo, del inmovilismo político del presidente Hollande y su primer ministro, Manuel Valls.

Según los últimos sondeos, el 46 % de los franceses quiere que Hollande retire la polémica reforma laboral; otro 40 % quiere que la reforma sea «más trabajada». Esa mayoría significativa parece sugerir una división nacional, social y política muy profunda.

A juicio del vespertino «Le Monde», si Hollande cediese a las exigencias sindicales, la crisis nacional podría agravarse. Las condiciones que ponen lo sindicatos pueden resumirse de una manera simple y brutal: retirada completa de la reforma laboral.

Sin embargo, la pareja Hollande/Valls sigue manteniéndose firme, esperando ganar por puntos su prueba de fuerza contra los sindicatos.

El gobierno socialista se vio forzado a aprobar una reforma laboral descafeinada porque buena parte de la izquierda socialista deseaba retirar el proyecto de Ley. La firmeza presidencial, al mismo tiempo, es percibida con extrema inquietud por el PS y el grupo parlamentario socialista, que contemplan, aterrados, como la pareja Hollande/Valls sigue hundida en la tumba de unos sondeos catastróficos y afecta a la credibilidad del socialismo.

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