El candidato liberal a las elecciones presidenciales surcoreanas, Moon Jae-In (c), saluda a sus simpatizantes
El candidato liberal a las elecciones presidenciales surcoreanas, Moon Jae-In (c), saluda a sus simpatizantes - EFE

Corea del Sur vota bajo la sombra de corrupción de la «Rasputina»

Tras la destitución de la presidenta Park por corrupción, estos comicios anticipados se celebran en plena escalada militar con Kim Jong-un

ENVIADO ESPECIAL A SEÚL Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Bajo la sombra de la corrupción que tumbó a la anterior presidenta, Park Geun-hye, Corea del Sur celebra este martes elecciones anticipadas en plena escalada militar con el Norte. De los quince candidatos que se presentan a estos comicios, el favorito con diferencia es el progresista Moon Jae-in, del Partido Democrático. Su ventaja es tan grande que, según las últimas encuestas publicadas la semana pasada, saca 24 puntos a sus más directos rivales: el conservador Hong Joon-pyo, del Partido de la Libertad de Corea, y el liberal de centro-izquierda Ahn Cheol-soo, del Partido Popular.

Tras la destitución de la presidenta Park por el escándalo de su amiga la «Rasputina», quien vendía favores políticos a cambio de sobornos millonarios, la sociedad surcoreana demanda un cambio radical para acabar con las oscuras conexiones entre el poder político y el económico.

Así se vio cuando cientos de miles de personas se echaron a las calles durante varias semanas del pasado invierno para exigir su dimisión y una regeneración de la vida política surcoreana. Después de casi una década de hegemonía conservadora, todo indica que la izquierda volverá a hacerse con el poder debido a la tradicional alternancia que impera en este país asiático, con ciclos de dos mandatos presidenciales de cinco años para cada partido. Con la expresidenta Park arrestada esperando a ser juzgada y la imagen de su partido por los suelos, difícilmente podrá el candidato conservador revertir dicha dinámica.

Participación histórica

La última palabra la tienen los 42,4 millones de electores registrados en el censo de Corea del Sur, que suman el 82 por ciento de la población (51,7 millones). De ellos, han depositado su papeleta ya once millones en las votaciones adelantadas del fin de semana, lo que augura una participación histórica.

Las elecciones coinciden además con la última crisis con Corea del Norte, que está redoblando su pulso a la comunidad internacional con sus frecuentes lanzamientos de misiles y amenaza con llevar a cabo otra prueba nuclear. Para impedírselo, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha endurecido sus advertencias con una escalada militar y, sobre todo, dialéctica que ha vuelto a poner a Corea del Sur en el objetivo del joven dictador Kim Jong-un.

Frente a la mano dura que propugnaba el anterior Gobierno, el candidato favorito apuesta por reabrir el diálogo con régimen estalinista de Pyongyang. Además de ser hijo de refugiados norcoreanos que huyeron durante la guerra civil entre 1950-1953, no hay que olvidar que Moon Jae-in es heredero político del presidente Roh Moo-hyun, quien en 2007 protagonizó una cumbre histórica en Pyongyang con el “Querido Líder” Kim Jong-il. “Las graves amenazas nucleares de Corea del Norte deberían ser tratadas en primer lugar, pero al final deberíamos recuperar la política de apaciguamiento (“Sunshine Policy”) para la unificación”, ha propuesto durante su campaña Moon, de 64 años.

Si finalmente gana las elecciones, como prevén todos los sondeos, tendrá que enfrentarse a la controversia del escudo antimisiles que EE.UU. ha desplegado en suelo surcoreano para defenderse de las amenazas de Kim Jong-un. Recibido con protestas en el condado del centro del país donde se ha instalado, este sistema defensivo (conocido como THAAD por sus siglas en inglés) ha dividido una vez más a la sociedad surcoreana. «El escudo ya está aquí y no será fácil quitarlo, pero todo depende de lo que haga Corea del Norte y es probable que lleve a cabo pronto su sexto ensayo nuclear o una prueba de un misil de largo alcance», analiza para ABC James Kim, experto del Instituto Asan de Estudios Políticos. A su juicio, «el nuevo presidente tardará al menos dos o tres meses, o incluso más, en abordar este asunto, que también depende de los acuerdos entre EE.UU. y Corea del Sur que se deben renegociar el próximo año».

Aumento de la desigualdad

Por encima de la tensión militar, a la que ya están acostumbrados, la gran preocupación de los surcoreanos es el aumento de las desigualdades económicas por el estancamiento de la clase media, como está ocurriendo en todas las sociedades desarrolladas que parecen haber tocado techo. Mientras el ciudadano de a pie se las vea y se las desea para llegar a fin de mes en una megalópolis superpoblada con Seúl, donde el precio de la vivienda está por las nubes, los magnates que dirigen las grandes corporaciones industriales, como Samsung, Hyundai o LG, acumulan fortunas multimillonarias. Conocidas como «chaebols», dichas multinacionales se encuentran en el punto de mira de los políticos después de que tres de ellas sobornaran con 59.200 millones de won (48 millones de euros) a la presidenta Park y a su amiga íntima Choi Soon-sil, apodada la «Rasputina» por su influencia sobre el Gobierno. Además de ellas, en prisión preventiva se encuentra el heredero de Samsung, Lee Jae-yong, acusado de pagar 43.300 millones de won en este caso de tráfico de influencias que ha rebelado a la sociedad surcoreana.

«La gente está enfadada porque se siente traicionada por la presidenta Park, pero no hay alternativas muy distintas como en Europa y de momento no parece que vayan a surgir los líderes populistas», razona James Kim. Debido a la indignación que ha causado el escándalo de la «Rasputina», todos los candidatos, menos el conservador Hong Joon-pyo, han prometido un mayor control sobre los «chaebols». Pero el experto del Instituto Asan lo ve «difícil porque no hay consenso y haría falta una nueva ley aprobada por el Parlamento, donde hay un bloqueo político por falta de mayoría que durará hasta las próximas elecciones legislativas, en abril de 2020».

Impunidad

Hasta esa fecha, Kim cree que «el Gobierno tendrá las manos atadas» y no podrá fiscalizar mejor a los «chaebols», que en el pasado se han visto salpicados por numerosos casos de corrupción. Aunque algunos de sus presidentes fueron condenados por la justicia, todos ellos quedaron después en libertad al ser amnistiados por los gobiernos de turno, confirmando así su halo de impunidad entre los surcoreanos.

«Menos la candidata de izquierdas Shim Sang-jung, que sí sabe cómo vive la gente de la calle, la clase política está muy apartada de la realidad social», critica Lee Su-kyung, una consultora de 28 años. A pesar de ser licenciada en Comunicación Social, tener un Máster de Recursos Humanos y hablar idiomas, con su sueldo y el de su marido solo puede permitirse un pequeño apartamento a las afueras de Seúl y de momento no ha tenido hijos porque «hace falta mil euros al mes para pagar una buena educación». La joven es un ejemplo perfecto de esta sociedad que está muy bien formada, pero que cada vez encuentra menos oportunidades para mejorar. Agobiada por la carestía de vida en Seúl, se queja de que «si a nosotros, que somos clase media, nos cuesta llegar a final de mes, ¿cómo vivirán otras personas con menos recursos?».

Ver los comentarios