El responsable de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, y el presidente chino, Xi Jinping
El responsable de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, y el presidente chino, Xi Jinping - REUTERS

Corea del Norte desoye las advertencias de EE.UU. con nuevos motores para sus misiles

El régimen de Kim Jong-un anuncia un «nuevo nacimiento» en su industria de cohetes coincidiendo con el encuentro en Pekín del presidente chino, Xi Jinping, y el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Desoyendo las advertencias del responsable de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, quien no descarta un ataque preventivo si siguen sus provocaciones, Corea del Norte asegura haber probado un nuevo motor de alta propulsión para sus cohetes espaciales, que serviría también para sus misiles.

Así lo anunció este domingo la agencia estatal norcoreana, KCNA, robándole protagonismo a la reunión entre el presidente chino, Xi Jinping, y Tillerson, que ha concluido en Pekín su primera gira por Asia tras pasar por Tokio y Seúl. En dicho encuentro, celebrado en el Gran Palacio del Pueblo, ambos se han comprometido a mejorar las relaciones bilaterales y a trabajar juntos para solucionar la eterna crisis norcoreana.

Aunque el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido especialmente agresivo desde la campaña electoral con el autoritario régimen chino, al que culpa de no presionar todo lo que pudiera al joven dictador Kim Jong-un, Tillerson se mostró conciliador.

“Sabemos que a través de un diálogo más profundo alcanzaremos una mayor comprensión que llevará al fortalecimiento de los lazos entre China y EE.UU. y marcará el tono de nuestra futura relación de cooperación”, declaró, según informa Reuters, el secretario de Estado en los primeros minutos de la reunión, abiertos a un grupo de periodistas. “Usted ha dicho que las relaciones entre China y EE.UU. solo pueden ser amistosas y le expreso mi aprecio por ello”, le agradeció Xi Jinping, quien abogó por “la cooperación a partir de ahora” esperando construir “una nueva era para el desarrollo constructivo”.

Como marcan los cánones de la diplomacia, la cortesía y los parabienes abundaron en estos instantes previos a su entrevista, ya a puerta cerrada. Sobre la mesa, muchos asuntos y con enfoques muy distintos por cada parte: desde Corea del Norte hasta el libre comercio pasando por Taiwán y las disputas territoriales en el Mar del Sur de China, que enfrentan a Pekín con todos sus vecinos.

Hace solo un par de meses, cuando Tillerson había sido nominado como secretario de Estado y explicaba al Congreso cuál sería su política exterior, apostó por cortar el acceso de la Armada china a los islotes y arrecifes artificiales que está construyendo en dichas aguas, reclamadas por otros países. Una propuesta que enfureció a los medios oficiales chinos, que incluso amenazaron con ir a una guerra nuclear, y que el responsable de la diplomacia estadounidense se ha cuidado mucho de volver a mencionar. Además, en Pekín también levantó ampollas la conversación telefónica entre Trump y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, ya que el régimen reclama la soberanía sobre dicha isla y lo consideró una afrenta a la “política de una sola China”. Mención aparte merecen las frecuentes críticas económicas de Trump, que culpa al gigante asiático de la pérdida de empleos en EE.UU. por la deslocalización de empresas y amenaza con imponer aranceles de hasta el 25 por ciento a las importaciones procedentes de la “fábrica global”.

Aparcando todas estas diferencias, Xi Jinping y Rex Tillerson se esforzaron por aparentar cordialidad, al menos de cara a la galería. Para seguir profundizando en sus relaciones bilaterales, Trump ha invitado el próximo mes al presidente chino a su mansión de Florida. Tras haber hablado varias veces por teléfono, sería el primer encuentro personal entre ambos. Tal y como señaló Tillerson, el presidente estadounidense concede “un valor muy alto” a estos contactos y “espera con ilusión la oportunidad para una visita en el futuro”.

Rebajar la tensión en Corea

Pero antes que habrá que rebajar la tensión en la Península Coreana, tan “peligrosa” en su opinión que en Washington “se ha acabado la paciencia” y no se descarta la posibilidad de una acción militar si siguen las provocaciones del régimen estalinista de Pyongyang. Haciendo oídos sordos a tan seria advertencia, Corea del Norte no ha dudado en aprovechar la reunión entre Xi y Tillerson para publicitar un nuevo avance en su sistema de misiles. Con su habitual tono propagandístico, la agencia estatal KCNA ha informado del “desarrollo y culminación de un nuevo tipo de motor de alta propulsión” en sus cohetes espaciales. Pyongyang asegura que el objetivo de dichos cohetes es poner satélites en órbita alrededor de la Tierra, pero los expertos sospechan que son pruebas encubiertas para seguir mejorando sus misiles intercontinentales con el propósito de llegar hasta EE.UU. con una cabeza nuclear. A tenor de la KCNA, Kim Jong-un destacó que “el éxito de esta prueba marca un gran evento de trascendencia histórica porque significa un nuevo nacimiento en la industria de cohetes”.

Aunque los expertos dudan de que Corea del Norte tenga capacidad para miniaturizar una cabeza nuclear en un misil que vuele hasta EE.UU., su programa militar ha avanzado considerablemente pese a las sanciones internacionales impuestas por la ONU. Desde 2006, Pyongyang ha llevado a cabo cinco ensayos nucleares (dos el año pasado) y cada vez son más frecuentes sus lanzamientos de misiles, con los que Kim Jong-un quiere blindarse para disuadir a la Casa Blanca de un cambio de régimen.

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