El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, este miércoles a la salida de su casa
El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, este miércoles a la salida de su casa - AFP

Corbyn, favorito absoluto para revalidar su mando como líder laborista

Hoy concluye la votación, con 24 puntos de ventaja para el veterano dirigente frente a su rival moderado, Owen Smith

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Jeremy Corbyn, el líder laborista, está tan cuestionado que hasta la primera de sus tres esposas, Jane Chapman, ha confesado que no votará por él, porque asegura que lo ve «caótico» y sin habilidad mediática ni flexibilidad: «No ha cambiado mucho políticamente desde 1970». Pero las bases, sobre todo los jóvenes, están encantados con la deriva radical de Corbyn, un veteranísimo apparatchik, que lleva 33 años sentado en los Comunes y nunca ha trabajado fuera de la política.

La revuelta palaciega contra Corbyn, de 67 años, iniciada la pasada primavera los diputados laboristas, parece que no va a dar sus frutos. Solo un año después de haber sido elegido, se enfrenta esta semana a unas primarias entre la militancia del partido para revalidar su cargo, en las que se mide con Owen Smith, de 46 años, la esperanza de la bancada moderada para derrocarlo.

Pero las encuestas indican que el actual líder arrasará, con 24 puntos de ventaja sobre su adversario, según un sondeo del instituto YouGov.

Este miércoles a las doce de la noche se cierran las urnas y el resultado se anunciará el sábado, en el arranque de la conferencia del Partido Laborista en Liverpool. La participación es muy grande, con un censo de 640.000 electores, 80.000 más que hace un año, cuando Corbyn ya arrasó con el 59,5% de los votos de las bases. Esta vez podrán votar 343.000 afiliados, 168.000 sindicalistas y 129.000 simpatizantes que se han apuntado para poder votar pagando 25 libras.

En declive

El Partido Laborista está totalmente roto. La oposición que ejerce Corbyn es extraña y meliflua, hasta el punto de que algunos analistas apuntan que el Reino Unido va camino de convertirse en un sistema con un único partido de poder, el Conservador. La gran mayoría de los diputados laboristas creen que Corbyn no tiene madera de líder, que resulta inverosímil como primer ministro y que garantiza una derrota segura en las urnas. Ante esas carencias, en primavera abandonaron en masa su Gobierno en la sombra y posteriormente lo derrotaron en una votación de confianza entre los diputados (el 81% lo rechazó). Pero Corbyn, un poco al modo de Pedro Sánchez en España, se ha refugiado en la militancia, el recurso de dar la voz a las bases, que están mayoritariamente con él.

La campaña ha sido bronca y dura, debido sobre todo al tono de Momentun, la plataforma de apoyo a Corbyn, nacida en las primarias de hace un año y que hoy cuenta con 17.000 afiliados muy agresivos. Momentun ha acosado a través de las redes sociales a representantes del sector moderado y practica una cierta intimidación en algunas agrupaciones laboristas locales. Corbyn no ha acabado de desmarcarse claramente de esas prácticas.

Puntos en común

En realidad, el discurso político de Owen Smith y Corbyn no difiere demasiado, ambos practican la habitual crítica a la llamada «austeridad», típica hoy en toda la izquierda populista europea. Sí los diferencia la postura ante el Brexit. Smith aboga por buscar un segundo referéndum, mientras que Corbyn, de corazón euroescéptico, se limita a señalar que hay que buscar un buen acuerdo con la UE y salvar alguna forma de acceso al mercado único. El líder laborista, que hizo una pésima campaña a favor del Remain, tardía y sin pasión alguna, ha sido señalado como una de las cusas del triunfo del Brexit. Hoy ha venido a justificarlo, al decir que el voto de salida de la UE ha sido «un rechazo al status quo», a «las política neoliberales, la pobreza, los contratos de cero horas y las vidas arruinadas por falta de hogares asequibles».

Con formas de pensar similares, en realidad Smith ha basado todo su discurso en remarcar que Corbyn no es válido como líder de un partido que quiera aspirar al poder, algo con lo que cualquier observador de la política británica concordaría, porque su caótica y dispersa manera de hacer oposición supone una bendición para los tories. Por ejemplo, en lugar de hacer preguntas a la primera ministra en las sesiones de control, le lee correos electrónicos con preguntas que le envían por mail simpatizantes laboristas.

Pero a las bases, mucho más ideologizadas y dogmáticas que el conjunto de los votantes, les encanta Corbyn, el viejo pacifista, a quien ven como un político puro, diferente y no contaminado por el «establisment», a pesar de que lleva 30 años viviendo de su escaño en Westminster, su único trabajo conocido.

En los debates televisivos se ha impuesto Corbyn, con su tono abacial y calmo, que casi hacía aparecer como radical al más fogoso Smith. También le ayuda su euroescepticismo, porque las bases laboristas de la Inglaterra profunda han votado Brexit (de hecho se ha registrado hasta fuga de voto laborista a UKIP).

Corbyn ganará y sumirá al laborismo en una gran paradoja: siguiendo el criterio de las bases, aplicando cada vez mayor democracia interna, se van alejando del triunfo en las grandes votaciones nacionales. May, que no ha sido elegida en las urnas, brindará por el triunfo de Corbyn. No podría soñar rival mejor.

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