Musulmanes holandeses rezan en el comienzo del Ramadán en una mezquita de Rotterdam
Musulmanes holandeses rezan en el comienzo del Ramadán en una mezquita de Rotterdam - EFE
Ramadán

¿Cómo comportarme con mis colegas musulmanes durante el ayuno que comienza hoy?

Para 1.600 millones, el mes de Ramadán, en el que está prohibido comer, beber y fumar mientras luce el sol, vuelve a coincidir este año con un periodo de calor

MADRID Actualizado: Guardar
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Para la mayor parte de los más de 1.600 millones de musulmanes del planeta hoy comienza una de las fases más costosas, pero también más tradicionales, de su religión: el mes de Ramadán, tiempo de ayuno rigoroso desde que sale el sol hasta que se pone. Durante este periodo, el musulmán debe abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales. Este año, el Ramadán será duro -aunque menos que el pasado- porque vuelve a coincidir con un periodo de calor en el hemisferio norte: las jornadas de sol son más largas y la abstinencia de bebida incluye también el agua.

Para hacer más llevadero el mes de ayuno, los países de mayoría musulmana han ido estableciendo medidas que amortiguan el rigor.

Los cafés y tiendas cierran durante el día y abren al atardecer, y los empleados terminan antes su jornada de trabajo para preparar mejor la cena de ruptura del ayuno y las tradiciones que la acompañan. No es el mes más aconsejable para realizar gestiones con las administraciones en los países árabes.

El Ramadán es, por eso, mucho más espartano para los musulmanes practicantes que residen en Europa (unos dos millones en España), ya que no disfrutan de las excepciones laborales y la atmósfera social solidaria que les ofrece el mundo del islam. Además, en los países centroeuropeos -y más aún en los nórdicos- la jornada de sol es más larga y por ello más dilatado el horario de ayuno. No se trata de presionar a los compañeros musulmanes para que compartan una cerveza con nosotros, pero tampoco de alardear en su presencia para no hacerles más duro el mes de ayuno, uno de los “cinco pilares” de su religión.

Al caer la tarde, y con la puesta del sol, los musulmanes se sientan a la mesa en familia para llevar a cabo su comida principal. Es tradicional que a continuación se produzcan visitas a parientes, que ofrecerán los dulces del Ramadán, auténticas bombas calóricas de miel y hojaldre. Antes del amanecer, algunos se levantan para tomar la última comida permitida y coger fuerzas para el resto de la jornada.

Ojos que no ven

A los beneficios dietéticos se suman los del espíritu, que sale fortalecido de la prueba, más aún si el musulmán acompaña el Ramadán con las oraciones prescritas. Pero no siempre el exceso de comida por las noches y las pocas horas de sueño agilizan la mente y el cuerpo. Los riesgos, según las estadísticas, suelen ser mayores para las mujeres.

La cultura patriarcal vigente en el mundo del islam cristaliza en más trabajo en Ramadán para las musulmanas, que prolongan sus horas de cocina preparando la comida de la noche. Las mujeres árabes -con la salvedad de las ricas- no tienen acceso fácil al deporte, lo que contribuye a la vida sedentaria y al impacto de los “desajustes” de los horarios en las zonas sensibles. Pocas se atreven a utilizar la pesa de baño durante este tiempo. Craso error. La ropa holgada hace más imperceptible a la mirada el progreso en la cintura, y el final del mes de ayuno suele coincidir con el comienzo del mes de la lamentaciones.

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