Un hombre partidario de la permanencia del Reino Unido en la UE camina este jueves, jornada electoral lluviosa, por el centro de Londres
Un hombre partidario de la permanencia del Reino Unido en la UE camina este jueves, jornada electoral lluviosa, por el centro de Londres - AFP

Britania ya no gobierna las olas

Con las propuestas «independentistas» que han caracterizado este referéndum han puesto de manifiesto que el Reino Unido es una nación que ya no gobierna los mares.

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Una de las lecciones que nos dejará el referendo celebrado este jueves en el Reino Unido es que ésta ha sido la más evidente manifestación de la decadencia de una nación que fue imperial. Un país que con las propuestas de sus políticos más nacionalistas ha evidenciado que aunque sigan entonando el «Rule, Britannia! Britannia rules de the waves», con las propuestas «independentistas» que han caracterizado esta consulta electoral han puesto de manifiesto que esta es una nación que ya no gobierna los mares.

Cuando David Cameron tuvo la idea de visitar Gibraltar para hacer campaña, tuvo una de las iniciativas más inteligentes de todo este disparatado proceso. No porque allí fuese a ganar un solo voto.

El porcentaje de votantes por el «Remain» en la Roca ya se sabía que iba a rondar el 90 por ciento. Pero lo que su visita pretendía hacer –antes de que el magnicidio de Jo Cox desbaratase todo– era demostrar cómo la actitud de los nacionalistas que defendían el abandono de la UE podía acabar con una de las últimas colonias británicas y la postrera en Europa.

Muchos países miembros de la Commonwealth se preguntan ¿qué nos puede dar Londres fuera de la UE?

Mucho decir que se quiere recuperar el poder se contradice con empezar por hacerlo encerrando a los gibraltareños con una frontera que, permaneciendo en la Unión Europea, no podría existir. Y además poner a los habitantes de esta colonia ante la necesidad de buscar su supervivencia logrando algún acuerdo con España.

Pero a quien más ha asustado la campaña del Brexit ha sido a los demás países miembros de la Commonwealth, las cincuenta y tres naciones que forman parte de esta organización intergubernamental. Hay que tener presente que esta organización –surgida en la postguerra mundial– pretendía dar una posición de «primus inter pares» al Reino Unido– por más que sea una organización de iguales. Por ello la cabeza de la Commonwealth es la Reina de Inglaterra y la secretaria general la baronesa Scotland de Asthal, una laborista que fue fiscal general de Inglaterra Gales con Gordon Brown como primer ministro.

Pero lo que muchos de los países miembros de la Commonwealth y de tamaño mediano y pequeño se preguntan es ¿qué nos puede dar Londres fuera de la Unión Europea? Es evidente que países de dimensiones continentales como Australia, Canadá o la India no necesitan del Reino Unido para ser atendidos con los brazos abiertos en la UE. Pero de ahí para abajo... Hasta una potencia como Pakistán agradece la ayuda. Y si pensamos en países como Jamaica, Kenia, Malasia, Nigeria, o Sri Lanka, por mencionar sólo a algunos, no está muy claro qué les puede aportar ese vínculo con un Londres fuera de la Unión Europea. Y el ejemplo más evidente ha de verse en el proceder en los otros dos únicos países que comparten filiación con la UE y la Commonwealth: Chipre y Malta. ¿Cree alguien que alguna de esas dos islas mediterráneas puede seguir teniendo como punto de referencia a Londres antes que a la denostada Bruselas?

Cuarenta años de beneficios

Tim Ashtal, un joven pelirrojo, me decía este jueves a la puerta de un colegio electoral que lo que a él le desespera «es ver cómo una generación ya mayor está marcando la política de las futuras generaciones en las que ellos no estarán. Ellos han disfrutado durante cuarenta años de todos los beneficios que nos ha dado Europa». Y escuchado esto, se abrieron los cielos y diluvió.

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