El breve reinado de la nueva limusina presidencial de Putin, la más larga del mundo

El vehículo, perteneciente a la marca Aurum y fabricado en Rusia, al parecer tuvo que ser sustituido durante el trayecto de toma de posesión por un Mercedes

La nueva limusina de Putin espera la bajada del mandatario tras haber tomado posesión de su cargo AFP
Susana Gaviña

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En la cuarta toma de posesión de Vladímir Putin como presidente de Rusia, celebrada este lunes, todo estuvo cuidado al milímetro. Como si fuera una gran puesta en escena cinematográfica, cada movimiento fue captado por varias cámaras. El ritmo, las tomas, el sonido..., todo para mostrar la mejor cara del mandatario que va camino de perpeturarse en el poder. Sin embargo y a pesar de los gestos con los que el mandatario quería aportar naturalidad a la celebración -el momento que se le ve trabajando, como un día más, y se pone la chaqueta para pasar el trance de renovar su cargo como presidente; el paseíllo hasta llegar al Salón de la Orden de San Andrés, donde juró el cargo...-, no logran disimular el claro tono de ostentación y pomposidad del acto. Putin, en realidad, se presenta como el pequeño gran hombre que ha logrado devolver a Rusia su lugar en el mundo.

A esta puesta en escena se sumó también la presentación oficial del nuevo y muy esperado vehículo presidencial , una limusina fabricada en Rusia (aunque algún medio internacional ha querido adulterar su pureza sugiriendo que utiliza un motro V12 de origen Porsche), lo que le permitirá jubilar a su Mercedes S600, de fabricación alemana. Una presentación que no fue todo lo brillante que se esperaba. Tras montarse en el vehículo, seguido por miles de ojos y multitud de cámaras, que parecían estar grabando un anuncio publicitario de coches (la idea es vender una versión más básica de este modelo a ciudadanos rusos con alto poder adquisitivo, por un precio que rondaría los 125.000 dólares), el recorrido fue más breve de lo deseado. Apenas 300 metros. «El vehículo debió sufrir un percance porque fue retirado a un lugar al fondo del parque del Kremlin y Putin se subió después a su Mercedes», apuntaba el corresponsal de ABC, Rafael Mañueco , en su crónica sobre el acto celebrado este lunes. Ese gesto, el cambio de vehículo después de haber recorrido unos pocos metros, desató ayer numerosos comentarios que señalaron la existencia de algún problema o que, simplemente, a su ocupante principal, el presidente Putin, no le gustó. Mal augurio.

Lo cierto es que muchas voces apuntan a que la limusina todavía no está completamente afinada y que hay que perfeccionarla. Opiniones que, de manera soslayada, apoyarían las declaraciones realizadas ayer por el ministro de Industria, Denís Mantúrov , durante una entrevista, en la que apesar de alabar las cualidades de la nueva limusina deja entrever que no está al mismo nivel que su antecesora, la Mercedes S600. El ministro subrayó que, al tener un peso enorme, la sensación interior es diferente a la de un Mercedes, pero es también confortable, recoge Mañueco.

Putin saludo a seguidores tras jurar su cargo. Al fondo, se puede ver la nueva limusina presidencial aparcada en un lugar apartado del Kremlin NEZIGAR

No podemos imaginar la decepción del presidente Putin, si esto ha sido así, pues había otorgado al vehículo un papel estelar en la puesta en escena de su toma presidencial. Argumentos tenía para ello: presentaba un vehículo «made in Russia», que alcanza casi los siete metros de longitud y supera las cinco toneladas de peso, con un motor 12V de 6,6 ligros y con 860 caballos. Además de con altas medidas de seguridad. Estos atributos la han convertido, según la prensa rusa, en la «limusina presidencial más grande del mundo», en un momento en el que parece que el tamaño importa -recordemos el botón nuclear del presidente de EE.UU.-. También es cierto que hay que esperar a ver cómo es la nueva «bestia» del presidente Trump, el nuevo vehículo presidencial, todavía en pruebas que podrá ser conocido este verano pero que no es previsible que extienda sus medidas estandar. Su predecesora en las mismas funciones, durante el mandato de Barack Obama, el Cadillac One, no alcanza las dimensiones de la limusina de Putin. Tampoco los vehículos utilizados por el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, que se inclina también por el Mercedes S600.

Conquistar el mercado

El nuevo vehículo presidencial ruso forma parte del poryecto Kortezh (Cortejo) , puesto en marcha en 2012. Su objetivo es el dotar de coche oficial, de fabricación nacional, a los altos mandatarios rusos, pero también el de « conquistar el mercado automovilístico mundial», como propagan medios como Sputnik. Además de la limusina, el proyecto incluye un modelo sedán empresarial, un monovolumen y un SUV (para los guardaespaldas). Según explicó en su momento el ministro Mantúrov los nombres de los modelos de la marca Aurus (que surge de la unión de Aurum -oro- y Russia) fueron inspirados en las torres del Kremlin. Así, el sedán y la limusina se denominan «Senat», el monovolumen lleva el nombre de «Arsenal» y el toroderreno se llama «Komendant». Habrá que ver si la frustrada puesta de largo de ayer no cuestiona su futuro.

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