Aung San Suu Kyi y Xi Jinping
Aung San Suu Kyi y Xi Jinping - AFP

Aung San Suu Kyi busca el apoyo de China al proceso de paz en Birmania

A cambio, se compromete a estudiar el desbloqueo de la faraónica presa de Myitsone, construida con capital chino y paralizada desde 2011

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Tras reunirse el jueves con el primer ministro chino, Li Keqiang, la premio Nobel de la paz Aung San Suu Kyi, ministra de Exteriores de Birmania y auténtica voz cantante en el nuevo Gobierno democrático de su país, se entrevistó con el presidente Xi Jinping. Agasajándola con honores propios de jefe de Estado, el autoritario régimen de Pekín ha desplegado la alfombra roja para ella con el fin de recomponer las relaciones entre ambos países vecinos, enfriadas desde el inicio de la transición democrática emprendida en Myanmar (nombre oficial de la antigua Birmania).

«Debemos mantener la dirección correcta e impulsar un nuevo progreso de las relaciones bilaterales para traer beneficios tangibles a nuestros dos pueblos», sugirió Xi Jinping, quien confió en que la visita de Aung San Suu Kyi relance «la cooperación estratégica entre nuestras dos naciones», recogen los medios chinos.

Aunque China sigue siendo el mayor inversor y socio comercial de este país, su influencia ya no es tan decisiva como en los tiempos de la anterior Junta militar, cuando era el único aliado que le quedaba debido a las sanciones internacionales impuestas por Occidente. Con la apertura de Birmania al mundo y su paso de la dictadura a la democracia en las elecciones del pasado mes de noviembre, las primeras libres desde 1990, Pekín ha ido perdiendo peso en favor de otras potencias, como Estados Unidos o Japón, con fuertes intereses políticos y comerciales en el Sudeste Asiático. Pero los lazos con China, que comparte una frontera de 2.200 kilómetros con Birmania, se antojan vitales para el Gobierno de Aung San Suu Kyi, que se enfrenta a un sinfín de retos cada cual más complicado.

Además de seguir garantizando el crecimiento económico que ha traído su apertura, el nuevo Ejecutivo debe reducir la pobreza y mantener la estabilidad acabando con los conflictos armados que salpican su territorio, controlado en amplias zonas por guerrillas étnicas que han montado sus propios Estados independientes. Para ello, el Gobierno birmano tiene previsto celebrar a finales de este mes una conferencia de paz donde le resultará vital la mediación de Pekín, ya que varios de esos grupos rebeldes sobreviven gracias a sus vínculos y negocios al otro lado de la frontera china.

«Creemos que, como un buen vecino, China hará todo lo posible por promover nuestro proceso de paz, por lo que es importante su buena voluntad», declaró Aung San Suu Kyi antes de su encuentro con el presidente Xi Jinping. Según reconoció «La Dama», como es popularmente conocida por los birmanos, «el objetivo más importante es conseguir la paz y la unidad entre los distintos pueblos de nuestro país. Sin paz no puede haber desarrollo», informa la agencia France Presse.

A cambio, Suu Kyi se comprometió ante el primer ministro chino, Li Keqiang, a buscar una solución para la faraónica presa de Myitsone, que Pekín está construyendo en el río Irawaddy y lleva parada desde 2011 por las protestas de los habitantes de la zona, que se quejan de sus perjuicios medioambientales. Presupuestado en 3.600 millones de dólares (3.200 millones de euros), dicho proyecto resulta fundamental para China porque recibirá el 90 por ciento de la energía eléctrica que genere. Aunque Aung San Suu Kyi abogó en su momento por suspender este embalse, su Gobierno revisará en noviembre la viabilidad de varias presas, entre ellas la de Myitsone.

Además, China quiere impulsar otros proyectos energéticos y de infraestructuras, como un oleoducto y un gasoducto para explotar los ricos recursos naturales de Birmania. «Elegir China como el primer país a visitar fuera de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) tras asumir el cargo de consejera de Estado muestra la importancia que usted y su gobierno conceden a las relaciones con China», alabó el primer ministro Li Keqiang durante su encuentro con Suu Kyi, según informa la agencia estatal de noticias Xinhua. Controlada por la propaganda, la prensa oficial china ha destacado que «La Dama» visite Pekín antes que EE.UU., adonde viajará en septiembre para reunirse con el presidente Obama, también Nobel de la Paz y declarado admirador de su lucha por la democracia.

Como en el viaje a China que Aung San Suu Kyi hizo el año pasado, los grupos defensores de los derechos humanos critican que una Nobel de la Paz como ella, que se ganó su reputación por los 15 años que pasó bajo arresto domiciliario por oponerse a la Junta militar birmana, no alce su voz por los disidentes perseguidos en China. Entre ellos destaca el también Nobel de la Paz Liu Xiaobo, quien cumple desde 2009 una condena de once años de prisión por pedir democracia. Pero, en su nuevo papel como líder de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi ha abrazado el pragmatismo y la «realpolitik». Así lo avanzó en una entrevista concedida a ABC nada más ser liberada en 2010, cuando aseguró que «los intereses comerciales están por encima de los derechos humanos» y que le gustaría tener «buenas relaciones con China porque no somos enemigos solo por querer democracia».

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