Una saudí transgresora de las normas conduce su vehículo
Una saudí transgresora de las normas conduce su vehículo - REUTERS

¿Por qué Arabia Saudí permite a las mujeres votar pero no conducir?

Dar el carnet sería, para el clero wahabí, otorgar a las saudíes un salvoconducto para romper el modelo patriarcal

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La participación de una pequeña proporción de mujeres saudíes en las recientes elecciones municipales tendrá -pese a la fanfarria mediática orquestada por Riad- un impacto nulo en el movimiento en favor de la igualdad de sexos en la superpotencia petrolera. Los aspectos más discriminatorios de la condición de la mujer impuestas por la Sharía siguen y seguirán intactos, pese a la presencia de algunas saudíes en los consejos encargados de la gestión del agua y las basuras municipales. No se les levantará la prohibición de salir a la calle solas (tampoco a las nuevas concejalas), viajar sin permiso del marido o tutor legal, o conducir su propio vehículo, quizá la carga más dura que soportan las saudíes que no son ricas.

El clero wahabí, la corriente más radical del islam suní y fuente de legitimidad de la Casa Real de los Saud, acató finalmente la promesa hecha en 2011 al mundo por el difunto rey Abdelaziz. Otorgar el voto a las mujeres -eso sí bajo condiciones draconianas y para organismos sin ningún poder legislativo- permitirá suavizar la presión reformista que ejerce Occidente, sin tocar el modelo social fundamentalista.

No hay en cambio, ni se espera, ninguna concesión en otras materias más sensibles. Arabia Saudí no cuenta con ninguna ley expresa que prohíba que las mujeres conduzcan, pero así está establecido por numerosas fatuas -edictos religiosos- del clero wahabí, que las autoridades civiles aplican sin más consideraciones. Desde 1990, numerosos intentos de grupos de mujeres por desafiar la norma se han quedado en vídeo colgados en YouTube y una noche en comisaría.

En 2008 y 2014, el Consejo Consultivo de la monarquía recomendó al rey que levantara la prohibición de conducir a las mujeres saudíes mayores de 30 años. Se les exigiría solo contar con un permiso expreso de sus maridos o tutores, conducir durante la luz del día, respetar el código de vestimenta y portar un móvil. En ambos casos, el silencio de la Casa Real dejó las cosas como estaban.

El recrudecimiento de la campaña, tanto interna como internacional, ha obligado al clero saudí a elaborar teorías -con frecuencia pintorescas- para justificar un enrocamiento que en último término obedece a una intuición: dar el carnet de conducir a la mujeres es concederles un salvoconducto de libertad y de ruptura con el modelo social wahabí, inspirado en el islam del siglo VII. En octubre de 2013, el Gran Mufti de Arabia Saudí dio un discurso memorable para subrayar que negar a las mujeres el permiso de conducir “busca proteger a la sociedad del mal”, y evitar el peligro de interacción de mujeres con varones que no son sus maridos. El Gran Mufti se refirió a un verso del Corán: “Quedaos (las mujeres) tranquilas en vuestras casas” (33:33).

En otra celebrada intervención pública, el historiador saudí Saleh al Sadoon afirmó en televisión que la prohibición de conducir evita el peligro de que “las mujeres sean violadas en caso de avería” de sus vehículos, un asunto que “a Occidente no le importa pero a nosotros sí”. Al Sadoon propuso como alternativa que las mujeres tengan chóferes extranjeros para reducir ese riesgo, una fórmula que desde hace tiempo aplican las saudíes con presupuesto.

Para el clérigo saudí Saleh al Lohaidan, la conducción “tiene un impacto psicológico negativo en la mujer y además afecta a sus ovarios”. En sus declaraciones a la agencia Sabq.org. el jeque afirmó que su opinión se fundamenta en “estudios que demuestran que las que conducen tienen hijos con taras clínicas”.

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