Antisemitismo e islamofobia, dos plagas de la sociedad francesa

La gran mayoría de los imanes condena el terror, pero no controlan a los radicales

PARÍS Actualizado: Guardar
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Las matanzas terrroristas de la noche del viernes pasado coinciden con un notorio incremento de los actos antisemitas e islamófobos, cuando el islam de Francia es protagonista de una inconfesable guerra civil religiosa, dividido entre unas jerarquías que predican oficialmente la integración y unas bases que predican la guerra santa islámica. La sala Bataclan atacada por los terroristas es de propiedad judía y ya había sido amenazada por Al Qaida. Y los yihadistas eligen casi siempre locales, comercios, escuelas y propiedades judíos como blancos de sus ataques. Los actos antisemitas cometidos por musulmanes son en Francia de 2 a 5 veces más numerosos que en Alemania y el Reino Unido, estados con una numerosa población musulmana, aunque algo inferior a la del país galo, donde viven unos 5,5 millones de franceses de confesión musulmana.

Según Gunther Jikeli, autor de un ensayo titulado «European Muslim Antisemitism» (Indiana University Press), los autores del 50% de los actos antisemitas cometidos en Francia son jóvenes musulmanes. En el Reino Unido y Alemania ese porcentaje asciende al 30% y el 35 % respectivamente.

Según el ministerio francés de Interior, los actos antisemitas cometidos en Francia durante los nueve primeros meses de 2015 han descendido ligeramente, un 1,5 %, con respecto a 2014. Por el contrario, han crecido en un 30 % los actos antisemitas cometidos por jóvenes musulmanes.

Diálogo interreligioso

Antisemitismo e islamofobia son dos plagas cancerosas en la sociedad francesa. Durante los últimos años, las amenazas y actos antisemitas han oscilado entre los 500 y 800 ataques violentos al año. La jerarquía religiosa judía, musulmana y católica han intentado favorecer distintas formas de dialogo interreligioso, a instancias del Vaticano. En vano. Los atentados de «Charlie Hebdo», a primeros de año, y la matanza del viernes pasado han agravado la guerra civil religiosa que vive el islam de Francia.

El Consejo francés de culto musulmán (CFCM) ha publicado un breve comunicado para «condenar con el vigor más firme los ataques odiosos y abyectos», invitando a los musulmanes franceses a manifestar públicamente su solidaridad con el resto de la nación.

El CFCM declara solemnemente: «Ante la gravedad trágica de la situación, pedimos la unidad y la solidaridad sin tacha. Los musulmanes de Francia deben rezar para que nuestra patria pueda hacer frente a esta terrible prueba con calma y dignidad».

Administrativamente, en el CFCM están representadas las distintas sensibilidades del islam francés, el más importante numéricamente de Europa. En su seno están representadas toda las diversas jerarquías religiosas, incluyendo al rector de la Gran Mezquita de París, que suele contar con la solidaridad del Arzobispado católico, cuando se plantean graves problemas sociales, culturales y religiosos.

Sin embargo, una parte significativa de la juventud musulmana francesa escapa por completo al «control» ideológico y cultural del CFCM. Y los imanes que predican en las cárceles francesas se enfrentan a diario a un inmenso problema de fondo: es difícil, estiman, «combatir» el fanatismo de los jóvenes delincuentes que «descubren» en la cárcel un islam subversivo y terrorista. Muchos de esos jóvenes delincuentes se transforman rápidamente en «lobos solitarios», cuando no se marchan de Francia para integrarse en Al Qaida o el Estado Islámico.

«Bin Laden está vivo»

Basta frecuentar los mercadillos semanales de la periferia suburbana de París para descubrir una propaganda política radical, bien presente por todas partes, en forma de pasquines, pintadas, difusión de panfletos de mano en mano. Incluso en los mercadillos del corazón de París abundan las pintadas y carteles de propaganda radical islámica. «Bin Laden está vivo» o «Solidaridad con Gaza» son pintadas que los servicios de limpieza se ven forzados a borrar con mucha frecuencia. Se trata, sin duda, de manifestaciones epidérmicas, que no dejan de reflejar una amenazante marea de fondo, con muchos flecos guerra civilistas.

Varios imanes moderados, que han defendido la prohibición del velo islámico, han sido amenazados de muerte, en Burdeos y Drancy, en la periferia norte de París, denunciados con agresividad por jóvenes radicales. A pesar de ello, algunos imanes se acercaron ayer a la sala Bataclan, el peor escenario de la matanza, para cantar La Marsellesa en solidaridad con las víctimas de los ataques, según informó «The Guardian».

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