Protesta del partido antiinmigración Pegida en Dresde, celebrada ayer
Protesta del partido antiinmigración Pegida en Dresde, celebrada ayer - AFP

Alemania elabora planes de contingencia para el cierre de su fronteras

La Policía proyecta cerrar 60 pasos de frontera y protegerlos con cañones de agua y miles de agentes

BERLÍN Actualizado: Guardar
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El ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière, ha advertido al resto de socios europeos de que, si no hay resultados palpables en la cumbre con Turquía el 7 de marzo, habrá llegado el momento de tomar «otras medidas». Baviera ha amenazado con insubordinarse y su presidente, Horst Seehofer, ha dado instrucciones a la policía de Niederbayern, Oberbayern y Schwaben de prepararse para un posible cierre fronterizo. Una opción que avanzó ayer un escalón relevante cuando el feje de la Policía federal, Dieter Romann, admitió que un cierre fronterizo sería relativamente fácil de llevar a cabo y que la operación ha sido incluso ya probada.

«Lo que la Policía puede hacer sin duda es lo mismo que ya hicimos a mediados de 2015 con motivo de la cumbre del G7 en Elmau.

Entonces se establecieron controles y se impidió la entrada a solicitantes de asilo que fueron devueltos a Austria incluso con el acuerdo de las autoridades austríacas», dijo Romann, que recordaba que el Tratado Schengen contempla tales prácticas en casos de emergencia que bien podrían ser alegados en la crisis de los refugiados. No obstante, «antes de las elecciones regionales del 13 de marzo no pasará nada», garantizaban ayer fuentes de Interior en Berlín.

Si finalmente fuera dada la orden desde la Cancillería de Berlín, esos protocolos servirían de plantilla al cierre de la frontera sur, lo que significaría el despliegue adicional de al menos 2.500 policías en la frontera con Austria y 17.000 agentes en total. Durante la semana de la cumbre del G7 de 2015, 160.000 viajeros fueron controlados, 105.000 datos de identidad comprobados, 8.600 infracciones detectadas y se impidió el paso a 430 personas. Estas cifras se multiplicarían, teniendo en cuenta que Austria ha decidido permitir a 3.200 personas al día transitar por su territorio con rumbo a Alemania. El caso es que la Policía ya ha elaborado un plan –guardado en el cajón, a la espera de órdenes– para cerrar 60 pasos fronterizos y protegerlos con cañones de agua.

A pesar de los preparativos para lo que el diario Die Welt ha titulado como la «cuenta atrás» para el cierre fronterizo, la canciller Merkel sigue clamando en el desierto por una «solución europea». En una entrevista televisiva se ha mantenido firme en el cumplimiento de su «maldita obligación», que consiste en «pensar que para Alemania lo mejor a largo plazo es mantener esta política y preservar a Europa unida». «Yo no he abierto las puertas», ha sido su única admisión, «sencillamente estaban legalmente abiertas y yo no las cerré». Después de esta intervención, Merkel recibía ayer 130 ramos de flores gracias a un evento en Facebook denominado «Flores para Merkel: ¡Apoyemos la política abierta de refugiados de la canciller!», que demostró que su mensaje encuentra eco, pero ni mucho menos mayoritario.

Repatriaciones

El equipo de Merkel se afana en hacer viable esa política reduciendo el flujo de refugiados. De Maizière viajó ayer a Marruecos para negociar la agilización de las repatriaciones y el secretario general de la CDU, Peter Tauber, intentó rebajar la tensión subrayando que «mientras en octubre entraban desde Austria 7.000 refugiados al día, en diciembre eran 3.500, en enero apenas 2.000 y en febrero han seguido bajando». Pero entrados en campaña electoral en tres de los Bundesländer, las cifras decisivas podrían ser otras. Según una encuesta de Infratest dimap para la NDR, solamente el 11% de los alemanes está a favor de la actual política de refugiados. Un 21% no quiere que entre en Alemania un solo refugiado más. El 28% desearía un tope de entrada de 200.000 al año y un 17% aceptaría anualmente 500.000.

Restando importancia a los cálculos de la Cámara de Comercio, que estima el coste del cierre fronterizo en 10.000 millones de euros al año, el Ministerio de Economía informa de que «las repercusiones económicas serían controlables» y cuenta solo con «colas en los pasos fronterizos» y «repercusiones en las cadenas de suministro».

Retroceso para Europa

Entre los costes no medibles están el retroceso europeo que supondría el final de la era Schengen, en caso de cierre de fronteras, y la escalada de la extrema derecha si se mantienen las puertas abiertas. El Tribunal Constitucional abrirá hoy un nuevo proceso de ilegalización del partido neonazi NPD y la formación de ultraderecha Die Rechte elevó ayer de nuevo la tensión antiextranjeros con un cartel electoral en las calles de Magdeburgo en el que se lee: «Nosotros no colgamos sólo carteles». El mayor rédito electoral es por ahora para el partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), con el 10% de cara a las regionales del día 13 en tres de los Bundesländer y que ya no se contenta con eso. Su líder, Frauke Petry, exigió ayer elecciones generales «cuanto antes» y confirmó su deseo de asumir «en un futuro ojalá no muy lejano» tareas de gobierno.

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