Castro y Obama, en su pasada reunión
Castro y Obama, en su pasada reunión - reuters

EE.UU. anuncia formalmente la salida de Cuba de la lista terrorista

Este paso despeja el camino hacia la apertura de embajadas en Washington y La Habana, que sería inminente

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La salida de Cuba de la lista estadounidense de países que apoyan el terrorismo internacional, efectiva desde este viernes, va a relanzar las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Cuba. Aunque persistirá el embargo económico que EE.UU. aplica a la isla desde 1960, la eliminación de sanciones que iban unidas a la permanencia de Cuba en esa lista abre la posibilidad a ciertos intercambios comerciales. El inminente anuncio de reapertura de embajadas pretende acelerar esa relación.

Este viernes terminó el plazo de 45 días para que el Congreso estadounidense rechazara la orden ejecutiva de Obama retirando a Cuba de la lista de países que promueven el terrorismo elaborada por el Departamento de Estado y en la que la isla fue incluida en 1982 como santuario de las FARC y ETA.

Dado el receso en el que se encuentra el Congreso y la aceptación generalizada entre demócratas y republicanos de que Cuba no merece estar en una lista de la que solo forman parte además Irán, Siria y Sudán, la tramitación de la iniciativa de Obama cumplió su paso por el Capitolio sin ser cuestionada.

El Departamento de Estado emitió un comunicado indicando que el periodo de información de mes y medio había expirado y que la medida era ya efectiva.

Con ello Cuba queda fuera del régimen de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), dependiente del Departamento del Tesoro estadounidense. Ese tipo de sanciones son implementadas por el propio Tesoro y otros departamentos, como los de Estado, Comercio y Defensa.

En concreto, formalmente se levanta el veto al acceso a programas estadounidenses de ayuda exterior, se revocará la habitual prohibición de exportar armas y municiones a países acusados de apoyar el terrorismo, y cabe la posibilidad de no imponer licencias especiales para el intercambio comercial. Dada la persistencia del embargo económico que EE.UU. aplica a Cuba, algunas de esas posibilidades no se concretarán, pero en cualquier caso se espera un aumento de la relación comercial.

Un aspecto importante es que EE.UU. no tendrá la obligación de oponerse a la presencia de Cuba en ciertos organismos internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

DeLaurentis y Cabañas

La salida de Cuba de la lista elimina el obstáculo para la reapertura de embajadas, cerradas desde comienzos de la década de 1960. El paso más rápido para cubrir las plazas de embajadores de EE.UU. en La Habana y de Cuba en Washington sería nombrar para esos puestos a los respectivos jefes de misión de la Sección de Intereses de cada país en el otro: el estadounidense Jeffrey DeLaurentis y el cubano José Ramón Cabañas Rodríguez.

DeLaurentis, diplomático de carrera, con actividad previa en Cuba, fue nombrado jefe de misión en agosto de 2014, cuando las negociaciones secretas entre EE.UU. y la isla estaban ya maduras, por lo que al designarle Obama pudo estar pensando ya en elevarle después a titular de la nueva Embajada. Su nombramiento sería especialmente útil a la Casa Blanca, pues no requeriría una aprobación del Senado, donde los republicanos pueden intentar bloquear ese acercamiento a Cuba, dado que DeLaurentis ya tuvo el visto bueno senatorial el año pasado para jefe de misión. Al elevar el estatus de la representación se podría elevar directamente el de su cabeza, quien personalmente ya tiene rango de embajador en la carrera diplomática.

Por su parte Cabañas Rodríguez, nombrado en 2012 para dirigir la Sección de Intereses de Cuba en Washington, lleva más de un año volcado en recorrer Estados Unidos para estrechar relaciones con diversas instituciones. Su designación como titular de la Embajada cubana evitaría posibles debates en torno a alguien con un perfil menos asumible por parte de la clase política de la capital estadounidense.

Pero de momento ni Barack Obama ni Raúl Castro han dado indicios sobre quién elegirán como embajador. En el caso de EE.UU. algunos cargos de la política exterior han tenido especial relevancia en las conversaciones con el régimen cubano y podrían optar al puesto.

Uno Ricardo Zúñiga, miembro del Consejo de Seguridad Nacional, que junto con Ben Rhodes, estrecho asesor de Obama, mantuvo abierto durante año y medio el canal secreto con Cuba. También se ha citado a la subsecretaria para América Latina del Departamento de Estado, Roberta Jacobson, que ha liderado las rondas de conversaciones entre los dos países desde que en diciembre se anunciara el deseo de restablecer relaciones diplomáticas.

Zúñiga, nacido en Honduras, ha desempeñado diversas ocupaciones en la Administración estadounidense, la mayor parte de ellas relacionadas con países hispanos; llegó a estar destinado en La Habana. Tanto él como Jacobson hablan español y han dirigido previamente el negociado de Cuba en el Departamento de Estado.

Otra alternativa, común en la práctica estadounidense, es que Obama nombre a algún empresario próximo. Uno de los nombres que han sonado es el de Jorge Mas Santos, presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana. Pero aunque no representa la voz dura de los cubanos de Miami, La Habana posiblemente no aceptaría al hijo de Jorge Mas Canosa, exiliado que participó en el intento de invasión de Playa Girón.

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