Imagen electoral de Netanyahu en una parada de tren ligero de Jerusalén
Imagen electoral de Netanyahu en una parada de tren ligero de Jerusalén - efe

Los problemas domésticos ponen a Netanyahu contra las cuerdas

El líder conservador apostó por las críticas a Irán y ahora las encuentas ante los comicios del martes lo presentan por detrás de su principal rival, Unión Sionista

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Cuando Benjamin Netanyahu subió al estrado del Congreso de Estados Unidos el 3 de marzo pronunció más de cien veces el nombre de Irán. En el transcurso del mayor acto de la campaña electoral del líder del Likud no hubo espacio para más. A su regreso a Israel pensaba que tenía las elecciones e este martes ganadas, pero el efecto del viaje a Washington no pudo con los casos de corrupción doméstica que afectan a su matrimonio, ni con el hastío de los israelíes de a pie, más pendientes de temas como la subida del precio de la vivienda o de los comestibles durante sus últimos tres mandatos, que de la supuesta bomba nuclear que pretende fabricar la república islámica y que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) es incapaz de encontrar.

Temas en los que han insistido sus rivales políticos durante toda la campaña y que, según las encuestas, le pueden costar la victoria electoral al Likud (21 escaños, según los últimos sondeos) a favor de la Unión Sionista (25 escaños) que lideran Isaac Herzog y Tzipi Livni.

Israel salta a las primeras páginas cuando lanza una ofensiva contra Gaza, sufre un atentado o abre sus puertas a los judíos de Europa después de ataques como los recientes de París o Copenhague, pero pocas veces trascienden datos de la vida diaria de un país donde uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza, según el último informe de la ONG Latet, organización humanitaria responsable del mayor banco de alimentos del país, o donde entre 2008 y 2013 los precios de los alquileres han aumentado un 30 por ciento y los de la compra de vivienda un 55, según el informe del interventor del Estado, Yosef Shapira, el mismo funcionario que desveló los casos de corrupción doméstica de los Netanyahu.

Un israelí que no viva en una colonia ilegal necesita 148 salarios para pagarse una casa, mientras que el promedio en EEUU, Reino Unido y Holanda es de unos 65. Gilles Darmon, responsable de Latet, aseguró en la presentación del informe anual de la ONG que «la pobreza es el partido más importante de Israel y debería ser el tema central de estas elecciones».

Los asesores del Likud «lo apostaron todo al discurso en Washington, pero para los israelíes, incluidos los votantes del Likud, cuya base social está en las clases más humildes, también es importante el pago de sus hipotecas y las dificultades crecientes para llegar a fin de mes», asegura Motti Morel, analista especializado en el diseño de campañas electorales y consultor político. En la Unión Sionista los grandes temas de geopolítica han quedado en segundo plano en las últimas semanas para centrarse en los precios de «la carne y las patatas. El tema más importante de la campaña, según las encuestas, no es Irán, la seguridad o los palestinos, es la economía», confiesa Neri Zilber, investigador del Washington Institute for Near East Policy, en unas declaraciones recogidas por «The Washington Times».

Se le acabó la magia

La misma estrategia que la Unión Sionista ha sido la que han empleado Yesh Atid, la formación del periodista de Tel Aviv y último ministro de Economía, Yair Lapid, al que las encuestas otorgan once escaños, y Kulanu, escisión del Likud liderada por Moshe Kahlon, que podría obtener nueve parlamentarios y que se ha ceñido exclusivamente a los temas domésticos.

Después de nueve años al frente del país, y más de dos décadas en los titulares de prensa, Netanyahu «ha dejado exhausta a la población, se ha terminado su magia. Puede irse tranquilo porque hasta a David Ben Gurion le pasó lo mismo. Los intentos de Netanyahu de reinventarse como un gran hombre de experiencia, un adulto responsable, han fallado», opina el columnista de «Ynet», Nahum Barnea. En el otro extremo está Isaac Herzog, abogado de 54 años y político discreto de una familia unida a la historia política reciente del país al que acusan de falta de carisma, pero que en apenas dos años ha logrado reflotar al laborismo hasta llevarle a una victoria frente al Likud, según las encuestas, cuando nadie lo esperaba.

Mientras el primer ministro viajaba a Estados Unidos, a pesar de no contar con la invitación de Barack Obama, Herzog preparaba su participación en la conferencia económica anual ‘The Marker’s’ de Tel Aviv, en la que también estuvieron presentes Moshe Kahlon y Naftali Bennet, empresario y líder de la formación ultranacionalista Casa Judía (once escaños, según los sondeos).

Reabrir el diálogo

El líder laborista adelantó que «no tenemos intención de subir los impuestos», prometió que el aumento previsto para el gasto en defensa no superaría al destinado a servicios sociales y adelantó que se detendrá la financiación pública de los pequeños asentamientos de Cisjordania, un gesto para lograr una vuelta a la mesa de diálogo con los palestinos que ayude a mejorar las relaciones con la comunidad internacional, pero también un respiro para los presupuestos.

En un informe publicado en 2013 la organización Paz Ahora reveló que el gasto medio per cápita en los municipios de Israel es de 2.254 NIS (512 euros al cambio), mientras que cada colono recibiría más de doble (4.913 NIS, 1.116 euros). Más de medio millón de israelíes viven más allá de la ‘Línea Verde’ de 1967 pese a la condena de la justicia internacional y los últimos mandatos de Netanyahu han estado marcados por una expansión sin freno (tan solo en los dos últimos años 5.000 viviendas, según Paz Ahora) a costa del erario público.

Claustrofobia política

Los problemas económicos, unidos a la progresiva sensación de aislamiento derivada del alejamiento entre Netanyahu y Obama y al clima de creciente tensión interna con los palestinos y externa, con el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en la frontera siria y Hizbolá siempre al acecho desde Líbano, hace que muchos jóvenes piensen en la emigración a Europa y Estados Unidos.

Europa y Estados Unidos. Según la investigación elaborada por el estudiante de Ciencias Políticas Arthur Pacalet –resumida en un artículo del diario Haaretz- esta idea de emigrar la compartiría un 40 por ciento de los jóvenes «de la élite secular y educada debido a la sensación de claustrofobia política y social». El mismo camino siguen «al menos el 15 por ciento de los judíos que llegan cada año haciendo la aliá y que, por distintos motivos, no acaban de adaptarse», señala el diplomático Yigal Palmor, portavoz de la Agencia Judía (organimo encargado de la llegada de judíos de todo el mundo a Israel) para quien «el discurso del miedo y la seguridad del primer ministro está dirigido al votante israelí, no a la diáspora».

Israel vota el martes y las encuestas dan la espalda a Netanyahu, pero en el juego político israelí nunca es sencillo llegar a los 61 escaños necesarios para formar gobierno y hasta el último momento, pese a la sensación general de hastío, el dirigente conservador no cederá en su pulso con la Unión Sionista.

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