Shinzo Abe,  Primer ministro japonés
Shinzo Abe, Primer ministro japonés - efe

El primer ministro Abe logra una arrolladora victoria en las elecciones de Japón

«Quiero agradecer la confianza de la gente que nos ha votado. Gracias a ellos podremos continuar nuestro trabajo», afirmó Abe. Habría conseguido una mayoría de dos tercios

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La coalición de Gobierno del primer ministro nipón, Shinzo Abe, consiguió una arrolladora mayoría de dos tercios en las elecciones a la Cámara Baja del Parlamento de Japón, según datos de la cadena pública NHK. El conservador Partido Liberal Demócrata (PLD) ha ganado al menos 287 escaños, mientras que su socio de Gobierno, el budista Nuevo Komeito obtiene 33, lo que supone que revalidan su mayoría cualificada para los próximos cuatro años.

A falta de que se repartan todavía 10 escaños, el principal partido de la oposición, el Partido Democrático (PD), se hizo con 72 asientos, con lo que mejora sus catastróficos resultados de 2012. Por otra parte, el Partido Comunista ha protagonizado una de las sorpresas de la jornada electoral al hacerse con al menos 20 escaños de los ocho que tenía, y conseguir su mejor resultado desde el año 2000.

En cambio, el Partido de la Restauración (PRJ), de derecha nacionalista, cuarta fuerza política en 2012 con 55 escaños, vería reducida su representación al obtener 39 escaños.

«Quiero agradecer la confianza de la gente que nos ha votado. Gracias a ellos podremos mantener la actual administración y continuar nuestro trabajo», afirmó Abe, quien también señaló en declaraciones a la cadena pública NHK que los primeros resultados «muestran el respaldo de la gente a Abenomics», su estrategia de recuperación económica.

Tras la caída de Japón en recesión, Abe había adelantado estos comicios como un referéndum a su gestión económica. Bautizada en inglés como «Abenomics», su agenda consiste en multimillonarios estímulos a base de obras públicas y en la flexibilización extrema de su política monetaria. Gracias a la depreciación del yen, las exportaciones niponas han subido y el crédito fácil ha disparado la Bolsa, pero el consumo sigue estancando y ha hundido al país en la deflación porque los precios llevan años sin subir.

Con el Banco de Japón comprando miles de millones de yenes en Bonos del Tesoro para financiar al Gobierno, la deuda pública ya dobla al PIB, la más elevada de los países desarrollados, y amenaza el futuro de las pensiones. Además, Abe ha prometido retrasar hasta 2017 la subida del IVA del 8 al 10 por ciento, ya que su anterior incremento, en abril, ha entorpecido la recuperación del consumo.

A tenor de los primeros sondeos, la coalición formada por el PLD y sus socios budistas del partido Komeito obtendrán 328 de los 475 escaños con que contará la Cámara Baja de la Dieta (Parlamento) la próxima legislatura, tras la reducción prevista de cinco asientos. Con esa supermayoría, sus diputados de la Cámara Baja tendrán las manos libres para controlar los comités más importantes y sacar adelante las leyes que quieran ignorando a la Cámara Alta. En la pasada legislatura, la coalición gobernante contaba con 326 escaños, mientras que la oposición del Partido Demócrata de Japón (PDJ) tenía 62 y podría sumar una veintena más en estos comicios. Desde su derrota hace dos años, el PDJ ha sufrido graves escisiones. Además, el electorado aún tiene malos recuerdos de su gobierno entre 2009 y 2012, cuando consiguió acabar con la hegemonía histórica del PLD prometiendo unos cambios en Japón que luego se quedaron en nada. A su fracaso político también contribuyó un desgraciado hecho ajeno como el tsunami de 2011, que arrasó la costa nororiental de Japón y provocó el desastre nuclear de Fukushima, la peor catástrofe que ha sufrido el país desde la II Guerra Mundial.

Siguiendo la tónica habitual en Japón, la participación ha vuelto a ser muy baja en esta jornada electoral. A la apatía política nipona se ha sumado el adelanto de los comicios cuando Abe sólo llevaba dos años en el cargo, que muchos han visto innecesario. Consciente de la división que sufre la oposición, el primer ministro se blinda así para seguir adelante con sus reformas económicas y con su creciente nacionalismo, contemplado con recelo por China y Corea del Sur.

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