Raros y malditos

El hombre lobo de Allariz

Fue condenado a muerte por despedazar y comerse a nueve de sus víctimas en los bosques de Galicia. Declaró en el juicio que se convertía en hombre lobo durante las noches de luna llena por la maldición de una bruja. La Reina Isabel le indultó y murió de cáncer en un penal de Ceuta en 1863

Retrato de Romasanta y página del periódico «La Ilustración» informando de sus crímenes
Pedro García Cuartango

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Dos décadas antes de la publicación de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde , la famosa novela de Robert Louis Stevenson , moría de cáncer de estómago en un penal de Ceuta Manuel Blanco Romasanta , conocido como El hombre lobo de Allariz. Corría el año 1863 y cumplía una pena de cadena perpetua por el asesinato de nueve personas.

Romasanta había sido condenado en 1853 en Allariz a pena de muerte por despedazar con uñas y dientes a sus víctimas. Según consta en el proceso 1.778, cuyas actas se conservan en el Archivo Histórico de Galicia, el acusado confesó haber asesinado a 13 personas -cuatro no se pudieron demostrar- tras convertirse en hombre lobo por la maldición de una bruja. La condena fue conmutada por decisión de la Reina Isabel II , a la que un científico francés había pedido clemencia para poder estudiar el caso.

El asesino declaró en el proceso que en las noches de luna llena se transmutaba en un hombre lobo y que se ocultaba en el bosque durante varios días para atacar a sus víctimas, que primero destrozaba y luego se comía . Nunca se encontraron los cadáveres de las personas asesinadas y muchas de sus familias creían que sus parientes estaban vivos porque Romasanta les enseñaba cartas que habían sido falsificadas por él.

Era rubio, medía solamente 137 centímetros, estuvo casado y hay dudas sobre su identidad sexual

El hombre lobo de Allariz había nacido en la aldea de Regueiro (Orense) en 1809. Era rubio y medía solamente 137 centímetros. En su partida de nacimiento, aparecía inscrito como niña con el nombre de Manuela, por lo que hay dudas sobre su identidad. Sabía escribir y leer y poseía una gran capacidad de persuasión . Se ganaba la vida como sastre y llevó una existencia aparentemente normal hasta la muerte de la mujer con la que se casó.

Desde que enviudó Romasanta se dedicó a viajar por los pueblos de Galicia como buhonero y, concretamente, como vendedor de un ungüento, del que se rumoreaba que estaba compuesto de grasa humana. Por eso, le apodaban también El sacamantecas y El hombre del unto .

Durante muchos años pudo eludir la acción de la Justicia hasta que las sospechas de que era el responsable de la desaparición de una decena de mujeres y niños –entre ellas, las de su amante y su hija– provocaron su detención en un pueblo de Toledo .

Los abogados de Romasanta alegaron que era un hombre enfermo, pero los peritos confirmaron que poseía todas sus facultades mentales. Se le condenó a garrote vil tras establecer la sentencia del tribunal de Allariz que era pleno responsable de sus actos. El indulto real le salvó de la ejecución.

Su leyenda ha pasado al olvido con el paso del tiempo, pero todavía hay viejas que cuentan su historia al calor del fuego del hogar en los largos inviernos de Galicia .

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