La falsa teoría que sitúa a Isabel de Inglaterra como descendiente de Mahoma a causa de su sangre española

Un periódico marroquí llamado «Al-Ousboue» remonta el linaje de la Reina en 43 generaciones hasta relacionarlo con Fátima, la hija del Profeta, a través de la española Zaida

Ilustración del siglo XV de una copia de un manuscrito de Al-Biruni que representa a Mahoma predicando El Corán en La Meca
CÉSAR CERVERA

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«De Zaida las luces bella quieren verte, porque dice que, movida a tus querellas, lloran tu estrella infelice sus ojos, que son estrellas».

Guillén de Castro , «Las mocedades del Cid».

La mujer cuyos ojos eran estrellas era una princesa musulmana que protagonizó una incierta historia de amor en la Edad Media y que una corriente de musulmanes ingleses vincula hoy a la Casa Real inglesa . Un reciente artículo « The Economist » se hace eco de una teoría popular en Oriente Medio y en ciertos foros mediáticos de influencia árabe, que asegura que la Reina Isabel II de Inglaterra debería reclamar su derecho a gobernar sobre los musulmanes en base a sus vínculos sanguíneos con el profeta Mahoma .

El nexo se cimenta, concretamente, en el supuesto parentesco de la Monarca británica con Mahoma y los reyes de Marruecos y Jordania , además de con el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán. Un periódico marroquí llamado «Al-Ousboue» remontó en un reportaje el pasado marzo el linaje de la Reina en 43 generaciones, hasta relacionarlo con Fátima, la hija del Profeta . Todo ello –como recoge «The Economist»– valiéndose a modo de bisagra de la leyenda española de Zaida, una Princesa mora que se enamoró de un Rey castellano y cuya sangre habría saltado a Inglaterra a través del Conde de Cambridge en el siglo XIV.

¿Quién era Zaida?

Los orígenes de Zaida resultan contradictorios. Si bien se sabe que era sobrina del Rey de Denia y Lérida , se desconoce quién eran sus padres y cuál era su vinculación con el Rey poeta de Sevilla , Al-mutamid . ¿Era su hija? ¿Tal vez la mujer de su hijo? El sevillano veló por Zaida a lo largo de varias fases de su vida, sin que haya quedado hoy claro su parentesco.

El Monarca musulmán jugó, además, un papel clave en la caída de los reinos de taifas. En un contexto de enorme debilidad de los reinos taifas , enfrentados entre sí y cada vez más frágiles ante el avance cristiano; Al-mutamid terminó temiendo más la llegada de los radicales religiosos situados en el norte de África, los almorávides, que a los cristianos. En un sorprendente cambio de estrategia prefirió pactar con el Rey de Castilla y León que con los Almorávides , que planeaban acabar con la relajación en las tradiciones islámicas y destituir a todos los príncipes de los taifas. Lo paradójico es que había sido él quien precisamente les había abierto las puertas de la península a los Almorávides, tras la caída de Toledo, y ante el temor a que los cristianos tomaran toda Andalucía.

La joven Zaida estuvo casada en ese tiempo con Abu Nasr Al´Fath al-Ma´mun, Rey de Córdoba, al que las crónicas mencionan como hijo de Al-mutamid.

Pero, el cambio de estrategia llegó tarde para muchos reinos. La joven Zaida estuvo casada en ese tiempo con Abu Nasr Al´Fath al-Ma´mun , Rey de Córdoba, al que las crónicas mencionan como hijo de Al-mutamid. Ante el avance almorávide, el dirigente musulmán envió a su esposa con setenta caballeros, familiares incluidos, al castillo de Almodóvar del Río, que anteriormente había fortificado y abastecido. Al caer Córdoba y morir su marido, Zaida se refugió en la Corte castellana de Alfonso VI ofreciendo varios territorios de frontera a cambio de protección. Según precisó el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada , ella aportó los castillos de Caracuel, Alarcos, Consuegra, Mora, Oreja, Uclés, Huete, Amasatrigo y Cuenca, cedidos a su vez por su suegro (su padre según otras versiones).

El Rey Alfonso VI «El Bravo» es recordado, sobre todo, debido a que fue él quien recuperó Toledo, antigua capital visigoda, para los cristianos y quien pretedió un reino cristiano unificado. Siendo Rey de León por herencia de su padre, también lo terminó siendo de Galicia entre 1071 y 1072 y de Castilla entre 1072 y 1109. Sin embargo, la historiografía del Romanticismo prefirió recrearse más con leyendas y romances que con las conquistas militares o las alianzas de Alfonso.

El mito le achaca una sucesión de matrimonios frustrados con mujeres cristianas, entre un sinfín de amantes, sin que ninguna lograra darle un heredero varón. Para el lujurioso Monarca, solo la aparición de una hermosa princesa musulmana con ojos de estrella pudieron darle un hijo varón.

La Jura de Alfonso VI en Santa Gadea, de Armando Menocal.

La bella Zaida quedó para siempre en la Corte cristiana e incluso se dice, entre el mito y la realidad, que aceptó convertirse al cristianismo. Las crónicas posteriores dirían de la princesa que era una doncella de gran hermosura , muy virtuosa, gallarda, discreta, esbelta, de singular belleza, de tez espléndidamente blanca, ante cuyas cualidades convulsionó «el apuesto guerrero Alfonso VI gallardo y muy ducho en el manejo de las armas». El veterano Alfonso VI y la mora Zaida –llamada posteriormente Isabel, según algunas fuentes– tuvieron al único heredero varón de todos los matrimonios del Rey.

La cristianización de la joven fue un requisito indispensable para vencer la oposición de los grupos de influencia más conservadores de la Corte, que veían en el enlace con una musulmana algo impensable. Si existen, no obstante, referencias a que la Corte del Rey cristiano adquirió en ese periodo cierto aire oriental, siendo que «los cristianos vestían a usanza mora y hasta los clérigos mozárabes de Toledo hablaban familiarmente el árabe y conocían muy poco el latín», según el arabista Cándido Ángel González Palencia . El intercambio cultural que abrió aquel matrimonio se dejó sentir, pero duró pocos años.

La Reina Zaida murió en el parto de su segunda hija, con apenas cuarenta años, sin poder dar a Alfonso VI «El Bravo» otro varón

El hijo de ambos, Sancho, hubiese sido el soberano de los reinos de Castilla y León de no haber muerto en la batalla de Uclés , en el año 1108, que se libró precisamente contra los almorávides . Su piel aceitunada, rasgo de un matrimonio entre dos razas, queda citado en las crónicas del periodo, así como su mocedad cuando le alcanzó la muerte: apenas sabía montar a caballo. Zaida había muerto años antes durante un parto, con apenas cuarenta años, sin poder dar a Alfonso VI «El Bravo» más hijos. A falta de hijos varones, fue una hija de Alfonso de un matrimonio anterior, la futura Urraca I de León, quien heredó el trono

No obstante, entre los historiadores existe controversia sobre si la Isabel con la que se casó en su penúltimo matrimonio Alfonso VI, a principios de 1100, pudo ser aquella mora Zaida , cristianizada con ese nombre, o un personaje distinto. Lucas de Tuy , clérigo e intelectual leonés, sostuvo en el siglo XIII, basándose en el epitafio de Isabel, que aquella esposa del Rey era hija del Rey Luis de Francia . Igualmente, el historiador Bernard F. Reilly apunta, también descartando que Zaida fuera Isabel, que su origen probablemente fuera borgoñón. Fruto de este matrimonio nacieron Sancha Alfónsez , casada con el Conde de Liébana; y Elvira Alfónsez , casada con el Rey de Sicilia. Ninguna de ellas con conexión inglesa evidente.

Lo improbable de la conexión británica

El problema de la teoría, propagada por algunos de los nostálgicos del Imperio británico en Asia, radica así en que el único hijo de Zaida (las hijas ni siquiera están confirmadas como suyas) murió cuando apenas era un adolescente. Según «The Economist», habrían sido los descendientes de Sancho , emparentados con el Conde de Cambridge, los que darían sangre musulmana a la Casa Real Británica. Pero, ¡resulta que Sancho no tuvo descendientes!

Fotografía de Isabel II

Aparte, la verosimilitud de la teoría pasa por considerar a Zaida hija de Al-mutamid, lo cual ni siquiera está claro. Y, a su vez, considerar a Al-mutamid descendiente sanguíneo del Profeta. Todo una serie de acrobacias genealógicas y piruetas históricas , que van variando en el mundo árabe, con el fin de atribuir a toda costa sangre musulmana a Isabel II. «Puede construir un puente entre nuestras dos religiones y reinos», afirmó en declaraciones a «The Economist» Abdelhamid Al-Aouni, quien escribió el artículo mencionado en «Al-Ousboue».

En clave de humor británico, hay quien recuerda que hubo un tiempo en que su hijo, el Príncipe Carlos, mecenas del Centro de Estudios Islámicos de Oxford , tal vez hubiera deseado ser musulmán para poder casarse con más de una mujer.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación