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Óleo de Lorenzo Vallés que recrea la emboscada que los sicarios de Antonio Pérez hicieron a Juan de Escobedo - Museo Municipal, Málaga

El escandaloso asesinato de un inocente que autorizó Felipe II en pleno centro de Madrid

El secretario Antonio Pérez reunió a un grupo dispuesto a asesinar de forma directa a Juan de Escobedo, mano derecha del hermanastro del Rey, Don Juan de Austria

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Fue uno de los episodios más oscuros del reinado de Felipe II. A finales de marzo de 1578, Juan de Escobedo, secretario y mano derecha de Don Juan de Austria, el hermano bastardo del Rey, encontró la muerte en la calle Almudena de Madrid. Tras pasar la tarde en casa de Ana de Mendoza y de la Cerda, Princesa de Éboli, el secretario fue emboscado por un grupo de hombres armados. Como narra Geoffrey Parker en su biografía definitiva sobre Felipe II, uno de ellos le mató de una sola estocada que «atravesó su cuerpo de lado a lado».

Al día siguiente, Felipe II fue uno de los primos en enterarse del suceso, aunque a decir verdad él ya sabía que alguien estaba intentando matar al secretario de su hermanastro.

Lo sabía, porque lo había autorizado él. Como Gregorio Marañón señaló en su libro «Antonio Pérez. El hombre, el drama, la época» (1947), las transcripciones de los documentos copiados en los «Procesos de Castilla contra Antonio Pérez» demuestran más allá de toda duda que «a Felipe II no se le puede absolver de una parte importante de la culpabilidad en este crimen» y de los intentos previos.

A principios de año, el mayordomo de Antonio Pérez arrojó unos polvos «en el puchero en el que guisaban la porción de Escobedo» durante una comida en la casa que el secretario del Rey tenía en la Plaza del Cordón. Sin que hiciera efecto grave en Escobedo la anterior tentativa, un joven pícaro contratado por el mayordomo echó otro «dedal de ciertos polvos» en la olla de Escobedo, en ese momento recuperándose de la indisposición en su vivienda familiar. No obstante, Escobedo se percató de que algo olía mal en esa sopa y acusó a una esclava morisca encargada de la cocina de intentar envenenarle. La esclava fue arrestada y torturada, tras lo cual confesó sorprendentemente que sí portaba un veneno, pero que su verdadero objetivo era la esposa de Escobedo.

Un hombre inocente, un rey engañado

Finalmente, Antonio Pérez reunió a un grupo dispuesto a asesinar de forma directa a Escobedo. Una vez perpetrado el ataque con éxito, los seis homicidas huyeron hacia Aragón, donde recibieron su recompensa acordada. Además de oro, Antonio Pérez facilitó a tres de ellos «una cédula y carta firmada de Su Majestad, de 20 escudos de entretenimiento, con título de alférez en uno de los presidios españoles en Italia».

Pero, ¿por qué quería Antonio Pérez acabar con Escobedo? En 1574, Pérez designó a su antiguo «criado» Juan de Escobedo –entonces secretario de Hacienda– como secretario personal de Don Juan de Austria, con la misión secreta de que le espiara durante su estancia como Gobernador de Flandes. Lo que no había previsto es que el carismático Don Juan de Austria duera a ganar la lealtad de su secretario, quien dejó de informar de sus movimientos a Pérez.

Al contrario, Escobedo habría intentado chantajear a Pérez a cambio de que la Corona enviara más fondos a Flandes con la amenaza de revelar al Rey cierta información. Así, se especula con que Escobedo era capaz de demostrar que Pérez aceptaba sobornos y dávisas; y que sabía detalles sobre la relación de Pérez con la Princesa de Éboli, viuda de Ruy Gómez, amigo y consejero de Felipe II.

Pérez utilizó la manipulación para presentar al hermanastro del Rey y a su secretario como dos conspiradores que planeaban derrocarle. El Monarca, «desconfiado por naturaleza», albergaba sospechas sobre las ambiciones de su hermano en Flandes. La idea, por tanto, no sonó nada inverosímil a oídos del Rey, que en las navidades de 1577 autorizó el asesinato. En cuanto Escobedo pisó suelo español comenzaron los intentos.

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