Los síes y los noes de la Ruta de la Tapa de Cádiz

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Hace quince años que se celebró la primera ruta de la tapa de Cádiz como una novedosa forma de promocionar la gastronomía y atraer al público a los establecimientos hosteleros de la capital. Por aquel entonces comenzaban a ponerse de moda el fenómeno de las rutas en distintas localidades, y muchas sobreviven hasta hoy, dedicadas a un producto en concreto o a toda la cocina típica de la zona. La cita gaditana es una de las que han ido cumpliendo años con éxito y en muchos casos merece la pena visitar las barras de los bares para descubrir su propuesta. También existen detalles que se deberían revisar para poner la ruta de la tapa de Cádiz a la altura de la importancia turística y gastronómica de la ciudad.

Repasamos algunos de los aciertos y de las carencias de esta celebración.

Aciertos

Pone a prueba la creatividad de los hosteleros. Dentro de la difícil rutina diaria del negocio hostelero, la ruta propone un ejercicio de imaginación a los profesionales del sector. El año pasado, la ruta se dedicó a la figura de El Quijote, sacando el lado más divertido de la gastronomía con trampantojos y tapas temáticas dedicadas a la obra de Cervantes. En 2016, los protagonistas son el carnaval y la Regata de Grandes Veleros, cada uno de ellos con una tapa especial.

Se conocen nuevos establecimientos. El reto de rellenar el pasaporte y convertirse en un tapeador ‘con papeles’, anima al público gaditano a visitar los establecimientos de la ruta en los que nunca habían comido. Si consiguen ganarse a ese cliente con su tapa, es muy posible que vuelva a probar otros platos de su carta, si no se anima en ese mismo momento a hacerlo.

Se promociona la gastronomía entre los visitantes y los gaditanos. La gastronomía es ya una opción más para el tiempo libre, pero para muchos salir a comer fuera es algo que solo se hace en ocasiones especiales. La Ruta de la Tapa saca a la gente a la calle, les acerca a los productos de la tierra y al trabajo de los hosteleros. Para los turistas es una manera divertida de descubrir la gastronomía de Cádiz y el tapeo,  uno de los grandes atractivos de toda España para el extranjero.

Buen precio. Por lo general, la relación calidad, cantidad y precio de la tapa es muy bueno, sobre todo porque incluye la bebida por 2,9 euros.  Teniendo en cuenta que tomar una tapa con un vino fuera de cualquier promoción ronde los cuatro o cinco euros, la ruta es una buena opción incluso si simplemente se quiere tapear sin más pretensiones.

Premios para los clientes. La ruta de Cádiz es una de las más generosas con los clientes que hacen de jurado popular. Las 200 primeras personas que entregan el pasaporte tras haber visitado ocho establecimientos y elegir el mejor, tienen un premio de un estuche de tres botellas de vino y una sesión de spa, sin sorteos. Si además acredita haber visitado todos los bares participantes, obtendrá el diploma que certifica a su dueño como Tapeador de Oro Gaditano que enseñar con orgullo.

Mejoras

Sólo en la barra. Uno de los grandes fallos de la ruta de la tapa de Cádiz es que, muchos establecimientos limitan la promoción a la barra o al interior del local, y eso da la sensación de que los clientes que piden la tapa son clientes de segunda categoría.  Este año en concreto, son  19 de 26 los que imponen esta condición. Que se use una mesa preparada y vestida para una cena o almuerzo se utilice sólo para un par de tapas es comprensible, pero en la mayoría de los casos es un requisito que limita al cliente sin motivo. Por un lado, la zona de barra suele ser pequeña y con que haya tres o cuatro ‘tapeadores ‘en ella, no queda sitio libre. En cuanto a las terrazas, algunas se ocupan a diario para tomar sólo bebidas, y pedir la tapa no implica no pedir nada más luego. También hay que tener en cuenta que ver una terraza llena puede llamar a otros clientes a entrar en el local. Si las tapas se sirvieran de forma rápida y hubiera mayor rotación, esto no sería  un problema, pero el tiempo de preparación es otro de los puntos de mejora.

Algunas tapas no están disponibles. Es habitual que alguna de las tapas no estén disponibles. No todos los establecimientos participan en las  tres categorías, cosa que desorienta un poco al cliente. De cualquier manera, participen con una, dos o tres tapas, siempre deben estar disponibles.  Se puede comprender que se termine algún ingrediente por una demanda inesperada, pero no por falta de previsión. Los primeros días de la ruta, también suele haber confusión entre los camareros sobre de qué se trata.

Encontrar tapas poco originales o de poca calidad. Lo contrario era uno de los puntos fuertes, pero cuando encuentras una tapa mal elaborada o simple, es una completa decepción. Participar en la ruta es voluntario, y una vez al año, así que merece la pena el esfuerzo que se realiza en otras localidades para convertirlo en una actividad famosa por su calidad, y que de verdad atraiga al visitante. Servir una tortilla de patatas o una tortilla de camarones, no es de recibo.

Tiempo de preparación excesivo. El tiempo de espera para que sirvan una tapa es demasiado. En la mayoría de los casos se justifica porque realmente tienen una elaboración compleja, y otras veces porque se sigue el orden de entrada de las comandas. El tiempo de espera de media a que sirvan una tapa es de unos 10 minutos, cuando degustarla no lleva más de dos, con tranquilidad. Encontrar el equilibrio entre tapas innovadoras y rápidas de montar, sería de agradecer para los clientes, sin contar con que el flujo de clientes de la ruta sería más ágil y beneficiaría al hostelero.

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