Diez deli de Cadi para los 'delicadi'

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Las películas americanas nos enseñaron a llamarles ‘delicatessen’. Si hay confianza, incluso con el diminutivo ‘deli’. En Cádiz son mantequerías, almacenes (incluso con ‘r’ en lugar de la primera consonante y otra de regalo lanzada en mitad de la palabra) o, sobre todo,ultramarinos. Tiendas de barrio, carnicerías, pescaderías y pastelerías. Pero finas. De oferta excepcional, con productos, recetas, marcas o cuidado que las distinguen de los locales más normales, de guardia. Arreglan una cena, un tapeo, mejor que cualquier restaurante o bar. Estos son algunos de los deli de Cádiz, para ‘delicadi’ que diría una chirigota mala. Hay varios más, igual de excelsos, que no están pero estos merecen visita turística o reincidencia de los que viven en la zona.

Ojo que no van por orden de preferencia. No es una clasificación, es un compendio, un popurrí.

1.Félix Rivas. Mercado de Nuestra Señora del Rosario

Uno de los mayores y mejores surtidos de queso en Cádiz está en este puesto, de los orígenes más sorprendentes. Además de chacinas e ibéricos de excepción. Carne de membrillo célebre. Higiene y servicio pulcros en un mercado de ambiente quirúrgico, poco atractivo por sus pasillos metálicos y sus fluorescentes, pero en el que, literalmente, se puede comer en el suelo. Si sus delicias se combinan con alguna copa de Xerez-Manzanilla de la vecina Bodeguita de Cádiz, se puede montar uno un aperitivo memorable allí mismo. El Mercado Central da para lista propia, ya la hacemos otro día.

2. Ultramarinos F. Vidal. Ana de Viya, 9

A la oferta tradicional de los mejores ‘armarcenes’ -bebidas, primeras marcas de alimentación, conservas y embutidos- suma una carta de bocadillos imperiales que arreglan la mayor emergencia. Parece más humilde de lo que resulta su oferta. Tiene la virtud de estar en zona de paso, cerca de la playa, a la entrada y la salida, para un roto y un descosido.

3. La Cepa Gallega. Calle Plocia

Aunque es célebre por ser lugar para la caña o el aperitivo y por su gran bodega de tintos (habitual tomarlos con tacos de mortadela de la buena), conserva su original vocación de “aprovisionador de buques”. Es decir, puede encontrar el cliente algunas de las conservas, salazones y embutidos de mayor nivel de Cádiz. Grandes, en pureza más que en tamaño, sus bocatas. Manejan carne excepcional. Una vez me llevé un lomo alto de ternera gallega que aún lloro y añoro. Además de taberna para VIPS, es ultramarinos para días señalados.

4. Maype. Calle Corneta Soto Guerrero

Es pastelería y bombonería pero merece lugar entre los mejores ‘deli’ aunque no lo sea. Es de ese tipo de locales en el que los niños pegarían la nariz durante horas. Estética retro puesta al día. Local veterano que resiste. Atención exquisita. Tartas por encargo y pasteles excepcionales pero, también, caramelos que ya son rarezas, bollería de la abuela, repostería autóctona tipo ‘Pan de Cádiz’, bombones casi a mano. Mucha venta al peso. Estantes y botes de cristal con mil colores que recuerdan a épocas pasadas o eternas.

5. Sabores Gourmet. Avenida Cayetano del Toro

Este establecimiento se encuentra en el tramo entre Ingeniero La Cierva y hospital Puerta del Mar, acera más cercana a la playa. Especializado en productos gaditanos. Se pueden encontrar tintos jóvenes de la provincia (‘riojita de Cádiz’ piden algunos viejetes con salero) aceites de autor(exquisiteces arbequinas como Cortijo de Jara o Ferral), las conservas de diseño que proliferan en Cádiz al calor del prestigio atunero de su costa. Todo marca Cádiz. Reivindicativo y con estética nueva. No es de las tiendas que juega a lo retro. Ofrece lo actual y lo autóctono. Buen sitio para entender la gran materia prima que ofrece esta tierra (y su mar).

6. Mi hermano y yo. Calle Santa Teresa

Inicialmente es una carnicería y charcutería, de barrio pero fetén. Con excelso y asombroso surtido, escamondada, de retinto a cordero, de cualquier versión cerda a mantecas insólitas pero con un gran surtido de platos preparados, para llevar, al peso. Triunfan en el entorno hace años y se han animado. Cada vez hacen más y mejores guisos, recetas, obviamente, con carne pero se atreven con más, con casi todo. Y casi todo merece ovación y repetición de visita. Sólo es conocido en su barrio, La Laguna. Hay que aprovechar antes de que le lleguen fama y reconocimiento universal.

7. El Bulevar. José del Toro con Valverde

Históricamente, uno de los mejores ultramarinos del casco antiguo. Legiones de fieles clientes, con trienios y ajado aire señorial. Tras una hermosa reforma, ofrece vitrinas conmovedoras. Además de la oferta tradicional de estos locales, pero de la mejor, destacan unos estantes con vinos -Xerez, Sanlúcar o los pujantes tintos de la provincia- en los que apenas falta una referencia. Fine Tempo, Sancha Pérez y todos, finos, olorosos, manzanillas… Gran sitio para que los vitivinícolas vayan a redactar su carta de Reyes Magos.

8. Pancracio. José del Toro y calle Ancha

A 20 metros de la anterior. Como sucede con Maype, no es ultramarinos. Ni mucho menos. Es obvio. Es un templo choco-chic reconocido en toda España. En la gloria lleva la penitencia. El diseño, el detalle y la presentación de los productos son tan sublimes que hacen olvidar la calidad, el arrojo en las recetas, el sabor, el equilibrio exquisito de casi todos los que ofrecen. Chocolate, todo chocolate pero mucho más que chocolate. Distribuye a los puntos de venta gourmet más sorprendentes del mundo, de Nueva York a Londres y Tokio. Un lujo para Cádiz que puede disfrutarse por menos de lo que cabría pensar. Aunque no es barato ni nadie lo espera. Sólo es asombroso.

9. Miña Terra. Calle Cristóbal Colón

Para muchos, el mejor ‘deli’ de Cádiz y de los mejores de Andalucía. Maneja referencias insólitas en muchos productos, de legumbres finas en papel de estraza (fabes astures, garbanzos de León, lentejas de la Armuña…) a marrón glacé o los mejores quesos. Pastelitos árabes con aroma de azahar, Nicanores del Boñar o polvorones (te gustarán aunque no te gusten) Felipe II, que apenas venden doce locales en España. Gran cantidad de vinos, tremendas chacinas, las mejores latas y por supuesto, bacalao. Pero lo mejor, lo mejor de lo mejor, es el jamón. El de pata negra. El de 5 jotas. O más. O mil. Ese que, sin abrirlo, acercas un dedo y se empieza a derretir. Ese que tiene tan exquisito lo blanco como lo rojo y amarga levemente la garganta justo unos segundos antes del orgasmo. Ese y no otro. No aceptes imitaciones. Y ve sacando la de Ubrique.

10. La Tablajería. Calle García de Sola

Cuando los viernes al amanecer prepara los chicharrones, perfuma los alrededores y cuelga una sonrisa de la cara madrugadora del peatón que ya husmea el fin de semana con la ilusión que sólo dan las vísperas. Tremendos chuletones y lomos, entrecot, solomillo. Ternera de altura estratosférica a precio razonable. Todos los preparados posibles de pollo, cerdo, ya condimentados, precocinados, listos para el festín. No es local cuidado, de diseño ni glamouroso. De barrio-barrio. De verdad. Atiende únicamente el artesano que te reconcilia con el nombre de Mariano. Tiene otras cosas pero el motivo para ir es la llamada de la carne, la tentación del vacuno muerto y rojizo que, como última voluntad, pide vino para que te lo bebas en su memoria.

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