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Red Bull, el ciclón de la Fórmula 1 moderna

Nacida de las cenizas de Jaguar Racing en 2005, en apenas unos pocos años, ha conseguido no solo ser la mejor escudería del momento, sino también la más creativa y desenfadada

15.03.13 - 17:51 -
Red Bull, el ciclón de la Fórmula 1 moderna

La envidia de todas las escuderías de Fórmula 1. “¿Qué tienen? ¿Por qué son tan buenos?”, se preguntan en McLaren, Williams o Ferrari. Nacida de las cenizas de Jaguar Racing en 2005, en apenas unos pocos años, Red Bull ha conseguido no solo ser la mejor escudería del momento en la Fórmula 1, sino también la más creativa y desenfadada. El mérito de esto último se debe a su propietario, el magnate austriaco Dietrich Mateschitz. Empeñado en asociar la imagen de su marca a una escudería alegre y ganadora, Mateschitz no ha dudado en invertir cantidades ingentes de dinero en su entretenimiento estrella. Pero al contrario que muchos otros millonarios, él lo ha hecho con cabeza, y dando mando en plaza a algunos de los mejores ingenieros y diseñadores de los grandes premios. A estas alturas pocos dudan que sin la presencia en el equipo de Adrian Newey, el equipo no hubiera llegado tan lejos. Newey tocó con su varita mágica el monoplaza de 2009, el RB5, y desde entonces el equipo no ha parado de mejorar.

Ahora pocos se acuerdan de los duros comienzos, cuando Mateschitz compró los despojos de un destartalado equipo Jaguar y en muy poco tiempo la convirtió en una escudería de nivel medio. Sus dos pilotos, Coulthard y Klien puntuaron en la primera carrera de la historia para Red Bull. Era un comienzo esperanzador que después no culminó en mucho más, pero que asentó las bases de un futuro prometedor. Y así, al año siguiente llegó el primer podio (Coulthard, en Mónaco 2006), y después otro más. Y Newey diseñaba con la paciencia de un orfebre hasta dar con la tecla adecuada en 2009, cuando la escudería explotó definitivamente con seis victorias y cinco poles y Vettel luchando con el Brawn de Button por el título hasta casi el final.

Ese 2009 fue el preludio de otro año sensacional que por fin dio los dos títulos a Red Bull, pero que también mostró las primeras grietas en ese equipo tan simpático de años anteriores. La escudería no supo, o no quiso, gestionar el hecho de tener a dos pilotos -Vettel y Webber-, peleando por el mismo objetivo. Y casi lo pagan muy caro. Al final, un fallo de estrategia de Ferrari coronó a Vettel como el campeón más joven de la historia. En 2011 aumentaron, más si cabe, su dominio gracias a otro invento genial de Newey: los escapes sopladores. La temporada fue un paseo para Vettel, ya convertido en indiscutible número uno de la escudería y sin el trauma de pelear con su compañero.

Sin embargo, en 2012 la sonrisa se les torció, sobre todo al principio. Las limitaciones técnicas que impuso la FIA dejaron a Red Bull en un segundo plano al inicio de la temporada. De hecho, y aunque siempre estuvieron ahí, ni Mark Webber ni Sebastian Vettel gozaron de tranquilidad hasta bien entrada la recta final de la temporada. Al final, sin embargo, la escudería con licencia austríaca se alzó como la triunfante. Pocos se atreverían a no apostar por ellos para 2013, en cuya pretemporada ya han enseñado sus dientes.

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