Miguel Gallego, junto a su mujer Rosa García, en la Feria
Miguel Gallego, junto a su mujer Rosa García, en la Feria - JUAN FLORES
ENGANCHES CON HISTORIA

El peso de la tradición andaluza

José Joaquín Muñoz, Antonio Gutiérrez y Miguel Gallego, tres vidas dedicadas al caballo que han hecho grande esta afición

SEVILLA Actualizado: Guardar
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José Joaquín Muñoz ya jugaba a enganchar ponis cuando no levantaba un metro veinte del suelo. Su padre quería que continuara con una tradición que empezaba a perderse con la llegada de los primeros coches a motor. Y en aquella Écija de finales de los cincuenta, el niño aprendía las normas de la doma y le nacía esa pasión por el caballo que luego contagiaría a sus hijos.

Hace ya más de treinta años que este ganadero, que acaba de cumplir los 70, hizo una firme apuesta por mantener viva una afición con la que cada mes de abril arranca la Feria de Sevilla. «El Real Club de Enganches de Andalucía ha hecho una labor maravillosa para darle al coche de caballos el lugar que merece.

Yo tengo el orgullo de haber sido socio fundador y no fallo un año al concurso, que es el mejor del mundo», asegura. Esta edición, en concreto, se lucirá junto a su mujer, María Cristina Osuna, en un imponente Break, tirado por una cuarta de cuatro yeguas de pura raza española, enganchadas a la inglesa.

«todavía me acuerdo de la primera vez que salimos en la Maestranza, cayó el diluvio»
José Joaquín Muñoz

«Todavía me acuerdo de la primera vez que salimos en la Maestranza. Cayó el diluvio universal, pero teníamos tantas ganas que ninguno dijo de suspenderlo. Nosotros sacamos media potencia con cinco yeguas en una exhibición que hicimos con tanta ilusión...», recuerda José Joaquín. Treinta tres años después llevará tres coches, dos de ellos guiados por sus hijos, que empiezan a transmitir el amor por el caballo a la siguiente generación. «Mi hija Cristina saldrá con sus tres niños, Joaquín, Antonio y Tirso, en una limonera con un coche típico de caza. A ellos le empieza a gustar mucho este mundo y queremos que sigan con la afición», reconoce José Joaquín, que este año echará especialmente de menos en la Maestranza a su paisano Miguel Ángel Cárdenas, el conocido criador de caballos que ha fallecido recientemente. De él cuenta que «era un gran aficionado» y que «tiene una de las mejores ganaderías de caballos españoles de Andalucía».

Cristina Muñoz, hija de José Joaquín
Cristina Muñoz, hija de José Joaquín - VANESSA GÓMEZ

Un modo de vida

Para la familia de Antonio Gutiérrez y Flora Reguera es también una forma de vida. En su finca de Jerez de la Frontera tienen entre treinta y cuarenta coches almacenados, unos listos y otros pendientes de restauración. «Cuando no estamos de exhibición, sólo nos encuentras con el mono puesto», dice este ganadero, que exhibe con orgullo el sello de su yeguada, Señorío de los Cedros.

«Cuando no estamos de exhibición, sólo nos encuentras con el mono puesto»
Antonio Gutiérrez

«Este año vamos a sacar dos. Iban a ser tres, pero mi hija Flori está con una lumbalgia y no va a poder ser», aclara Antonio, que lleva más de cincuenta años mimando una colección que presenta con orgullo en las exhibiciones de Sevilla y de Ronda. También ha sido reconocida en varios concursos internacionales, pero admite que la cita de la Maestranza es especial. «Ese día van todas las señoras de la casa con la mantilla y nosotros con chistera. Así hemos competido incluso en Francia, para defender esta tradición tan nuestra», explica el aficionado.

Uno de los enganches que lucirá hoy es un tándem con dos caballos de pura raza española criados en la finca jerezana. Pero la sensación, espera su propietario, será la cuarta que tirará de un Mail Faeton que él mismo define como «el Ferrari de los coches de caballos». Las guarniciones llevan la firma de Dorante, que tiene el taller en Lebrija.

«Lo más importante de todo esto es que toda la familia está en bloque», dice Antonio. También le ha contagiado esa afición a un grupo de amigos de Sanlúcar que lo ayudan a enganchar caballos nuevos, pero la doma y la cría «se hacen en casa».

Antonio Gutiérrez (en el coche de caballos), junto a su mujer, Flora Reguera
Antonio Gutiérrez (en el coche de caballos), junto a su mujer, Flora Reguera - REAL CLUB DE ENGANCHES

La colección a la vista

Más difícil para continuar con la tradición se lo están poniendo al empresario sevillano Miguel Gallego, presidente del grupo Migasa. Su magnífica colección se encuentra en la Hacienda de Orán, en Utrera, una finca reconvertida en hotel, muy popular para la celebraciones de bodas. Sus coches aparecen en decenas de álbumes de novios que no renuncian a tan castiza instantánea.

«A la vista tenemos unos 25, pero hay otros tantos pendientes de restauración»
MIguel Gallego

«A la vista tenemos sobre unos 25 y hay varios también en restauración», cuenta. Algunos los adquirió hace más de dos décadas y aún sigue dándole vueltas a la cabeza para ver cómo los remodela. La afición no le llegó a Miguel Gallego por la vía familiar. Admite que el primer carruaje lo adquirió en los ochenta y desde entonces no ha parado. «Ese primero fue una jardinera que solía llevar a la Feria», recuerda. El resto lo ha ido adquiriendo a base de esfuerzo, buscando en las ciudades donde estaban asentadas las cortes reales de cada país, «que es donde están los que son realmente buenos», explica. «En Madrid, en París, en Londres, también muchos en Sevilla».

Los concursos y las exhibiciones como las que organiza el Real Club de Enganches han puesto en valor este patrimonio. Miguel asegura que «no hace tantos años había propietarios que no sabían ni lo que tenían y se vendían a precios muy dispares, pero hoy eso es impensable». Y no duda de que eso hay que agradecérselo a instituciones como la andaluza, que son un referente.

El conocido empresario no participará este año en la gran cita de la Maestranza. Los compromisos y el adelanto de la Feria han sido los culpables de esta ausencia, pero sí se dejará ver, riendas en manos, por el real de los Remedios. «Cuando cojo los coches de propietario, que no llevan ningún ayudante, son los días en los que más disfruto», se confiesa.

Ypendiente tiene trasladar esa afición a sus hijos, que ya tienen en el palmarés algún que otro premio por guiar enganches de ponis cuando eran pequeñas. «Ahora que han crecido y ya están fuera no tienen tiempo», dice con pesar. Pero está decidido a retomar con ellos esa pasión por el enganche que mantiene tan viva.

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