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Dr. César Soutullo, responsable de laUnidad Psiquiatría Infantil y Adolescente - ABC

Cuando el trastorno físico del niño está solo en su cabeza

La solución pasa por el abordaje psicológico y la rehabilitación, advierte un experto de la Clínica Universidad de Navarra

MADRID Actualizado: Guardar
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Parálisis, ceguera, sordera, o ataques epilépticos en niños que nunca antes habían tenido una enfermedad grave. Los síntomas son espectaculares, y más cuando se trata de un paciente infantil. Hablamos de los trastornos psicosomáticos o somatomorfos que, según el doctor César Soutullo, responsable de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra, «no son raros de ver». De hecho, asegura este profesional, son bastante frecuentes, pero causan alerta y muchas consultas médicas porque no entran en ningún trastorno médico de base.

Es decir, que lo xcepcional de esta situación es que «a pesar de que los síntomas físicos son espectaculares y muy desproporcionados, no existe sustancia médica o causa biológica concreta y por tanto el problema tarda en detectarse», aclara Soutullo.

«El dolor de cabeza es real, la ceguera es real, la parálisis... pero se trata de una reacción psicológica. Solo está en la cabeza del pequeño. Pero es muy importante decirles que sí que tienen algo, porque es verdad que los nervios o los músculos de ese niño están bien, pero su cabeza no se lo está transmitiendo».

La solución: el abordaje psicológico

Por lo general, prosigue este doctor, «en una primera instancia las familias se focalizan solo en el síntoma físico y no se acude a la raíz del problema, que es la ansiedad. Es habitual que se pierda muchísimo tiempo y tanto el niño como los padres se preocupen cada vez más y piensen que "algo grave me tiene que estar pasando que no lo encuentran. Tiene que ser una enfermedad muy rara y muy grave que cada vez va a peor». «Ese ese círculo vicioso se tiene que romper cuanto antes porque si no se trata, el niño estará inválido o mal mucho tiempo. Es un trastorno que no tiende a mejorar por su cuenta», advierte.

Como parte del tratamiento, concluye Soutullo, «es fundamental que la familia entiendan que muchas veces los niños sufren ansiedad, y que los trastornos somatomorfos tienen curación. Son casos muy llamativos pero que suelen evolucionar bien y, además, no tienen por qué ser reincidientes».

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