De izquierda a derecha, Natalia Valverde y Sabina del Río, psicólogas de Calma
De izquierda a derecha, Natalia Valverde y Sabina del Río, psicólogas de Calma - ISABEL PERMUY
PUERPERIO

«A veces miras y remiras al recién nacido para hacerte a la idea de que "eso" es tuyo»

Dos psicólogas especialistas en maternidad explican cómo evitar la depresión postparto

MADRID Actualizado: Guardar
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«Ante todo mucha calma». Ese es el título del libro escrito al alimón por las psicólogas Natalia Valverde y Sabina del Río, y también la recomendación que hacen a todas las mujeres que desean convertirse en madres, están embarazadas o en pleno puerperio. «Solo así podrán vivir esos momentos tan intensos, y muchas veces mágicos, sin demasiada ansiedad y disfrutando de ellos», concluyen ambas. Las directoras de Calma, un centro dedicado a la psicología de la maternidad, son además firmes defensoras de que todos hagamos un esfuerzo por comprender lo que ocurre en estas distintas etapas de la mujer, no siempre fáciles como parecen.

—El llamado «maternity blues», la tristeza de los primeros días de después, ¿es más habitual de lo que parece?

—No queremos generalizar. Si todo va bien, tienen un bebé sano y se van a su casa, y como todo ha ido bien, todo el mundo espera que la mujer esté muy bien y muy contenta. Pero, ¿que nos encontramos a veces? Que muchas mujeres después de dar a luz, ni están bien, ni están contentas… Hay algunas que, por el contrario, tienen una pequeña euforia, y durante los primeros días están pletóricas. También hay que tener cuidado con esto porque a veces están tan bien, que algunas hacen alguna barbaridad, se les salta un punto, o se vienen abajo.... Pero sí, el «maternity blues», la tristeza de los primeros días de después, es habitual. Y hasta lógica. La mujer se ha ido de casa antes de dar a luz, siendo la de toda la vida, la que se conocía así misma, con un bebé en la tripa pero era ella, al fin y al cabo, y vuelve a casa con un ser pequeñito en sus brazos. Las ecografías parece que acercan al bebé, pero en realidad es un extraño.

Además la madre es la que siente la carga y la responsabilidad de sacar adelante a ese bebé, de entender qué le pasa, de que no se le muera… Esto suena un poco duro pero todas inconscientemente pensamos que esa criatura que está ahí en su cuco, si no se le da cariño y los cuidados básicos maternales, se muere. Y eso parece que es como la responsabilidad de la mujer, aunque los padres ahora se intentan implicar mucho en la crianza.

Por tanto, esa angustia, esa responsabilidad, las hormonas, las secuelas físicas del parto, el impacto emocional del cambio… todo eso hace que el puerperio del que ahora se habla mucho, y antes no se hablaba, sea una etapa difícil.

—Otras hablan del amor a primera vista, de un enamoramiento con el recién nacido.

—Hay mujeres que lo describen así, pero también es muy habitual que no sea de esta forma. Lo miras y lo remiras para hacerte a la idea de que eso es tuyo. Por eso se utiliza mucho lo de los parecidos, porque parece que ayudan a vincular. Intentamos buscar parecidos con la madre, con el padre, con la abuela… en algunos casos eso ayuda a vincularlo y a enraizarlo con la familia.

—Parece que a partir del parto todo el mundo se interesa por el bebé, y a la madre nadie le pregunta, deja de existir.

—Nosotras recomendaríamos una mayor atención sanitaria a las mujeres después de dar a luz. Sencillamente, habría que preguntarle qué tal está, cómo se siente. A veces solo con llorar un poquito, reconocer que están agotadas, que no pueden más, y que no saben qué le pasa al bebé, se sienten mucho mejor. los profesionales ayudan mucho solo con un ratito de empatía. Ahora hay algo más de atención a domicilio, esto está empezando a hacerse, porque es importante.

La tribu en el puerperio es muy importante. Si la pareja se va a trabajar y la mujer se queda sola con el bebé doce horas, lo más normal es que se le hagan eternas y además le pase de todo. Y que cuando el otro entre por la puerta, que lo quiera matar por no haber estado. La mujer se tiene que rodear de gente, pero por desgracia, sus amigas por lo general estarán trabajando, ya no tendrá madre o esta estará fuera, o no se llevará bien con ella, la suegra le agobie... Hay que buscarse una red reconfortante. Y a ser posible que esté pasando por lo mismo que ella.

—Entonces, ¿cómo ayudar a una mujer en el puerperio?

—No decirle todo lo que tiene que hacer , no darle consejos, del tipo «este niño no está comiendo bien», «dale un biberón», «no le des un biberón»… No. La madre ya se va a informar y se tiene que guiar de su intuición para criar al bebé. Llévale comida. Hazle tuppers, friégale los cacharros, pásale la aspiradora, pasea al niño para que se pueda echar media hora, ¡o ducharse sola! Todo esto hay que saber que es así.

Tampoco deberíamos ponernos metas para el puerperio. ¿Qué no te duchas en todo el día? Pues no te duchas. ¿Qué no te lavas el pelo en cuatro días? Pues no te lo lavas. ¿Que la casa no está ordenada? No pasa nada. Cuando estamos criando un bebé, el primer mes es muy caótico, y hay que sumergirse de alguna manera y dejarse llevar. No podemos ser muy exigentes para no angustiarnos.

—Ya de por sí, el puerperio es complicado, pero puede serlo mucho más. Se habla de que un 10,13% de las mujeres sufren depresión postparto.

—Claro. Esto es difícil, en un puerperio normal, en una madre sana, en un bebé sano… pero puede ser que esto desemboque en una depresión postparto. Estos días de tristeza leve, de «maternity blues», suelen ser pasajeros, e irse sin tratamiento. Pero si por diferentes factores la mujer tiene una depresión postparto esto sí que se debe detectar y tratar. Esto no es algo que se vaya sin tratamiento.

—¿Cuál es el origen más común de este tipo de depresión?

—Es complicado de decir. Deberíamos estar un poco atentos a mujeres que han tenido algún episodio de ansiedad o depresión previa, que han tenido un embarazo con sintomatología, que lo han pasado muy mal ya en esos nueve meses, que tienen mala relación de pareja, incluso una relación de maltrato, dificultades socioeconómicas… Barajamos distintos factores. También puede ser un primer episodio de depresión. Que de pronto está ahí.

—¿Cómo se detecta?

—Se detecta porque la intensidad no tiene nada que ver. La mujer está muy triste, o muy angustiada, muy llorosa, no son unos días sino que esto lleva ya unas semanas, o porque no se puede ocupar del bebé porque no conecta con él, no se siente capaz, se siente muy, muy mal. Ahí a veces la mujer en ese momento depresivo no es capaz de detectar que está mal y de pedir ayuda. Por eso es importante que los que tiene alrededor, pareja, madre, hermanos, amigas… que son quienes lo pueden detectar, consulten con la especialista. Insistimos, ahora estamos muy solas las mujeres, y esto tampoco ayuda a que la madre salga adelante bien. En algunos casos la soledad es tremenda.

—A veces hay un motivo externo, como que tu bebé no es el bebé que esperabas.

—Durante todo el embarazo la madre se va creando unas expectativas, durante el embarazo, antes del embarazo, incluso ya desde pequeña… Hay un bebé imaginario tiempo antes de la concepción. Durante el embarazo más, pero claro, luego llega el bebé real, que nunca es el imaginado. No es un muñeco Nenuco, efectivamente. Los hay, que son los que ponen en las publicidades. Pero los bebés ni son tan gorditos, ni tan ricos, ni tan guapos.

—Es el caso de los bebés prematuros, cuyos nacimientos han aumentado considerablemente en los últimos años.

—Sí. Esto tiene que ver con la edad a la que la mujer se queda embarazada, el aumento de tratamientos reproductivos, etc. Esto es durísimo. También depende muchísimo de la semana de gestación en la que nazcan. De si es un gran prematuro, o no tanto. Pero de cualquiera de las maneras, dejar a un bebé en la incubadora y marcharte a tu casa es tremendo.

Con estos niños lo que ocurre, para empezar, es que la mujer no ha podido cumplir con su proceso de embarazo, que por algo son 9 meses. Eres madre cuando todavía no estabas preparada para serlo. Tú estabas embarazada. Y además, ese bebé que nace es muy chiquitito, flaquito, da miedo cogerlo, tocarlo... Son de una fragilidad increíble. Ahí tanto la madre como el padre tienen que hacer todo un proceso de reencuentro, y de salvar esa distancia entre el bebé que habían imaginado y el bebé real. Tienen que hacer un duelo por ese bebé que habrían querido que fuera y que no fue. Y encontrarse con ese bebé que sí tienen. Que es el suyo.

—Otras veces ese bebé nace con algún tipo de discapacidad. ¿Se sigue el mismo proceso mental de duelo, de reencuentro…?

—Claro, esto es muy duro también. Y también dependerá del momento en que le den a la madre el diagnóstico, y de las dificultades o grado de discapacidad que tenga el niño. Si se lo comunican durante el embarazo, la mujer empieza su proceso de duelo y de asimilación antes. Pero hay ocasiones donde todo va bien, en el embarazo no detectan nada, y es al dar a luz, cuando se ve que hay algo que no está bien, o sucede algún problema durante el parto. No ocurre mucho pero puede pasar. Este tipo de situación supone un duelo para la madre, para el padre, para los hermanos, abuelos... Para toda toda la familia en definitiva.

—Muchas veces la forma en que comunican a las familias que el bebé no es el que esperaban, deja mucho que desear.

—En efecto. Hay que cuidar un poco las maneras. La forma en que se comunique una mala noticia tiene mucho que ver con cómo la persona realizará luego el proceso de duelo. Un profesional puede ayudar o no a realizar un duelo normal, o favorecer un duelo patológico. Lo que todos tenemos que tener claro con este tema es que una mujer en el momento de dar a luz (como antes y después), está pasando por un momento emocional y de vulnerabilidad y sensibilidad total. Es un momento emocional intenso, en el que la mujer está especialmente sensible y alerta a cosas que en otro momento no tendrían tanta importancia. Por ejemplo: las palabras que las mujeres escuchen en esos momentos tienen un impacto tal, que pueden quedar grabadas de por vida. Tanto si son buenas, como si son malas.

—Ustedes hacen formación a profesionales. ¿Qué recomendaciones les haría en este sentido?

—Los sanitarios tienen que pensar que, aunque ellos atiendan partos todos los días, es «el momento» de la mujer. Pero como no hay otro igual. De hecho, no creo que haya otro de mayor intensidad en su vida. En ese tiempo, la mujer está muy alerta, y percibe muchísimo todo lo que hacen o dicen los profesionales sanitarios… Por tanto una mirada, un gesto de preocupación… La mujer se está enterando de todo. Y ellos tienen que ser conscientes de dar solo la información que a ella le resulte útil, que le sirva. Y de no regañar, no infantilizar, tratar con sensatez, con respeto… Permitir la expresión de emociones. Hay algunos médicos que no quieren que la mujer grite, llore, diga… pero es que tiene que expresar las emociones. Cómo decir las cosas también importa mucho. Deberían aprender a tener un poco de tacto, de sensibilidad… Las mujeres lo agradecen mucho.

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