Samantha Vallejo-Nájera: «No soy una mala madre por no bañar a mis hijos»

Esta empresaria asegura una de sus fórmulas para llegar a todo en su día a día es saber delegar para poder hacer lo que le gusta

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Llega a la cita con ABC a toda prisa. A mitad de la escalera Samantha Vallejo-Nájera hace un parón para atender una llamada de la radio y hacer unas declaraciones en directo. Cuando termina, cuelga acelerada y resopla. Tras un café rápido que le ayuda a continuar su agitado día, toma aliento y comienza nuestra entrevista sobre su último libro: «Fórmula Samantha. Mis secretos para llegar a todo y exprimir la vida al máximo».

Cuatro niños en casa, una empresa propia de catering, las grabaciones de MasterChef, dar servicio a las bodas los fines de semana en un pueblecito de Segovia... ¿En qué consiste la fórmula Samantha para llegar a todo?

Depende de si estoy grabando o no el programa MasterChef.

Grabo tres ediciones al año, casi siete meses. Nos pasamos cuatro días de sol a sol y tenemos el jueves libre, que es cuando me dedico más a mi catering. Mi truco para llegar a todo es, en primer lugar, tener una casa muy organizada con gente de confianza que nos ayuda y vive con nosotros.

Además, en mi empresa cuento con personas que llevan más de 14 años y les he enseñado a contestar al cliente como yo lo haría, a cuidarles y cubrir los imprevistos. Puedo delegar en ellos y me encanta porque asumen responsabilidades y se sienten importantes.

A mis hijos intento verles todos los días entre las siete y las ocho de la tarde. Es un tiempo de calidad que utilizo para darnos abrazos y tirarme al suelo para jugar con ellos.

También hay que hacer una planificación semanal para no llegar tarde a cada lugar. No se puede dejar nada para última hora. En mi catering no me puedo permitir imprevistos, como que me falte un producto.

Tener un orden y ser metódico también es primordial para lograr que las tareas en las que uno se embarca a diario se realicen con agilidad y rapidez. Al principio puede parecer un contratiempo tener todo en orden pero, si se interioriza, no solo dejan de exigir esfuerzo extra, sino que, además, ayudan a ahorrar mucho tiempo que se puede dedicar a otras cosas. Sí, llevo una vida estresante, pero me encanta lo que hago.

¿No reina una sensación generalizada de que vamos corriendo a todo?

Sí, pero porque no delegamos. Hay que delegar. Yo tengo una chica en casa que no solo lava la ropa. Hace la compra, llama a los médicos, se ocupa de los niños... Tenemos que pararnos y pensar qué es lo que más nos gusta hacer a cada uno. Y hacerlo. Y no querer llegar a todo. Para ello hay que saber decir «no» a lo que no nos interese. Desde el año pasado he intentado cambiar cosas en mi vida porque llega un momento en el que sientes que te come la vida con todo lo que tenemos que hacer, las llamadas, los correos, las ofertas de clientes, responder a las profesoras de mis hijos...

-¿Qué valor tiene la maternidad en su vida?

Soy muy madraza, pero por el trabajo no puedo estar todo el tiempo que quisiera con ellos. Tengo un mes de vacaciones en agosto, dos semanas en navidades y siete días en Semana Santa en las que estamos todos juntos. Los fines de semana también estoy con ellos. Lo que no voy a hacer es ir al supermercado con un carrito a cargar la compra con ellos porque el tiempo que estamos juntos quiero que sea de calidad, para estar con ellos al cien por cien.

Hacer por obligación cosas juntos que les estresen es lo que no hago. Por no bañar a mis hijos yo no soy una mala madre. No. Bañar a mis hijos o darles la comida nunca me ha apasionado porque, además, me lo como yo todo. Me gusta estar con mis hijos y jugar, bailar... Pues eso es lo que hago.

¿Qué ha supuesto tener un hijo con Síndrome de Down?

Yo no sabía que iba a tener un hijo con Síndrome de Down. Di a luz por la mañana y por la tarde vino un pediatra y nos lo dijo. Yo me negué a aceptarlo, pero el caso es que sí que es cierto que ví unos gestos que me hicieron sospechar, pero no me lo podía creer. Pasé dos semanas llorando. En mi habitación de la clínica parecía que estábamos en un velatorio más que celebrando un nacimiento.

Sin embargo, toda las madres con un hijo Down estamos orgullosas de ellos porque te dan cosas que no te dan los otros hijos. Así es «Roscón», al que llamamos de esta forma porque nació el día de Reyes. No se puede explicar bien con palabras porque es un sentimiento de amor, de unión familiar... A mi hijo de cinco años le pregunto «¿tú sabes lo que es que tu hermano tenga Síndrome de Down?», y me dice «sí, que no puede comer gluten». !Me encanta! Desde su inocencia no ve a su hermano como a un discapacitado. «Roscón» es un premio. Un comodín que te da la vida. Por eso, en mi vena solidaria, me encanta ir a ayudar a las madres que acaban de tener un bebé con Síndrome de Down para que sepan que no es un drama, aunque el susto inicial es muy grande. Me siento con ellas y les cuento mi vida y es maravilloso que vean las cosas de otra manera. Al final lo que quiero en mi vida es poder cambiar ese momento a una madre para que cuando le den la noticia sea una alegría. Porque tiene que ser así.

¿Cómo consigue tener una actitud tan positiva?

Lo primero, levantándome cada mañana y tomando un buen desayuno con mis hijos. También hago deporte todos los días. Mucha gente cree que hacer ejercicio intenso por las mañanas te deja cansado para el resto del día, pero en mi caso es mi «chute» de energía. Además, siempre intento ver el lado positivo de las cosas y sobreponerme a la adversidad en vez de dejarme llevar por la negatividad, el cansancio o aburrimiento.

En un bol de fruta pelada y cortada, que es más atractivo para los niños, en cereales con semillas, que son muy nutritivos más apetecibles, y en leche, tostadas de pan con tomate, o miel, mermelada. Yo tengo mucho cuidado con el gluten porque dos de mis hijos son celiacos.

Una de las preguntas que se hacen las madres cada día es «¿qué hago hoy para comer?». ¿Qué les recomienda?

Lo mejor es tener los menús planificados de antemano. Para ahorrar tiempo y facilitar las cosas yo tengo un menú preparado para unos catorce días, que repito dos veces al mes. También pueden escribirse un menú semanal en un papel o pizarra en función de lo que han comido los niños en el colegio. Y tener siempre crema de verduras en la nevera. Yo siempre la tengo y le añado cosas cada día para que sepan distintas, como hojas de albahaca.

Mis hijos comen lo normal, filetes, judías verdes, ensaladas, crema de calabaza... intento que tomen mucha verdura y fruta, y no ofrecerles comida basura. Lo mejor es no darles opciones a la hora de comer. Si no quieres que coman bollería industria, compra otras cosas como galletas, cereales, piezas de fruta, zumos saludables. Hay que educarlos desde pequeños, por eso hay que intentar que la comida en casa sea siempre sana. Los caprichos solo para momentos puntuales.

¿Son las mujeres demasiado exigentes en la actualidad?

Sí, pero en mi caso, como le ocurre a muchas mujeres, disfruto mucho de mi trabajo, me apasiona y me llena. Ahora estoy algo sobrepasada por MasterChef, mi empresa de catering, el libro... Pero yo soy así, me gusta la marcha. El 15 de septiembre acabo MasterChef y estaré más tiempo en casa. Seguro que me van a decir: «y tú, ¿qué haces aquí?».

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