Noche de Reyes: crecer o no crecer, decir o no la verdad a los niños

Sea como fuere, resulta muy positivo estimular la fe en su sentido más humano

MADRID Actualizado: Guardar
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Se cuentan por millones los niños que aguardan expectantes el precioso regalo que los Reyes Magos le traerán esa noche. A la ilusión que provoca recibir regalos, se le une la magia de la intangibilidad y evanescencia de estos personajes, los Reyes Magos, y al protagonismo que los pequeños sienten al sentirse agraciados por la deferencia personalizada de los mismos.

Coaching Club analiza si es o no necesario contar a los niños y a qué edad, la realidad sobre los Reyes Magos. Crecer o no crecer, esa es la cuestión. Una de las preguntas que suelen recibir los terapeutas tras el paso de la Navidad. A qué edad y cómo desvelar el secreto tan preciado sin que sea perjudicial ni provoque un efecto negativo en los más pequeños.

Verónica Rodríguez Orellana, directora y terapeuta de Coaching Club explica, «Las razones para que esta tradición perdure en el tiempo se puede localizar en el aura de felicidad, esperanza e imaginación que provoca, esencialmente en los niños; en la importancia del hecho de creer en algún firme convencimiento y en mantener viva la ilusión, por más artificial que esta resulte. Como decían nuestras abuelas, que los niños conserven la inocencia, que ya habrá tiempo para que la pierdan».

Siempre surge la duda de si resulta saludable mantener viva esa irrealidad y los temores del efecto traumático que provocará el descubrimiento súbito de la verdad. En ese momento, el niño se topará de bruces con una amarga contradicción: los mismos adultos que reprenden y castigan la mentira son los primeros en participar de una descomunal patraña.

«Sea como fuere, resulta muy positivo estimular la fe, en su sentido más humano y no en el teológico, además de ciertos valores cualitativos y morales en los niños. Para resolver el anterior dilema, debemos tener en cuenta que no todo es marketing y bombardeo comercial en el teatro de esta ilusión navideña, sino que el regalo está asociado a un comportamiento, a unos méritos adquiridos. Será tanto más estupendo cuanto mejor se haya portado el receptor, existiendo incluso la posibilidad de no recibir nada si su conducta a lo largo del año dejó mucho que desear», explica Rodríguez Orellana.

Según Coaching Club, la fantasía es un elemento imprescindible en el desarrollo del pequeño, funda y sustenta su capacidad psicológica. Todo este proceso de soñar despierto y crear una escenografía propia a partir de unos pocos elementos comunes perdurará en la adolescencia y en la madurez. El que se queda sin sueños en la infancia, carece del recurso activo de la creatividad inmediata.

Hoy en día con el fácil acceso a las fuentes de información ha adelantado la edad a la que los niños descubren toda la verdad, sin embargo, tal descubrimiento no tiene que significar necesariamente que toda la historia y toda la ilusión se desmoronen como un castillo de naipes. En todo caso, hay que tener en cuenta que siempre existe en el subconsciente de los pequeños la sensación intuitiva de que algo no cuadra.

¿Hasta dónde hay que llegar en el sostenimiento del relato? Hasta el punto en que la credibilidad y la confianza en los padres puedan llegar a estar cuestionadas. La ficción debe ser sostenida mientras funcione como un andamiaje seguro para la creatividad del niño pero, si este preguntara sobre la realidad con preguntas concretas, no conviene negarla, pues hacerlo sería como descalificar sus propias percepciones y deducciones.

Una vez que se va imponiendo la realidad sobre la ficción, resulta trascendente acompañar el proceso para que el niño llegue a la convicción de que no lo engañaron del todo, que persiste el sentido mágico de la Navidad y que su fascinación trasciende el hecho de quiénes sean, en realidad, los que consiguieron y depositaron los regalos.

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